PHINEAS Y FERB: A TRAVÉS DE LA 2ª DIMENSIÓN. EL «PELICULEITOR» DEL VERANO

Cartel de la película

“Si es de dibujos, es para niños”. ¿Cuántas veces lo has escuchado? Pero aunque algo se repita mucho, aunque algo se grite muy alto, no lo hace cierto. Phineas y Ferb aterrizaron en Disney Channel allá por el 2007 rompiendo todos los moldes, empezando por este. Cuatro años después, estos dos chavales de pelo fosforito y su ornicorrinco verde protagonizan su primer largometraje, cruzando a otra dimensión mientras luchan contra todos los tópicos habidos y por haber en una trepidante aventura que debería tener su rinconcito entre los grandes clásicos de la animación.

Los hermanos Flynn viven en Danville, dentro del Área de los Tres Estados. Phineas tiene la cabeza en forma de triángulo, una mata de pelo rojo y una imaginación insólita. Ferb tiene los ojos desiguales, el cabello del color de la hierba veraniega y una habilidad creativa ilimitada. Candance es obstinada como una mula y tiene un trastorno obsesivo-compulsivo. Perry, su mascota, es un ornitorrinco estrábico verde y, en sus ratos libres, trabaja como agente secreto contra las Fuerzas del Mal. Con semejantes ingredientes, ¿cómo no va a ser el resultado una genialidad? En esta ocasión, los hermanastros Phineas y Ferb descubrirán la identidad oculta de su mascota, con la que viajarán a un universo paralelo en el que sus vidas son radicalmente diferentes. Juntos tendrán que luchar contra los malvados planes de los dos —por el precio de uno— malvados doctores Heinz Doofenshmirtz.

Los dos doctores Heinz Doofenshmirtz

La mecánica de la serie es bastante sencilla. Es otro día de aburrido verano hasta que Phineas da con un invento espectacular en que emplear la jornada (“Ferb, ya sé lo que vamos a hacer hoy”). Perry desaparece (“Grrrrr”), adoptando su rol de Agente P para desbaratar los malvados planes del doctor Doofenshmirtz (“Eh, ¿dónde está Perry?”). Candance intenta que su madre pille a sus hermanos para darles lo suyo (“¡Se lo diré a mamá!”), mientras estos construyen los más rimbombantes artilugios. Todos los episodios acaban igual y en todos aparecen las mismas frases de rigor (“¡Maldito seas, Perry el Ornitorrinco!”). ¿Puede ser diferente una serie cuyos episodios son básicamente iguales? Pues sí, rotundamente sí, y no sólo eso, sino que además lo consigue a golpe de ingenio y carcajada. La película no es diferente en este sentido. Es más, ideada originalmente como producto televisivo (a saber por qué Disney España ha tomado la decisión de llevar un telefilm al cine… pero se agradece), la película es casi un capítulo largo. Más de lo mismo, pero con mejor factura, una animación más cuidada y con una apuesta arriesgada: mantener el ritmo de un capítulo de diez minutos de duración durante casi 80. Arriesgada, pero muy acertada.

Todo es la pera con Perry

El objetivo se cumple con creces: entretener a la par que sorprender una y otra vez con un argumento que admite varias lecturas. Para los más pequeños, una aventura de Phineas y Ferb a mayor escala. Para los más mayores, una bomba de referencias, homenajes, ironías y genialidades, una de tras de otra sin apenas descanso. Y muchos, muchos tópicos. Y, aunque cada tópico tiene su contratópico, con estos chavales siempre hay espacio para una vuelta de tuerca más, y eso es lo que la convierte en una serie excepcional. El guión es sólido como una piedra y, aunque la trama es sencilla, no podría estar mejor hilada, respetando habilidosamente incluso la famosa pistola de Chéjov.

La realidad paralela —caracterizada por una paleta de colores más oscura— y el descubrimiento del secreto de Perry sirven a los guionistas como base para asentar un what if en toda regla, otorgando a los personajes nuevos aspectos (ojito con esa Candance alternativa) que dan pie a todo un abanico de posibilidades bien aprovechadas. Phineas, Ferb, Perry (mucho más expresivo para la ocasión), Candance, Doofenshmirtz… todos luchan por ser el más carismático y todos hacen méritos para lograrlo. Y, aunque se echa de menos a algún personaje recurrente —como el matrimonio mal avenido en el que al marido le cae la suerte (literalmente) del cielo—, los que aparecen suplen su papel con creces, como Buford, que sale poco, pero cada vez que lo hace, te planta una sonrisa de oreja a oreja gracias a un humor muy trabajado (atención al impagable juego de cartas coleccionables de filósofos).

El Agente P descubierto

Secuencias cómicas, parodias (y autoparodias), escenas de acción, introspecciones… Y luego están los números musicales. Grandes canciones para una gran película, que funcionan como motor para hacer girar la trama. Nada más comenzar, ‘Todo es la pera con Perry’ pone el listón muy alto. ‘Un nuevo amigo encontré’ viene acompañada de algunos de los mejores guiños de la película, cuando los dos doctores Doofenshmirtz encarnan a buena parte de las parejas clásicas del cine. Y entonces llega ‘Verano’, esa maravillosa canción —con free style en clave de rock y autohomenaje— hecha para recordar aquellos días en los que el verano era la mejor estación del año, cuando te pasabas el día jugando, trasnochando en la terraza, mirando las estrellas desde la tumbona desvencijada de tus padres, cuando todo eran recorridos en bici por el pueblo, visitas al río, quemaduras al sol en la playa o en la piscina, sin preocupaciones ni deberes o madrugones. Cuando el verano era magia, risas y vacaciones. Una canción hecha para que, si a estas alturas de la película no te habías rendido a tu niño interior, lo hagas en ese instante.

Los chicos con el doctor Doofenshmirtz

A pesar de lo “flipado” del argumento, este queda justificado por mor de una mayor espectacularidad. Una película hecha para los fans de la serie, que podrían llegar a emocionarse con algunas escenas, pero que también disfrutarán los recién llegados, porque las reglas de partida son simples y sencillas. Y es que está hecha precisamente para eso, para disfrutar. Para dejarte llevar a Danville y acompañar a Phineas, Ferb, Perry, Candance y los demás en una trepidante aventura y darle una buena patada en el culo al malo de turno.

Toda la panda

Phineas y Ferb es diferente. Una serie fresca y atrevida creada con una base de colores primarios que invita a soñar con grandes inventos y aún mayores aventuras. La película no cuenta con grandes diálogos ni grandes efectos especiales. Tampoco con una historia intrincada que hace reflexionar. Es una cinta de dibujos de las de antes con un toque de modernidad, con niños de los de antes que no se pasaban el día colgados del móvil o del ordenador. Entretenimiento puro con el que pasar un buen rato y recordar que todavía quedan cosas chulas en el mundo. Sin duda, el “peliculeitor” del verano. Para qué darle más vueltas: todo es la pera con Perry.

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Año: 2011.
Duración: 78 minutos.
País: Estados Unidos.
Género: Animación, aventura, comedia.
Directores: Dan Povenmire.
Intérpretes (voces): Dee Bradley Baker, Vincent Martella, Thomas Brodie-Sangster, Dan Povenmire, Ashley Tisdale, Slash.

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