JÓVENES AIRADOS: UN EQUIPO DE PATIO DE COLEGIO

Canasta

BA-LON-CES-TO. Hace casi cinco años desde que Pepu Hernández, el entrañable y querido Pepu Hernández, lanzara esta palabra a los cuatro vientos tras ganar el Campeonato Mundial de Baloncesto en Japón como seleccionador nacional. Dos años después, justo antes de los Juegos Olímpicos de Pekín de 2008, Pepu fue cesado del cargo. Aunque fue echado de malos modos, él dijo que seguiría ahí, en las sombras, apoyando a su selección hasta la conclusión de los Juegos Olímpicos. Nosotros que no formamos parte decidimos seguir al margen viviendo en el alambre, le hubiera dicho Loquillo. ‘Memoria de jóvenes airados’ es un homenaje a la generación de baloncestistas de los 80 que consiguió enganchar a los españoles al deporte de la canasta.

Hay una cancha desolada. Los charcos la inundan y de la canasta inerte cuelgan cadenas que se mecen con el viento. El sol calienta un cemento que los pies ya no transitan. Un hombre pasea melancólico por las calles de la Badalona su juventud y observa la pista desde el alambre. Hay un balón. Tira a canasta y… encesta en sus recuerdos. Memorias de que cualquier tiempo pasado fue mejor.

EpiLoquillo

Las viejas glorias que plantaron cara al fútbol,Juan Antonio San Epifanio «Epi», Nacho Solozabal, Andrés Jiménez, Manolo Flores, Javier Mendiburu, y Agustí Cuesta se disputan una pachanga con Loquillo en este videoclip que homenajea a la generación de deportistas que se alzó con la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles de 1984. Cinco de estos medallistas fueron antiguos compañeros del Loco cuando, de chaval, practicaba baloncesto en las ligas inferiores del Fútbol Club Barcelona. Deportistas que fueron un ejemplo para muchos y que marcaron una época en el básquet. El espíritu de una generación ya perdido.

Tiro a canasta

Incluida en el disco Balmoral, ‘Memoria de jóvenes airados’ es una oda al deporte que fue. Sobria, elegante, contestataria. Poesía de una profundidad desgarradora. Letra e imágenes cargadas de nostalgia que emocionan a los que lo vivieron y que tocan la fibra sensible de los que llegaron después. El que más y el que menos recuerda con melancolía aquellos tiempos en la escuela en la improvisada cancha de baloncesto. El duro cemento que abrasaba como un demonio cada vez que te caías y que desgastaba la suela de tus zapatillas nuevas como si fuera una lima. Pachanguillas de patio de colegio que, al terminar, te dejaban ese olor a goma y a tierra tan especial en las manos. Tiempos en los que ganar o perder era lo que menos importancia tenía.

Foto de archivoFoto de archivo

Loquillo consigue crear un perfecto homenaje a aquellos que nos hicieron soñar a la vez que logra que, durante poco más de tres minutos, volvamos a ese patio de colegio en el que jugábamos con nuestros amigos cuando sonaba la campana y huíamos en desbandada.

BA-LON-CES-TO, Pepu, BA-LON-CES-TO. Algunos no lo olvidamos.

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