Alfonso Cuarón y su sensibilidad de nuevo en el punto de mira. Su película, Roma, está nominada a un total de diez premios Óscar, entre ellos mejor película; una categoría que nunca antes había estado protagonizada por un film en español y en la que solo han entrado nueve títulos extranjeros en la historia de los premios. Un reconocimiento que llegó al cineasta; director de películas como Gravity (2013), que le alzó como vencedor en la categoría de mejor director en los Óscar de 2014, o La Princesita (1995), que se ganó la admiración de la crítica y conquistó a los espectadores de medio mundo; gracias a la constancia, la dificultad que exigía y, ante todo, la plasmación en blanco y negro y setenta milímetros de su infancia, marcada por la estrecha relación que su familia tenía con la empleada del hogar.
En una entrevista, el director alega; “La vida me exigió hacer esta película. Fue un salvavidas que me aventaron a la mitad de una tormenta en medio de un océano inacabable”.
Comienza como un cuento y continúa como la vida misma. Una sucesión de escenas mimadas tanto por la cámara como por el diálogo y los protagonistas, donde el tiempo es el elemento principal, utilizado por el director para ir creando la atmósfera idónea. Un tiempo lento, que detiene la cámara en cada uno de los espacios, desplazándola por los objetos de la época y que, en varias ocasiones, se para para contemplar una estampa minuciosamente creada, que consigue trasladar a nuestra mirada la vida de un barrio de los años 70 en la ciudad de México. Una vida tranquila, en una casa tranquila en la que viven cuatro niños, una madre, a la que da vida la actriz Marina de Tavira, nominada a mejor actriz de reparto, y un marido que nunca está.
Las empleadas domésticas de la casa, Cleo, interpretada por Yalitza Aparicio, quien nunca antes había actuado y que ahora está nominada a mejor actriz protagonista, y Adela, cuyo papel es representado por Nancy García, son el verdadero núcleo de la película. A través de su historia, más en concreto, de la historia de Cleo, Cuarón hace un viaje a su niñez y da voz a su propia cuidadora, que le crió y vio crecer desde sus primeros meses, y establece así las diferencias jerarquizadoras entre una familia de clase media alta y sus criadas indígenas. Libo, Liboria Rodríguez, nacida en la Aldea de Tepelmeme, es el nombre de la mujer que Cuarón quería como a una madre y en la que se inspiró para escribir este bello guión.
Las revueltas de aquella época son clave en el desarrollo de Roma, ya que forman parte de la historia del país y, por tanto, también del propio director. Entre ellas, se deja constancia de la Masacre del Jueves de Corpus, sucedida el 10 de junio de 1971, cuando un grupo paramilitar, los Halcones, reprimió violentamente una manifestación estudiantil. Murieron ciento veinte personas, la mayoría estudiantes, que se manifestaban en contra de las acciones del gobierno.
Otro de los componentes principales de la película es el sonido, que envuelve las imágenes y dota de verosimilitud a la historia. Hay un momento, durante la protesta, en el que solo se escuchan tiros. El director deja que el ambiente sea el que se sumerja en la pantalla y de esta forma pretende que los espectadores lo hagan también. Roma está nominada a mejor mezcla de sonido y mejor montaje de sonido, por Sergio Díaz y Skip Lievsay.
¿Es Roma la mejor película del año?
El debate está abierto. Roma es, sin lugar a dudas, una demostración de belleza en su máximo esplendor, un cine elegante y minucioso que nos regala momentos inolvidables y que retrata la sociedad de la época desde la perspectiva de un personaje inusual y variopinto como lo es una empleada del hogar indígena, cuya lengua materna es el mixteco.
Sin embargo, se bate en duelo con otra de las predilectas, La Favorita, con diez nominaciones.
Por su parte, Roma se ha alzado como ganadora en los premios Bafta y esto puede hacernos pensar que también será elegida este 24 de febrero en el Dolby Theatre de Los Ángeles. En cualquier caso, quedará en nuestra memoria el recuerdo de una chata mujer que se desvive por unos hijos que no son los suyos.
