Cuando llega al Centro Cultural El Pozo del Tío Raimundo, se desata el esperado jaleo. Todo el mundo quiere una instantánea con él. Mientras esperamos para iniciar la entrevista, comprobamos que Asier Etxeandía (Bilbao, 1975), es uno de esos actores conscientes de que una sonrisa para el público siempre es un plus.
Está en un buen momento profesional y es consciente de ello. Esto no le permite restar algo de pasión por su trabajo. No se ha acomodado ante el éxito o el alago. Ha acudido para presentar Ma-Ma (2015) de Julio Médem, un filme que afronta con originalidad y sensibilidad el cáncer de mama y donde comparte plano con Penélope Cruz.
Conseguimos empezar la charla en un rincón del Centro Cultural.
¿Cómo se siente ante su nominación en los Goya por La Novia?
Me siento muy afortunado. Viviendo un sueño. No he pensado en absoluto qué decir si me lo dan porque no creo que me lo den. Voy a disfrutar de que estoy nominado a un premio muy importante y es bueno para mi carrera. No me gusta ponerme en la situación de algo que si ocurre… surgirá la magia en el momento.
¿Va a participar activamente en la gala?
Voy a disfrutar de la gala. Ya he participado activamente en otras ediciones.
¿No cree que la Academia ha ninguneado un poco Ma-Ma de Julio Médem?
No voy a llegar a decir ninguneado. Está la nominación de Penélope… Yo le habría dado más nominaciones como, por ejemplo, a la fotografía de Kiko de la Riva, que es maravillosa… Aún así, creo que es un peliculón.
No se lo han puesto fácil a Etxeandía para llegar hasta este momento de su carrera. Es un corredor de fondo. Como ha contando en varias ocasiones, fue un adolescente tímido que encontró en la música su vía de escape y de expresión. La iconografía del pop le acompaña desde entonces.
En una entrevista dijo que en su adolescencia “quería ser tan perra como Madonna”…
Está sacado un tanto fuera de contexto. Soy muy fan de Madonna. Soy muy perra, también. (Sonríe). No era mi sueño para nada. Aunque pinta muy bien en un titular. Mi religión y mis dioses han sido los grandes intérpretes. Desde Bowie, que es mi mayor referente, a Gene Kelly, a Janis Joplin… y a Madonna, claro.
Sin duda, ese adolescente que fue es la base del actor de hoy. El que jugaba a ser una estrella y lo consiguió como contaba en su espectáculo El interprete.
Yo soy de los que cree que todo lo que ocurre en tu vida hay que transformarlo en algo positivo. Precisamente para eso te ocurre. Era mi labor en ese momento. Era para que la gente hiciera lo mismo. Eso espero que consiguiera la obra.
¿Qué hay de su proyecto de grabar un disco?
El disco está parado porque han surgido muchas cosas este año, con el cine, la nominación, la empresa (Madre Konstrictor)… He establecido prioridades. Creo que para ofrecer música hay que estar artísticamente limpio. Este año no ha podido ser.
Ahora que cita su proyecto empresarial con Madre Konstrictor, ¿nos puede adelantar algo? Prometen dinamizar la noche madrileña.
Ahora mismo estamos en la preproducción. En la elección de artistas. No puedo adelantar más.
Se habla de la participación de Cayeta Guillén Cuervo.
Cayetana Guillén Cuervo, es la «Madre del Cordero», con eso te lo digo todo. Ella es la precursora de todo. Es la que nos juntó a todos para hacerlo.
¿Le gustaría dirigir cine?
Todavía no. Lo haré si me deja mi representante.
El citado representante se acerca y, entre risas, el actor me invita a preguntarle algo. “¿Le va a dejar dirigir cine?”, le pregunto. La respuesta es en el mismo tono de guasa: “Aún le veo muy verde, ¿no crees?”. “Yo no le veo nada verde”, contesto antes de volver a preguntar al actor por su coestrella en la película que presenta hoy.
¿Le gustaría volver a trabajar con Penélope Cruz?
Me encantaría. Donde ella me diga siempre estaré yo.
Con usted es el único con el que se ha subido a un escenario. ¿La dirigiría o la animaría a hacer teatro?
La he cuidado mucho. Yo siempre le he dicho que por qué no se atreve a hacer teatro. Aunque cada uno tiene que utilizar sus barreras. Eso es algo muy personal.
Llega la hora de que Etxeandía se presente ante la sala que está aborrotada. (Literalmente, más personas que asientos). Antes de irse le lanzo la última pregunta.
Películas de éxito, nominación… Después de este año… ¿qué papel quiere hacer?
Mientras le arrastran a la sala contesta de forma eufórica: “¡Todos!”.
