El Teatro Nuevo Alcalá acoge la primera adaptación al español del espectáculo inspirado en la obra de Roald Dahl
Los libros fueron los que dieron el mensaje esperanzador y reconfortante a Matilda de que no estaba sola. No es de extrañar entonces que para conocer el mundo de la niña prodigio de Roald Dahl tengamos que colarnos en uno de sus lugares favoritos: la biblioteca. La inmensa escenografía (Ricardo Sánchez Cuerda), formada por libros de todos los tamaños y colores, sirve como marco para contar este cuento para niños y adultos. Y es que Matilda: el Musical, la primera adaptación al español de uno de los espectáculos más taquilleros de Londres, impresiona nada más entrar en el patio de butacas del Teatro Nuevo Alcalá.
Una superproducción, dirigida por David Serrano, que bebe completamente del musical de mismo nombre de la Royal Shakespeare Company, y reafirma la sensación de que la capital aspira cada vez más a convertirse en un West End londinense o incluso en un Broadway neoyorquino. En total, dieciséis músicos, dirigidos por Gaby Goldman, y ochenta y seis actores, entre los que destacan sesenta niños de entre ocho y once años, que sorprenden por lo mucho que tienen en común con Matilda. Durante dos horas y media de extensos diálogos y frenéticas coreografías (Toni Espinosa), los jóvenes intérpretes dan el tipo en cada una de ellas.
La trama del musical sigue el hilo de la historia creada por el escritor británico. Matilda Wormwood es una niña extraordinaria que, al no tener el cariño y el apoyo de sus padres, busca cobijo en la literatura y, posteriormente, en la Srta. Honey, su profesora en el colegio. Precisamente, un gran libro abierto sobre sus cabezas simboliza el refugio literario que Matilda encuentra tanto en su habitación como en la casa de su maestra, y demuestra de nuevo la excelente puesta en escena del musical.
El argumento incluye novedades que aparecen tanto en el espectáculo de Londres como en la adaptación cinematográfica del mismo lanzada el año pasado (Matilda, de Roald Dahl: El musical, Matthew Warchus), que no aparecen en la versión cinematográfica dirigida por Danny DeVito en 1996. Una de ellas es el relato del escapista y la acróbata, una fábula que cuenta Matilda sobre dos artistas de circo enamorados y que es representada a través de dos títeres humanos.
En el espectáculo, tanto la madre como el padre de Matilda son maleducados, necios e impertinentes, y visten, gracias a Antoni Belart, igual de excéntricos, coloridos y brillantes que en la película de DeVito. Destaca también la caracterización (Chema Noci) de la gran villana de la historia, la directora Trunchbull, interpretada por un sobresaliente Oriol Bures, tanto en lo vocal como en la actuación. Respecto al repertorio musical, que son versiones de las canciones originales, destacan los temas corales de Si eres mayor o el número final, Somos Rebeldes, donde impresiona la capacidad vocal de todo el reparto, en concreto de los niños.
De tintes cinematográficos también se han empapado los números musicales, con sorpresas como el uso de slowmotion en varias escenas y la utilización de la iluminación (Juan Gómez Cornejo y Carlos Torrijos) para representar algunas de las míticas secuencias de la película. En concreto, en la que la directora Trunchbull coge a una de las alumnas por las trenzas y hace tiro libre con ella, o el gran momento de la tarta de chocolate.
Desde su estreno en septiembre de 2022, el musical de Matilda en Madrid continua cosechando éxitos, tanto en los jóvenes como los adultos. Las historias de Roald Dahl tienen ese efecto, quizá sea gracias a la complejidad de unos personajes que rompen todos los moldes de lo convencional.
