Las Torres Colón han sido “desenchufadas”. El Ayuntamiento quiere aumentar su capacidad y, por lo tanto, rentabilidad. “Va a representar una inversión de 65 millones de euros y va a generar cientos de puestos de trabajo”, comentó el alcalde José Luis Martínez-Almeida en un acto en la Castellana. También mostró su apoyo a este proyecto con la polémica afirmación de que “a los madrileños el enchufe no nos gustaba”.
El estudio de arquitectos de Luis Vidal, conocido por construir la Terminal 2 del aeropuerto londinense de Heathrow, ha sido elegido para esta intervención. “Queremos devolver a las torres el carácter innovador con el que nacieron. Tenemos la intención de convertirlo en el primer edificio de oficinas de España con un consumo casi nulo. Hay que adaptar el edificio a la actualidad, ya que el fin de la arquitectura es la utilidad ”, afirma. Además de alterar su apariencia añadiendo cuatro pisos más a sus 23 plantas útiles actuales van a actuar sobre la cimentación, los núcleos y los tirantes.
Estas torres fueron construidas en 1967 por el arquitecto Antonio Lamela, con ayuda del estudio de ingeniería de Carlos Fernández Casado. No serían inauguradas hasta 1976. Han sido muy aclamadas internacionalmente al tratarse de uno de los primeros edificios del mundo construidos en torno a un eje central de hormigón. Alrededor de este está dispuesta una estructura, erigida de arriba abajo, que, mediante una serie de tirantes de ese mismo material, transmite gran parte de la carga a la azotea.
Todo esto las llevó a ser reconocidas en 1975 por el Congreso Mundial de Arquitectura y obra Pública de Nueva York como uno de los edificios tecnológicamente más avanzados del mundo. En un primer momento tenían un fin residencial. El interior de las viviendas podía visitarse en un piso piloto a las afueras de Madrid. Debido a la traba legal que surgió al superar en 9 metros la altura permitida, el alcalde Arias Navarro ordenó su paralización. Decidieron, por tanto, cambiar su utilidad convirtiéndolas en oficinas.
La empresa Rumasa las adquirió en 1975 y las llamó Torres de Jerez, en honor a su lugar de fundación. En 1983 el Estado las expropió y las vendió en 1986, mediante subasta pública, al grupo británico Heron Internacional. Encargaron al arquitecto Carlos Lamela construir una escalera de incendios. Para no interrumpir la actividad laboral del edificio, el arquitecto decidió emplazarla en el hueco exterior existente entre ambas torres. Situó una enorme carcasa en la parte superior para sustentar su peso, el famoso “enchufe verde”.
Por último, las adquirió en 1995 la Mutua Madrileña. En 2017, esta presentó al Ayuntamiento una propuesta de reforma aprobada recientemente. No tardaron en surgir quejas de la Asociación para la protección de las Torres Colón y de Carlos Lamela por alterar significativamente su configuración interior y exterior.
Aunque habrá que esperar hasta el año 2022 para ver sus resultados, ya podemos apreciar la supresión del remate. Desaparece con él parte de la identidad de uno de los edificios más emblemáticos y controvertidos de la ciudad.