Las hermanas Tora López llevaban diecisiete días acampando para poder ver a sus ídolos desde un lugar privilegiado. “Hemos estado haciendo turnos desde el 8 de octubre. Llevo siguiendo a Union J desde el principio, desde hace dos años y un día”, decía María José con los ojos brillantes enmarcados en potente eye-liner y ataviada con una camiseta de uno de los conciertos a los que había asistido con su hermana (también) María.
Estas chicas habían viajado desde Alicante hasta Coca Cola Music Experience para verles, y ya les habían seguido a Cardiff y a Liverpool. Cinco amigas, también en primera fila, confesaban haber estado “dos semanas y un día esperando fuera, todas nosotras”. No podían decidirse entre Union J, The Vamps o Abraham Mateo, aunque llevaban los brazos “tatuados” dejando ver sus preferencias.
Fue el Rey del Rock quien hizo surgir la idolatría por la figura del cantante en forma de estadios repletos, mujeres en shock y más de un desmayo. Elvis tenía la voz, la belleza y el estilo. Como los Beatles, que impulsaron la cultura pop y con ella la beatlemanía: más locura y más fans enamoradas. Sus eternos competidores, los Rolling Stones, no quedan atrás, lo hemos comprobado en varias ocasiones, como aquella en la que veíamos a las chicas lanzarse a un joven Jagger del 69 mientras interpreta Honky Tonk Women.
Luego vino el fenómeno de las groupies: Nancy Spungen con Sid Vicious, Pamela Des Barres con Jim Morrison (que terminaría con otra Pamela), Sable Starr con The Stooges y Keith Richards, Lori Maddox con Jimmy Page… Sin embargo, este descontrol se ha transformado en otro de distinto cariz. Ojalá Elvis pudiera ver por quién suspiran hoy las jóvenes, tirando, más bien, a treceañeras.
La apertura de puertas de Coca Cola Music Experience, a la que asistieron 16.000 personas, resultó una competición más reñida que el comienzo de las rebajas. Los de seguridad gritaban “¡no corráis por ahí! ¡no se puede correr!” mientras un grupo de chicas de no más de catorce años blandían, casi amenazantes, unos globitos rojos cilíndricos, e ignoraban sus advertencias bajando a toda velocidad las escaleras del recinto hacia su meta final.
En primera fila, se iban amontonando varios grupitos de adolescentes, algunas con la cara pintada con el nombre del grupo al que iban a ver. La mayoría estaba allí por las boy band británicas The Vamps y Union J. Mucha locura desataban el andaluz Abraham Mateo y el murciano Xuso Jones, y había algunas seguidoras del trío femenino Sweet California.
Fuera, en el photocall, más fans esperaban el paso de los cantantes y gritaban sin descanso. Preguntaban con desesperación a la prensa cuándo iba a pasar tal o cuál artista y, en función de la respuesta, alguna salía corriendo. Mientras, los fotógrafos casi se peleaban por una posición privilegiada, y otro tanto hacían los periodistas por un par de declaraciones. Aquello era la jungla.
Los posters y carteles se amontonaban y cada vez que salía Víctor Elías acompañado de la canción del siguiente personaje, los gritos se intensificaban. A pesar de ser una de las bandas más deseadas, Union J pasaron en un abrir y cerrar de ojos, sin dar declaraciones o saludar a su legión de fans. Mario Jefferson, sin embargo, desató la histeria al acercarse a sus seguidoras y regalar selfies. Tan amable con los medios como con el público fue Xuso Jones, otro aficionado a los selfies. El llanto continuó con Abraham Mateo que, con solo 16 años, provocó ataques a más de una de las asistentes. De igual manera sucedió con El viaje de Elliot, Cimorelli, Lucía Gil… Los más esperados fueron The Vamps, que causaron estallidos de tímpanos, amígdalas y cataratas de lágrimas.
Si os quedaba alguna duda, disipadla: las boy bands han resurgido, para bien o para mal, y parece que el fenómeno va para largo.
Como ha cambiado el fenómeno fan. Ya no es lo mismo sin el Rey del Pop XD.
Brillante. Muy brillante