DESMONTANDO A INCUBUS

Incubus-Web Oficial

Incubus nació en el año 1995. En las reediciones posteriores de su disco debut Fungus Amongus pedían disculpas por esta “locura adolescente” mezcla de metal, funk y toques de electrónica. Dos años después llegaría S.C.I.E.N.C.E, la madurez de su etapa primigenia, el disco que en una atmósfera postgrunge con el cuerpo de Kurt Cobain todavía algo caliente, les dio a conocer como una pequeña revelación de la que se esperaba mucho, mucho más. Año 2011, If Not Now, When? Si no es una pregunta retórica, me atrevo a contestar que nunca. Que Incubus no deberían de haber llegado nunca a este disco. Pero qué le vamos a hacer, los caminos de la industria son inescrutables.

La historia que Incubus ha marcado desde el tirón del S.C.I.E.N.C.E ha provocado disgustos y alegrías por igual. Make Yourself y Morning View podrían definirse como los discos de transición, dos álbumes que poco a poco se desligaban de sus primeros sonidos para ahondar en lo psicotrópico, en la experimentación de la electrónica y del rock funk más light que las guitarras de metal que atronaban sus dos primeros trabajos. Así, recordamos por ejemplo ‘The Warmth’ que comienza con un canto de ballena, o ‘Aqueous Transmission’, ambiente de jardín japonés y ranas croando como protagonistas: la meditación, la marihuana, las playas de Calabasas y la reunión de buenos músicos en un ambiente dado al arte. Eso era Incubus, eso transmitían en todas y cada una de sus canciones que no eran más que juegos que reinventaban su propio ser… ni menos.

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A Crow Left of the Murder y Light Grenades son los pasos posteriores, en donde se mezclaban enérgicos trabajos que escupían denuncia y rabia pero en los cuales, los medios tiempos se hacían casi con la totalidad de los discos. Da igual. Tras sólo dos cambios en su formación, DJ Kilmore seguía innovando a los platos con una electrónica psicodélica; Pasillas continuaba maltratando la batería, sacando la Brandon Boyd - Official Webultraviolencia de Incubus en los temas más duros o funcionando como suave apoyo en los más benevolentes; Ben Kenney añadía color y sombras con el bajo; Mike Einziger sacaba la potencia del grupo, el alma y la esencia a través de las seis cuerdas con acordes elaborados, cambios de ritmo imposibles e indagaciones en su sonido; Brandon Boyd encumbraba los temas con una siempre impecable y apetecible voz que jugaba desde el desgarro a la suave melodía con una facilidad pasmosa.

¿Y ahora? Filtrado en la web el 26 de abril, tres meses antes de su supuesta publicación, If Not Now, When?, en conjunto, no suena a Incubus. Hay un trabajo que sobresale de entre todos los demás: este nuevo álbum son las cuerdas vocales de Brandon Boyd  planeando en unos instrumentos que sirven de apoyo y colchón. No hay un Kenney sobresaliente, un Pasillas demoledor, un Kilmore fluctuante o un impactante Einziger… hay un visible Brandon Boyd que sale ganando en todos los temas. Pero se ha perdido la visión en conjunto de Incubus como unión de cinco muy buenos músicos. If Not Now, When? es como otro trabajo en solitario de Brandon Boyd: se podría posicionar como segunda parte de ese The Wild Trapeze en el que Boyd se desataba al desnudo.

Incubus BandAsí, los cinco primeros cortes suenan prácticamente iguales siendo medios tiempos, sin cambios de ritmo, sin estructuras innovadoras, sin impulso…sin mojo; estribillos pop, de donde no hay nada que sustraer, ni tan siquiera la letra (cuestión que nunca fallaba en la enrevesada lírica de Boyd): un yermo de previsibilidad y, por qué callarlo, aburrimiento. Irónicamente, tras títulos como ‘Promises, Promises’ o ‘Friends and Lovers’, llega ‘The Original’ que peca de todo lo achacado a sus predecesoras pero que esconde un rayo de luz con una guitarra muy Einziger que escuchamos apenas unos segundos en la mitad del tema; unos gloriosos segundos de guitarra a los que aferrarnos para seguir escuchando este tema de tedioso estribillo pero muy reseñable final. Pero para final memorable el de ‘In the company of wolves’ donde la eléctrica se hace fuerte y todos los instrumentos, con los susurros de Boyd de fondo, devuelven una sonrisa confidente a los fans de Incubus. Casi lo consiguen. Casi lo quieren conseguir.

Por fin, en ‘Switch Blade’ le dan la vuelta al disco con un ritmo rapeado y un toque postpunk, aunque la verdad es que el tema tampoco permite ahondar más, no se mojan y nos dejan a medias con la sensación de que podrían hacerlo mucho mejor. Y llega ‘Adolescents’ que, si como primer single sin haber escuchado el resto parecía flojo, en el conjunto del disco tras haber bajado el baremo de exigencia se convierte en uno de los mejores cortes: experimentan en los puentes, nos preparan para el estribillo con el que juega la voz de Brandon Boyd, Einziger se crece como sólo él sabe hacerlo y todo suena perfectamente en conjunto, más light sí, pero por fin son ellos: al fin hacen aparición Incubus. Y se asoman para quedarse hasta el final, con el tema ‘Tomorrow’s Food’, un juego de voces en el que Kilmore se despierta en esos platos para ofrecernos una espiral de electrónica suave y sibilante, con un bajo y una guitarra insistentes que se enmarañan cual enredadera en un ritmo libre y atrapante.

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Más cercanos al pop y alejados de los trepidantes y adictivos ritmos a los que nos tenían acostumbrados, Incubus han vuelto. Y pese a que este disco parezca más una mancha en su carrera que un puente hacia otro giro en el camino, lo que no se puede negar es que es un disco bien construido, bien hecho. A los oyentes más puristas de los de Calabasas nos duele esta falta de sangre y esta dejadez a lo fácil y a lo sensiblero… pero siempre nos quedarán sus directos y esos pequeños rayos de luz en un disco que por muy azucarado que sea, es oscuro. Tan oscuro como un agujero negro en medio de un viaje placentero.

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