Todos los músicos subieron al escenario en cola, se pusieron delante de los instrumentos y empezaron a bailar. Una coreografía tímida pero muy bien ensayada. Así, como en el videoclip de promoción de Universos Paralelos, la banda desvirtuó los versos de Jorge Drexler en “Don de fluir” (“Los músicos no bailamos, ya habrás oído decir…”) y el cantautor uruguayo dio al público de la Sala Riviera un regalo bailable para presentar su ultimo disco, Bailar en la Cueva, el pasado viernes.
Era tan solo una pista de lo que traería la noche. El disco ya se había estrenado en Madrid en julio de 2014, en el Circo Price. Sin embargo, la presentación en la Riviera tenía algo de simbólico: fue allí donde hizo una de sus primeras presentaciones en directo en España, cuando llegó a Madrid en febrero de 1995, hace 20 años. Así que el concierto no era tan solo una presentación de un disco, sino una celebración. La coreografía dio la bienvenida a Bailar en la Cueva, la canción, y a un Jorge Drexler visiblemente más relajado en el escenario. Uno que pudo incluso reírse de los fallos de sonido que perturbaron las primeras canciones, y dedicar una canción –Transporte– a su mujer, Leonor Watling.
Tras un Oscar, numerosos Grammy y giras cada vez más extensas, Jorge Drexler ha salido de su zona de confort e hizo un disco que, además de grabado en Colombia, introduce los ritmos bailables en sus canciones. Los arreglos llenos de vientos, como los del disco anterior, Amar la Trama, crecieron en percusión; y las intrusiones electrónicas se han quedado más discretas en directo, dando como resultado una banda más compleja. Para el concierto, hasta canciones de discos más antiguos ganaron nuevos arreglos: Deseo se ha convertido en una cumbia; Me haces bien, en una rumba.
Drexler ha dicho en diversas entrevistas que se fue a grabar en Colombia porque el invierno de 2013 en Madrid no tenía atmósfera para la creación. Y ha defendido, además, que al otro lado del océano la gente ha valorizado más la música. Aunque jamás se ha alejado de su Latinoamérica natal, sus composiciones revelan un redescubrimiento de los ritmos y nuevos compositores latinos, como la rapera Anita Tijoux, además de los instrumentos como timbales y maracas, que enmarcan casi todas las canciones.
El nuevo ciclo también supone una vuelta al continente que recibió a sus abuelos, huidos de la guerra, a principios del siglo pasado, como explicó Drexler al público en la introducción de Bolivia. El concierto no solo fue una muestra de esa nueva fase, sino un repaso de esos 20 años. La oscarizada Al otro lado del río, por ejemplo, fue entonada a cappella, como regalo por el silencio del público durante la canción anterior, y fue uno de los momentos cumbre del concierto. La riqueza de los nuevos arreglos y la complicidad de la audiencia, que ha comprado la propuesta del baile, revelan, además, el crecimiento del artista: de las melodías sencillas de los primeros discos, hasta la complejidad de mezclar diversos grados de percusión.
El hecho de que haya sido convocado por fan funding, o en otras palabras, por votación del público, que elige por la red qué artista quiere traer a su ciudad, es una señal de que sus 20 años en Madrid han hecho mucho bien a Drexler. Él devolvió la acogida dedicando a la ciudad los versos de Me haces bien: “Para contarte, canto/Quiero que sepas/Cuánto me haces bien/Me haces bien…”
