Cuando la voz encandila al mundo

 

Pureza, verdad y autenticidad, valores que escasean en nuestra sociedad, derrochó la soprano italiana Maria Grazia Schiavo en un recital dedicado al maestro Verdi, organizado bajo los auspicios de la Embajada de Italia y ofrecido por el Instituto Italiano de Cultura en Madrid. Una actuación que embaucó no sólo por su soberbia voz, sino también por una apoteósica interpretación.

Querido torrente de voz:
Comienzo esta carta dándote las gracias. Gracias por haber hecho que vuelva a confiar en ti. Gracias por redescubrirme que la voz humana si es auténtica y transparente, llega a desgarrar el corazón con la misma intensidad que produce la emoción del primer amor.

Lo cierto es que había perdido la esperanza. A diario escuchamos cientos de declaraciones en los medios de comunicación. Son voces que identificamos al instante. Muchas, la mayoría nos chirrían. Ya pocas gozan de reputación y credibilidad en un país donde los políticos se han entregado a la mentira sin complejos, un país en el que los gritos de sus ciudadanos se ahogan en la desesperación de tener que dejar sus hogares. Un país en el que el arma suprema de un estado de derecho, la justicia, queda en entredicho por la falta de crédito de unas instituciones que se lo han ganado a pulso. Ya nada es lo que parecía. Se cayeron las vestiduras y el maquillaje que adornaban este falso decorado. Se hicieron añicos.

Cuando una voz pierde su credibilidad es imposible que recupere la misma confianza que ostentó en su día. Nunca lo hará, porque la memoria es sabia y aunque quiera no podrá borrarlo. Las palabras son como dagas que rasgan la piel provocando heridas, que aunque sanen dejarán cicatriz. Sólo la música se muestra empática con las emociones de cada uno. Y cuando a esa música le acompañan voces que rozan lo sublime, entonces, el arte irrumpe para abrirse paso como el mejor medio de comunicación. La ópera, si es grandiosa, logra este efecto en el público.

Prueba de ello fue el magnífico recital que la soprano lírico-ligera Maria Grazia Schiavo ofreció este mes de abril en el Instituto Italiano de Cultura en Madrid. Su presencia, genio y prodigiosa voz hicieron olvidar el mediocre piano que la acompañaba, para adentrar a los espectadores en la esencia de su inolvidable canto. Una magia que traspasó el escenario y llenó la estancia, llegando a perpetrar en el sentir de un público que se rindió ante la vertiginosa actuación.

La soprano se entregó por completo en un intenso recorrido entre Mozart y Verdi, que abarcó arias de extrema dificultad, pero que sorteó con la misma facilidad con la que cautivó al público. No le hizo falta nada más. Como caída del cielo, su presencia y autenticidad dieron fiel muestra del talento que guardan sus cuerdas vocales. Y es que cuando la voz es de verdad, sale de dentro, traspasa al ser humano logrando su objetivo de comunicar y emocionar, sin más florituras que las que desprende el propio canto. Que tomen nota de ello. Cuando la voz es pura encandila al mundo.

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