La escritora estadounidense Stephanie Meyer da el salto al thriller con La Química, publicado por Suma de Letras, después de cosechar éxitos en la novela juvenil con la saga Crepúsculo, La huésped o La segunda vida de Bree Tanner. La principal incertidumbre que recaía ante su publicación era si Meyer sería capaz de romper con la fantasía y las novelas para adolescentes anteriormente publicadas.
La Química, a pesar de dejar atrás la temática juvenil y fantástica, mantiene el estilo descriptivo de la autora, dando continuidad en su escritura, al igual que la necesidad de retrasar la trama hasta bien avanzada la novela y no introducir al lector en un in media res inmediato.
El personaje principal, la Doctora Juliana Fortis, quien usa Alex entre sus muchos pseudónimos, es una torturadora y química del servicio secreto para el que ya no trabaja. Sin embargo, una nueva amenaza hace que vuelva a las andadas. La protagonista maneja la tensión durante todo el libro, no obstante, la paranoia se vuelve repetitiva a lo largo de la novela: se reitera la rutina de protegerse ante una conspiración internacional, los ataques imprevistos, aprovisionarse de inyecciones letales… Alex se muestra fría, calculadora y misteriosa durante toda la novela, especialmente al comienzo, cuando empieza a mostrar sus muchas caras. Sin embargo, se deja ver su parte más humana cuando se enamora de Daniel, el hermano gemelo de un sospechoso de difundir un virus letal para la humanidad y que, inicialmente, la protagonista tortura por equivocación.
A partir de ahí, se revela un claro ejemplo de síndrome de Estocolmo, donde los predecibles ataques se mezclan con una historia de amor, también de cariz adolescente, donde las fuerzas de la pasión juegan a ser capaces de salvar sus vidas. Alex y Daniel se enamoran de una forma más que romántica, quizás algo desfasado y que no concuerda con una trama más propia de la serie Bourne.
Sin embargo, la protagonista se muestra fría y segura, siendo la ‘’dura y fuerte’’ de la relación, algo de agradecer a la autora, que rompe con el mito de la mujer débil que debe ser salvada ante las amenazas. Ese es uno de los valores más destacables del libro, donde la trama central se diluye en el romance y en los flashback donde se repasa el pasado de los personajes, pero con la que Meyer, al menos ha conseguido romper con la narrativa espesa y excesivamente recargada de sus anteriores best sellers.