Una gran exposición itinerante sobre el Muro de Berlín muestra una colección única de objetos y testimonios que nos permiten conectar plenamente con la historia
La noche del 9 de noviembre de 1989, las autoridades alemanas anunciaron la apertura del paso fronterizo del Muro de Berlín. Una multitud se congregó para derribar la estructura con martillos y herramientas simples, marcando simbólicamente el fin de la separación entre Este y Oeste impuesta durante casi tres décadas. Su caída no solo llevó a la reunificación de Alemania en 1990, sino que también simbolizó el fin de la división geopolítica entre dos mundos, el final de la Guerra Fría. Ahora, treinta y cuatro años después, la Fundación Canal trae a Madrid una exposición que promete transportar a los visitantes a este momento crucial en la historia contemporánea. Se trata de El Muro de Berlín: Un Mundo Dividido, una exposición organizada por Musealia en colaboración con la Fundación Muro de Berlín, la cual abrió sus puertas el 9 de noviembre, coincidiendo con el aniversario de la caída y que se podrá visitar hasta el 7 de enero, en la Sala Castellana 214.
Una mirada al pasado y al presente
Caminar a lo largo de la exposición es como recorrer la historia, pues cada objeto exhibido es un pedazo de lo que ocurrió. Más de veinte metros de muro y una colección excepcional de alrededor de trescientos objetos originales, acompañados de vídeos y testimonios reales de los berlineses que vivían a ambos lados del muro, son revelados por primera vez al público. Objetos que, más allá de ser simples reliquias, son el testimonio tangible de un período de profunda división y lucha ideológica, y que nos permite explorar y comprender cómo era vivir en una ciudad dividida. Entre ellos se encuentran las primeras alambradas y ladrillos utilizados en la construcción del Muro, así como objetos relacionados con los intentos de fuga y las víctimas que sufrieron las consecuencias de esta estructura. Los que más llaman la atención son, entre otros: un carrito de bebé utilizado para el contrabando y la provisión de alimentos; unas gafas de cristal grueso empleadas durante las detonaciones nucleares; un detector de radiación; el tramo de un túnel subterráneo de espionaje que atravesaba la ciudad; o algunos archivos secretos de la Stasi, el servicio de inteligencia de Alemania del Este.
Una experiencia que, sin duda, va más allá de la simple visita. A través de cinco salas temáticas, la gente va a poder entender por qué se creó el Muro, cómo se hizo o lo que supuso para los habitantes de Berlín, pero también estudiar su historia como un símbolo de la Guerra Fría, invitando a reflexionar sobre las divisiones contemporáneas y los desafíos ideológicos que todavía persisten en la actualidad.
La exposición está comisariada por Gerhard Sälter, jefe de Investigación y Documentación de la Fundación Muro de Berlín, y Christian Ostermann, director del Programa de Historia y Políticas Públicas y del Proyecto de Historia Internacional de la Guerra Fría del Wilson Center en Washington.
Madrid, hermanada con la capital alemana desde 1988, es la primera parada de un periplo internacional de siete años. Una exposición donde no solo se ofrece una visión retrospectiva, sino que también se erige como una llamada a la reflexión y la acción, recordándonos la importancia de trabajar juntos para superar las barreras que aún enfrentamos en el mundo actual. Y es que, el Muro cayó hace más de tres décadas, pero la convivencia entre las distintas visiones de cómo deben organizarse las sociedades modernas continúa siendo un reto al que nos enfrentamos cada día.
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