DAVID DEMARÍA: RELOJES DE ARENA Y RÍOS DE INSULINA

Medios rostros de Jacob, Bella y Edward con color de ojos diferentes

Después de escuchar Relojes de arena, no puedo evitar pensar que si el Romeo de William Shakespeare y David DeMaría hubieran sido contemporáneos, hubieran sido los mejores amigos. Pero ni estamos en el siglo XVI ni tanta cursilada puede ser sana. Los vampiros de Stephenie Meyer son monstruos grotescos a lado del séptimo disco de este electricista metido a cantautor que se recrea en el desamor hasta hartarse.

Relojes de arena está compuesto por trece baladas pop en clave de flamenco que parecen la misma canción puesta en bucle. Los mismos temas, las mismas rimas, los mismos ritmos anodinos que se repiten una y otra vez. Y por si el disco normal fuera poco castigo, la edición especial viene con tres temas más en directo y una versión de ‘Que yo no quiero problemas’ firmada en conjunto nada menos que con Chenoa.

Si ya la portada del álbum no parecía augurar nada bueno, en la que aparece DeMaría jugando con la arena de la playa y haciendo un amago de la mirada Blue Steel de Zoolander, el libreto con las canciones es todavía peor. No sé qué hace más daño, si tanta noñería junta o las erratas y faltas de ortografía que causan auténtico dolor a la vista. Un poco más adelante, después de varias canciones y un par de inyecciones de insulina, cuando parecía que el nivel de azúcar no podía subir más, nos encontramos con una foto a doble página del tatuaje que tiene el compositor en su brazo, en el que se puede leer, oh sorpresa, la palabra “Amor” dibujada a tamaño XXL.

Amor XXL

‘Jugando con los charcos’ parecía empezar bien. Recuerdos de la juventud en el barrio barrio, las abuelas preparándoles la merienda a los nietos, aprendiendo a ser mayor… y enamorándote. Otra vez. Y otra, otra y otra. El chaval tiene buena voz, pero el entorno no le favorece nada, y terminar la dedicatoria del disco con En fin Serafín, que más corre el galgo que el mastín… y el tiempo que el dolor… aunque mis relojes sean de arena no contribuye a la causa.

Alguien debería decirle a David DeMaría que existen formas mucho más sutiles y elegantes de cantarle al amor (y al desamor) sin necesidad de ser tan explícito y empalagoso. Lo siento por sus fans, pero el día que David De María se eche novia no le quedará más remedio que volver a colgarse el cinturón de electricista.

 

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