‘Las Furias’ o la tragicomedia de estar vivo sin saber vivir

Fotograma de Las Furias
Fotograma de Las Furias
Cartel de la película Las Furias
Cartel de la película Las Furias

Cuando Marga (Mercedes Sampietro) anuncia a sus hijos que quiere vender el caserón familiar para jubilarse y viajar, en realidad está intentado esconder una relación. Incapaz de decir la verdad, organiza un fin de semana para todos en dicha casa con el fin de que elijan los objetos que quieran conservar antes de la venta. Héctor (Gonzalo de Castro), el hijo mayor, propone aprovechar la reunión para casarse con la mujer con la que lleva años manteniendo una relación que no parecía tener futuro.

Nada más irónico para esta familia que sus apellidos: Ponte Alegre. Contrastan con los tres trágicos nombres de los hijos de Marga y Leo: Casandra (Carmen Machi), Aquiles (Alberto San Juan) y Héctor. Ningún Ponte Alegre sabe enfrentarse a la realidad sin regodearse en sus miserias: viven por y para el drama.

 

 

 

Con la dirección y el guion de Las Furias se estrena el dramaturgo Miguel del Arco en el largomentraje. Aunque ya se había puesto detrás de la cámara para dirigir varios cortos, como MorirDormirSoñar (2005), había trabajado con parte del reparto, como con Machi (Juicio a una zorra, 2011) y, además, contaba con el apoyo de su propia productora (Kamikaze) para esta película, su ópera prima no cumple las expectativas.

Y es que no es fácil llevar una suerte de tragedia griega a la actualidad a través de una familia moderna y disfuncional, muy disfuncional, en la que todos sus miembros ocultan algo. No existe la comunicación entre ellos y cuando se produce es vehículo de reproches y rencores. Los protagonistas son victimistas y verdugos a la vez.

El traslado del lenguaje del teatro al cine se puede observar en detalles como que casi toda la trama ocurre en un único escenario (abierto) que es el caserón familiar y durante un tiempo determinado: un fin de semana. La herencia teatral se observa también en la importancia de los diálogos, en los que ninguna frase sobra para la continuación de la trama y que son magistralmente interpretados.

Pero, a la vez y por contradictorio que parezca, en esos mismos diálogos está el desbordamiento de la película. Hay demasiada intensidad en cada palabra. Quizá es un juego, quizá se busca la risa en la exageración o quizá la tragicomedia a través de una ironía que, al final, resulta demasiado fácil de entender. Ocurre esto con los apellidos familiares o con la banda sonora,  demasiado alegre y  con un tema principal cuya letra invita a vivir el momento y no en el pasado, como hacen los Ponte Alegre. Y son precisamente las incógnitas sobre el pasado otro de los elementos que fallan en la película: deja muchas dudas sobre por qué la familia está tan desarraigada: ¿qué hizo María (Macarena Sanz) durante su primer brote psicótico para que su madre la controle tanto y su padre quiera dejarle más espacio? ¿Qué hizo Leo (José Sacristán) para que su mujer lo dejara (¿lo dejó ella?), Aquiles lo considere “malo” o su nieta le grite que tiene la culpa de todo cuando él ni siquiera recuerda quién es? Marga da una pequeña pincelada sobre la vida de su exmarido: hipotecaba los bienes de la familia para realizar sus obras. Gracias a Aquiles y a lo que podemos leer en los recortes de periódico que usa para escribir la historia de su familia, sabemos que al final de los días de su padre como actor “lo abandona el talento”, pero poco más.

Como en tantas otras historias, son los locos los que ven la verdad o los que quieren verla. Por un lado, el abuelo con Alzheimer que solo recuerda los textos que recitaba en su juventud, ahora interpreta el correcto en el momento oportuno para explicar u opinar sobre la situación que presencia. Por otro, la nieta, que desbordada por su realidad familiar (padres que se van a separar por una infidelidad, abuelo enfermo del que ella se hace cargo, sobreprotección maternal, mentiras por parte de todos…) culpará a las Furias de las desgracias de sus allegados. Será en el caserón cuando vuelva a escuchar la historia sobre esos seres mitológicos que le contase su abuelo de pequeña: las Furias nacieron de la sangre que brotó de la castración de Urano por parte de su hijo Cronos cuando ésta se derramó sobre Gea. Ellas se encargarían de castigar a los que intentaban cruzar la puerta del mundo inferior sin haber pagado por  sus delitos. En la película, su objetivo es hacer enloquecer a los que hacen algo en contra de su familia. Para calmarlas, María realizará sacrificios, el último de ellos demasiado evidente.

*Spoiler*
Además del intento de suicidio de María, algo previsible desde que empieza a quemar hormigas para calmar a las Furias, hay otro final, un clímax innecesario y que rompe con el tono del resto de la película: una vecina- que convenientemente lleva un colgante del planeta Saturno (el otro nombre mitológico de Cronos) y que apenas es importante en la trama- tiene a su hijo (concebido con inseminación artificial) en un parto sorprendentemente fugaz, en la playa y rodeada de la familia Ponte Alegre que, un segundo antes, reanimaba a María, que casi se ahoga en el mar en un último y desesperado sacrificio para las Furias.
*Fin spoiler*

El pasado lunes 7 de noviembre asistimos al preestreno de Las Furias en Teatro Kamikaze. Desde el viernes 11, la cinta está disponible en cines:

(Fotos de Rocío Goitia)

Marta Bascón

"Las obras de arte viven en medio de una soledad infinita, y a nada son menos accesibles como a la crítica. Solo el amor alcanza a comprenderlas (...)" R. M. Rilke

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