Suele pasar a menudo en el mundo del directo que algún cable queda mal enchufado o que las regletas se quedan más inmóviles de lo necesario, sin ecualizar cada tema de manera adecuada a lo largo del concierto. Lo que no suele pasar es que el problema persista canción tras canción y nadie haga nada para resolverlo. En la noche del jueves pasado, Murciègalo nos trajo a los neoyorquinos Crystal Stilts que presentaron su último disco In Love With Oblivion de manera prácticamente muda. Brad Hargett, cantante del grupo, pidió en innumerables ocasiones que le subiesen el sonido del micro pero esa ayuda nunca llegó. Un concierto que podría haber sido redondo, se quedó en correcto debido a que la voz de Hargett fue un susurro pisoteado por el resto de instrumentos que, también hay que decir, fueron impecables.
Empezaron con el primer corte del último disco, ‘Sycamore Tree’, un inicio demoledor que apuntaba maneras. La tendencia un tanto gótica, mezcla de psicodelia pop y postpunk, 
empezó a invadir el ambiente de la sala Serrano 41 y nos imbuimos de esa tenebrosidad de los de Brooklyn que, pose más bien British en el escenario, se deshicieron en guitarrazos y baterías densas. In Love With Oblivion sonó en todo su esplendor en temas como ‘Shake the Shackless’ o ‘Half a Moon’, pero también hubo hueco para algunos temas tan esperados como ‘The Dazzled’ o ‘Crystal Stilts’ de su primer disco, Alight of Night.
Fue un buen repertorio, mesura de la presentación del nuevo disco con los temas más definitivos e identificativos de su sonido del primer trabajo. La gran pega fue la voz, esa ausente e impasible (Hargett pidió varias veces que revisasen el sonido de su micro y mostraba caras de incredulidad a sus colegas de escenario al ver que, canción tras canción, el problema persistía). Incluso cuando se decidió a tocar la armónica, sólo las primeras filas pudimos deducir algo de ese sonido metálico que emitía débilmente.
Aún así, no se puede decir que haya sido un concierto malo (aunque sí es cierto que bastante peor de lo que hubiera sido con un correcto nivel de sonido vocal) gracias a la gran actuación del grupo (destacaría el trabajo de JB Townsend a la guitarra que consiguió darle una profundidad extra a cada uno de los temas). Crystal Stilts no es un grupo de melodías complejas ni construcciones magnánimas. Son reduccionistas, basados en la línea, en el esqueleto de cada tema y trabajados cada uno de los instrumentos sobre esa misma línea, sin ánimo de grandilocuencias ni imposturas musicales. Pero es que hasta lo simple hay que saber llevarlo a cabo y más si, como Crystal Stilts, se da tanta importancia al estilo y a la atmósfera, a la sensación envolvente y al sonido lo-fi con carácter y personalidad. Y eso son Crystal Stilts y fueron la noche del jueves, un juego de sonidos hipnóticos e intensos que consiguieron sonar completos pese a la falta de potencia en la voz de Hargett.
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