‘Hiperreal’, entre el engaño y la fascinación

Juan Sánchez Cotán, Bodegón con frutas y verduras, hacia 1602
Juan Sánchez Cotán, Bodegón con frutas y verduras, hacia 1602. © Colección Abelló

El Museo Thyssen dedica una exposición al arte del trampantojo, con un arco histórico de siete siglos y más de un centenar de obras que desentrañan las claves de los artistas para engañar al espectador

Todo lo que engaña, seduce

Hiperreal. El arte del trampantojo permite asomarse a un mundo de límites difusos, donde la ficción y la realidad llegan a confundirse. La exposición abarca desde el siglo XV hasta el XXI, siguiendo un planteamiento transversal que mezcla años, escuelas y artistas, con la idea de resaltar la continuidad del género. Cuenta con cerca de 80 prestadores, entre los que se encuentran el Museo Metropolitano de Nueva York, la National Gallery de Londres o el Museo D’Orsay de París, e incluye obras de Andrea Mantegna, Giuseppe Arcimboldo, Antonio López o Salvador Dalí.

Trampantojo procede de trompe-l’œil, término francés que hace referencia a la trampa o ilusión con que se engaña a alguien haciéndole ver lo que no es. Pintar imágenes que no puedan diferenciarse de la realidad a través de las leyes de la óptica y de la perspectiva es un juego que conocemos desde los textos literarios griegos. Y el objetivo no es otro que engañar al espectador para fascinarlo una vez ha descubierto el engaño. Porque ya lo advertía Platón en La República, «todo cuanto engaña, seduce».

Kenneth Davies, La librería, 1951. © Wadsworth Atheneum Museum of Art

El género del trampantojo ha tenido una reputación de arte para niños o para ingenuos, especialmente desde el siglo XIX. Lejos de ello, se trata de un género metapictórico, que reflexiona entre la representación y la realidad, así como sobre la propia actividad de pintar. Y eso es, precisamente, lo que se pone de manifiesto en Hiperreal.

Las obras requieren de una mirada detenida, deben ser observadas desde cierta distancia para ir poco a poco acercándonos e ir maravillándonos con la pericia de los artistas y sus convincentes efectos. En palabras de Guillermo Solana, director artístico del museo y uno de los comisarios de la exposición: «la tentación de tocar es a veces irresistible porque el engaño es fascinante». El visitante se sentirá incitado a tomar una fruta, rebuscar entre papeles, asomarse a una ventana o coger un libro de una estantería, porque la realidad solo depende del punto de vista del espectador

Jean-Étienne Liotard, Trampantojo, 1771. © The Frick Collection

«La tentación de tocar es a veces irresistible porque el engaño es fascinante»

Hiperreal propone un viaje temático a través de ocho secciones y siete siglos de Historia del Arte. La muestra comienza con un selecto grupo de bodegones o naturaleza muerta, con tal grado de naturalismo y de cualidades táctiles que generarán dudas sobre si esos objetos y alimentos son reales.

También se juega con el marco de la obra, uno de los elementos con los que el artista tradicionalmente ha engañado al espectador. Objetos o partes del cuerpo de las figuras se proyectan hacia el público, volviendo incierta la línea divisoria entre nuestro espacio y el de la pieza.

Un apartado versa sobre la representación de objetos en el interior de nichos, hornacinas o armarios. Los depurados recursos técnicos de los artistas generan la ilusión de que los elementos sobrepasan los bordes, creando ambigüedad entre realidad y ficción.

Samuel van Hoogstraten, Bodegón en trampantojo, 1666-1678. © Staatliche Kunsthalle

El visitante podrá ver cómo tablones y paredes se transforman en escenarios que exhiben cartas, documentos o grabados, mostrando las habilidades técnicas de los pintores. También hallará rincones de artista, con sus diversos utensilios de trabajo y objetos personales, o quodlibet, objetos colocados aparentemente al azar sobre una superficie plana y sujetos por cintas ficticias.

Otro de los bloques tiene como tema principal las esculturas y las flores, así como piezas que emulan relieves donde se imitan materiales como el mármol o el marfil. Por último, se aborda la renovación americana del género durante el siglo XIX y el trampantojo moderno de los siglos XX y XXI, aunque salpicado de unos pocos ejemplos de pintura antigua.

El recorrido finaliza con Tren elevado en Brooklyn de Isidro Blasco, creada ex profeso para la muestra. De igual modo que el panel de entrada a la exposición, obra del ilustrador y músico Víctor Coyote.

John Haberle, Rasgado en tránsito, hacia 1890-1895. © Brandywine River Museum

Hiperreal. El arte del trampantojo podrá visitarse hasta el 22 de mayo de 2022 en el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza (Paseo del Prado, 8).

Comisarios: Mar Borobia y Guillermo Solana, jefa de Pintura Antigua y director artístico, respectivamente, del Museo Nacional Thyssen-Bornemisza. Comisaria técnica: Mª Eugenia Alonso, conservadora de Pintura Antigua del Museo Nacional Thyssen-Bornemisza.

Entradas: en taquilla y a través de la web del museo.

Elsa Vallarino

Graduada en Historia del Arte por la Universidad Complutense de Madrid. Estudiante de Máster en Periodismo Cultural y Máster en Ciencias de las Religiones. Amante de los viajes y de la cultura asiática.

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