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David Ruiz, de La M.O.D.A.: «No cantamos a ninguna bandera, hablamos de sentimientos»

David Ruiz, vocalista de La M.O.D.A.
David Ruiz, vocalista de La M.O.D.A.

Tras pasar un tiempo respirando el ambiente musical de Dublín, el burgalés David Ruiz volvió a su ciudad natal con la clara intención de formar un grupo. De esta manera, creó en 2011 el septeto La Maravillosa Orquesta del Alcohol (La M.O.D.A.), definido por él como “un grupo de siete amigos que hace música acústica con instrumentos poco habituales como el acordeón, el clarinete, el saxofón, el banjo o la mandolina”. Casi siete años y tres discos después esta banda de folk-rock, con claras influencias del punk o el country, se ha erigido como uno de los grupos jóvenes con más futuro del panorama nacional gracias a su característico estilo y a su potente directo.

La M.O.D.A. viene de agotar todas las entradas en los diez conciertos con los que ha comenzado la gira de presentación de su último álbum, Salvavida (de las Balas Perdidas), que vio la luz el pasado mes de octubre, incluidos tres llenos en La Riviera de Madrid en una semana, y han sido confirmados por alguno de los principales festivales del país como el Mad Cool, el Arenal Sound o el Sonorama. Ellos entienden la música como “un elemento de unión entre personas que no se conocen, en un momento en el que la sociedad cada vez nos separa más del prójimo” y alrededor de este concepto del poder sanador de la música gira todo este nuevo disco, del que hablamos con su vocalista.

David Ruiz, vocalista de La M.O.D.A.
Autor: Juan Rodríguez

Cultura Joven: ¿De qué les ha salvado?

David Ruiz: La música ha sido una compañera muy importante en nuestro día a día, pero creo que no sólo para nosotros sino para todas las personas que conozco. Leí una vez que Picasso decía que para él la pintura era muy importante porque aunque le encerrasen en una celda, con tener una mina de un lápiz podía seguir dibujando. Mantenía ese pequeño espacio de libertad al que no podía entrar nadie. Con la música pasa algo similar. Es un refugio, un lugar no físico que nadie te puede arrebatar, y una buena banda sonora para celebrar y para disfrutar cuando estás bien.

CJ: Este es su tercer álbum autoeditado, ¿por qué es tan importante para ustedes controlar todo el proceso creativo?

DR: Porque a nadie le importa tanto la banda como a nosotros. Porque creemos en una manera de hacer las cosas y de trabajar dentro de la música y queremos mantener esta mentalidad. De alguna forma para nosotros supone mucho más trabajo porque hay que estar pendiente de un montón de aspectos extra musicales, pero, por otro lado, la satisfacción y el orgullo que se siente cuando vas avanzando y creciendo sabiendo que todo te lo has ganado tú y que nadie te ha regalado nada, al final merece mucho la pena.

CJ: Vemos que las letras están bastante impregnadas de crítica social y política, ¿es su disco más reivindicativo?

DR: Yo creo que la crítica y el inconformismo con el resto y con uno mismo siempre han estado en nuestros discos. Lo que pasa es que supongo que muchos grupos hablan de otras cosas y entonces a la gente le sorprende y le llama la atención. Somos una banda que no le canta a ningún partido, ni a ningún movimiento político, ni a ninguna bandera. Nosotros hablamos de sentimientos y de emociones. En definitiva, de seres humanos.

CJ: ¿Y el más poético? Hay muchas canciones que incluyen fragmentos recitados con la música de fondo…

DR: Sí, yo creo que sí. Hay más cantidad de letras que nunca y hemos difuminado las estructuras, que en otros discos eran más clásicas y cerradas. Le hemos dado la vuelta al formato y nos hemos alejado de convencionalismos. Todo eso ha influido en que las letras tengan más peso que nunca.

CJ: “No te olvides de dónde vienes”, repiten constantemente en la canción Héroes del sábado ¿Es este su mantra?

DR: Sí. Es muy importante seguir con los pies en el suelo y evitar tonterías y volvernos gilipollas porque realmente para nosotros el éxito es poder levantarnos cada día y seguir con una motivación más allá del dinero o las cifras, que nos dan igual. No nos consideramos mejores ni peores que hace unos años, cuando venían a vernos cincuenta personas. No somos nada más que un carpintero, un cocinero, una jueza o que un médico. Todo el mundo es igual de válido, igual de importante. Nosotros creemos en ello y queremos seguir así.

CJ: Lo que es un hecho es que han pasado de tocar para veinte personas en un garaje a llenar tres Rivieras, dos de ellas sin haber salido el disco ¿Tiene La M.O.D.A. este vértigo a la inmensidad del que habla en su tema La inmensidad o lo vive con naturalidad?

DR: La canción habla de un miedo personal que puede ser compartido por gente muy diferente. Ese vértigo hacia las infinitas posibilidades del futuro y la ansiedad que ello produce. Dicho esto, sí que ha habido un cambio, pero ha sido muy progresivo. No hemos pasado de tocar para 17 a hacerlo para 17.000 en un día, sino que ha sido todo fruto de mucho trabajo, de picar piedra. Pero sí, no somos gilipollas, claro que vemos la diferencia. Ahora hay mucho más público en los conciertos, nos llaman de muchos más festivales y los medios se interesan mucho más por nuestro trabajo. Siempre hay un poco de miedo a que eso te cambie o a que cambie un poco la esencia del grupo y de los conciertos porque todo es más fácil de manejar cuando tocas delante de menos gente.

CJ: ¿Consideran que la fuerza de su directo ha sido una de las claves para el crecimiento de su grupo?

DR: Sí, sin duda. Al final han sido casi siete años de trabajo diario, de ir ganando seguidores uno a uno a base de tocar, tocar y volver a tocar. Donde nos encontramos cómodos es en el escenario, es nuestro hábitat natural, y ya sea en un festival multitudinario o en la calle intentamos dejarnos la piel y hacer que el público se vaya un poco más feliz a su casa. La gente lo que nos escribe y nos dice es que sonamos diferentes, que la combinación de instrumentos les parece original y novedosa, que ven al grupo sincero y que ese entusiasmo que tenemos en el escenario se contagia.

CJ: En esta misma canción de La inmensidad afirman que quieren quemar la culpa y gritar que no se arrepienten de nada, ¿qué cambiarían de todos estos años?

DR: No nos arrepentimos de nada. Al revés, estamos muy orgullosos y el tiempo, de alguna forma, nos ha reafirmado en esa posición y nos ha dado la razón. A pesar de haber elegido un camino más largo y más difícil, ha merecido la pena y todo lo que está llegando ha sido sin forzarlo y sin querer perder el culo por llegar a más gente.

CJ: También realizan un homenaje a Castilla, su tierra, y también la de sus padres y abuelos, en Campo amarillo. En ella hablan de “la tierra que menos le importa al gobierno».

DR: Sí, porque a pesar de no creer en divisiones administrativas o geopolíticas, para nosotros nuestra tierra está un poco dejada de la mano de Dios. Probablemente por culpa nuestra no ha habido reivindicaciones políticas que sí que ha habido de sur a norte, desde Andalucía hasta el País Vasco. Tenemos mucha riqueza personal, folclórica, monumental e histórica y nos da la sensación de que muchas veces por nuestro carácter frío y seco, forjado en la pobreza y en el trabajo duro que realizaron nuestros abuelos, no se le da la importancia que se merece. Parece que es la tierra de la que menos se tienen que preocupar los gobiernos porque somos los que menos golpes hemos dado encima de la mesa. Quizá es el momento de pedir, no más que otros, porque no consideramos que nadie sea más que otra persona por el lugar en el que ha nacido, pero sí por lo menos abrir los ojos y ser conscientes de que nosotros no tenemos nada que envidiar a nadie.

CJ: ¿Alguna reivindicación en concreto que quieran proponer?

DR: No se trata de algo material. Es algo simbólico. Queremos transmitir que estamos orgullosos de todo lo que tiene esta tierra y sus gentes.

CJ: Con su música han puesto el nombre de Burgos en todo lo alto.

DR: Sí, pero no vamos por ahí con ninguna bandera, ni creemos que por nacer en Castilla, en Gibraltar o en Chipre eres mejor que el de al lado.

CJ: Tienen muy claro de dónde vienen, pero ¿hacia dónde se dirigen?

DR: Es difícil saberlo y preferimos no preguntárnoslo. Vivir en el futuro es un error, aprendes a base de muchos palos. Hay que disfrutar del momento dulce que estamos viviendo y de esta gira que acaba de empezar. Del contacto con el público, del cariño que nos están transmitiendo a través de las redes sociales, e intentar ser felices encima del escenario y hacer feliz a la gente que viene a vernos. Ese es nuestro objetivo.

 

 

Pablo Gugel

Periodista y Comunicador Audiovisual. Cinéfilo, melómano y amante del arte y la literatura.

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