En la Sierra de Gredos, cerca de Madrid, existen numerosos lugares para poder disfrutar de los paisajes otoñales. El Castañar de El Tiemblo es una muy buena opción para hacer una excursión en estos días.
Los paisajes de otoño, antes de que los árboles queden desnudos, no duran mucho. Sólo pueden disfrutarse entre los últimos días de octubre y los primeros de noviembre. La reserva natural del Valle de Iruelas, en la Sierra de Gredos -entre Ávila y Madrid-, es una muy buena opción para disfrutar de este momento. Las hojas caen irremediablemente y tiñen de marrón el suelo pero en los robles, olmos, acebos y castaños aún quedan colores vivos.
El Tiemblo es un pueblo con más historia que tamaño y fama. Cerca del río Alberche, fue un punto estratégico en la época de la reconquista pero es más famoso por tener en su municipio los conocidos Toros de Guisando, unas esculturas vetonas de la Edad del Hierro. Pero lo que más gente atrae a esta localidad, con permiso de sus chuletones a muy buen precio, es su castañar.
El Castañar de El Tiemblo es especial y por eso el acceso es limitado. Aunque no hay que reservar como en otros lugares, por ejemplo el famoso Hayedo de Montejo, sí que hay hacer cola debido al número máximo de plazas para coches. Además cuesta dos euros por persona. Pero el trámite merece la pena.
Una vez ahí, la ruta dura entre una y dos horas, depende de lo contemplativos que seamos. Es sencilla y sin dificultades. No hay posibilidad de perderse. Está todo preparado para disfrutar cómodamente del paisaje. El camino traza un círculo de 4,5 kilómetros entre la espesura del bosque y, en su punto más alejado, los campos con castaños que nos regalan generosamente sus frutos. Pero es desde el principio cuando se puede disfrutar de la estampa otoñal. Los colores apagados que anuncian el cambio de estación, y algunas hojas aún verdes que se resignan a morir, forman una combinación hermosa en torno a un sendero que parece conducir a ninguna parte. Avanzando se pueden ver constantemente viejos castaños de formas caprichosas y tocones de árboles que no han sabido sobrevivir al paso del tiempo quedando recubiertos en una espesa capa de musgo.
Pero sin lugar a dudas, el lugar más interesante está aproximadamente a un kilómetro. Un monumental castaño centenario aún vive en este bosque. “El Abuelo” lo llaman. O así aparece nombrado en los carteles informativos. Es gigante. Y viejo, muy viejo. Lo presentan como un vestigio de otra época, como un testigo mudo que ve cómo cambian las estaciones. Su descomunal tronco hueco delata su edad. Gracias a su enorme perímetro puede resguardar en su interior, según afirman los lugareños, hasta un rebaño entero de cabras. Tan solo por la sensación de quedar a su resguardo merece la pena la visita.
En definitiva, el Valle de Iruela, y en especial El Castañar de El Tiemblo, son una excelente opción para disfrutar de una excursión otoñal antes de que el tiempo se vuelva frío y en ocasiones despiadado. Está cerca de Madrid y fácilmente se puede organizar una jornada con buena comida a muy buen precio, un paseo agradable y unos hermosos paisajes.