/

Íñigo Merino: «La música ha sido lo único que no he dejado con el paso del tiempo»

Íñigo Merino

El artista pacense presenta Lo de dentro, su primer disco compuesto de nueve temas, e inicia una gira que arranca el 19 de febrero en la Sala Mon de Madrid

Son las once de la mañana en el barrio de Malasaña, refugio ideal para cualquier artista en ciernes que llegue a Madrid con la ilusión de impulsar lo inimpulsable. No es el caso de Íñigo Merino. Llega —con gafas de sol, jersey bohemio y pelo despeinado— disculpándose y, tras asegurarse de la hora que es, pide una cerveza. Este joven de Badajoz ya puede decir, después de pasar por un doble grado de Derecho y ADE, un cuatrimestre de Ingeniería Industrial, un Máster de Acceso a la Abogacía, varios sencillos y EPs y un álbum, que a sus 26 años es jurista y cantante —más cantante que jurista—. Locuaz, cercano, simpatiquísimo y con una voz que dan ganas de oír en bucle, Merino responde las preguntas al tiempo que entabla amistad con un gorrión que, con la intención de robar las patatas que acompañan su segunda cerveza, se ha convertido en el tercero en discordia de esta entrevista que viene a iluminar cómo Íñigo Merino pasó de querer pilotar aviones a ser telonero de Taburete.

Cultura Joven: Llegó a Madrid para estudiar Derecho y años más tarde sigue aquí, pero dando conciertos. Menudo cambio… ¿Cuándo se empieza a poner la cosa seria?

Íñigo Merino: Yo llegué en 2014 para empezar la universidad y, en un principio, hacía algún que otro conciertillo, pero modo amateur. Toqué en salas gordas como la Galileo; también Sinsinati, cuando todavía eran Sinsinati, me invitaron a tocar con ellos en la Sala Shoko; luego salió una colaboración con Sofía Ellar y eso también me dio mucho bombo. Ahí llegó un momento en el que empecé a preocuparme por si no lograba acabar la carrera que, en principio, era lo que había venido a hacer a Madrid. Así que lo aparqué. Y lo he aparcado hasta hace un año más o menos.

C.J.: ¿Cómo nace su interés por la música?

I.M.: Desde muy pequeño ya tuve cierto interés. No recuerdo el punto exacto, pero sí un día en mi casa que dije: quiero tocar la guitarra. Además, yo siempre lo dejaba todo. Era el típico niño que decía “me quiero apuntar a esgrima”, y al final lo acababa dejando. La música ha sido lo único que no he dejado con el paso del tiempo. El fútbol lo dejé, porque era malísimo además, el tenis también… Todo. Yo llegaba a casa un día y decía “me desapunto”. Y justo con la guitarra nunca lo dije.

C.J.: ¿Por qué Derecho? ¿Siempre lo tuvo claro?

I.M.: Qué va, qué va. De hecho, la ilusión de mi vida era ser piloto. Intenté entrar en el Ejército del Aire como una vía para poder acceder luego a la profesión de piloto comercial. Pero al final me quedé fuera. Había 19 plazas y yo fui el 26. Así que me enfadé tantísimo que no lo volví a intentar. Lo curioso es que al año siguiente salieron 60 plazas o así, y habría entrado. Pero bueno, si no, no estaríamos hoy aquí. Entones aquel año, por no perderlo, me metí en Ingeniería Industrial, en la Universidad de Extremadura. Pero eso tampoco cuajó y me desapunté [se ríe]. Entonces decidí hacer una carrera más general que me abriera más puertas, e hice Derecho y ADE. Y, sorprendentemente, me gustó muchísimo. Además, desde el primer momento.

C.J.: ¿Nunca se pregunta qué habría pasado si hubiera intentado lo de piloto?

I.M.: Seguro que cosas buenísimas. Pero también seguro que cosas peores de las que me están pasando a día de hoy. Mi madre siempre dice “para atrás ni para coger impulso”. Así que me quedo con ese comentario de mi madre. No me arrepiento para nada.

C.J.: Hasta hace unos meses estaba también en un despacho de abogados. ¿Cómo lograba compaginarlo todo?

I.M.: Durmiendo muy poco.

C.J.: ¿Cómo definiría su estilo?

I.M.: Lo veo supercomplicado eso. Si quieren decir que hago pop, lo compro. Si quieren decir que hago canción de autor, lo compró también. Yo lo que hago es canción de autor, pero lo que suena después lo intentamos vestir con una serie de elementos que hagan de este género un producto un poco más oíble para que pueda llegar a más gente.

C.J.: ¿Diría que este género está infravalorado?

I.M.: A mí no me lo parece, lo que sí creo es que tiene un público más reducido. Pero si hay una persona a la que le guste la canción de autor, creo que siempre le va a gustar y va a ser un oyente superfiel. Lo que pasa es que tienes ahí ese techito, y a mí me apetece sobrepasarlo. Al final, yo creo que a cualquier artista le gusta que le escuche cada día más gente.

C.J.: Ha mencionado que hace cinco años colaboró con Sofía Ellar, concretamente, en la canción G&T’s. ¿Qué les llevó a trabajar juntos?

I.M.: Yo subía vídeos a mi Instagram, pero como un hobby. Canto y subo un vídeo, y no le doy más importancia, lo ven mis amigos y mis amigas y ya está. Pero el vídeo le llegó a Sofía por un amigo mío que la mencionó en los comentarios o algo así, ella lo vio y le gustó mucho, y me dijo que si quería tocarla con ella. Y así surgió. Un comentario en Instagram, y ya está.

C.J.: La más reciente es con Luis Fercán, Ámbar y el mar. ¿Por qué él?

I.M.: Primero porque es un grandísimo amigo, lo quiero como a un hermano. Y segundo, porque antes de conocerlo y hacernos tan amigos como somos ahora, yo era muy fan de él. Luis Fercán era uno de mis referentes artísticos de la canción de autor en España. Entonces, cuando escribí Ámbar y el mar, se la envié directamente a él y varios meses después le dije: “oye, ¿por qué no te vienes a grabarla?”. Y me dijo que sí.

C.J.: ¿Con qué otros artistas le gustaría colaborar en un futuro?

I.M.: Me encantaría colaborar con colegas. Pero si se puede soñar, me fliparía colaborar con Leiva, la verdad. Sería la bomba. Es mi artista favorito sin ninguna duda.

C.J.: ¿Es más de Pereza o de Leiva?

I.M.: Eso es como preguntar que a quién quiero más, si a mamá o a papá [ríe]. No puedo mojarme. Que regresara Pereza me encantaría, sería la bomba. Pero como también me encantaría que volviera El Canto del Loco, claro que sí. Sería la hostia. Pero hay cosas que no pasan. O no sé, igual de pronto nos dan la sorpresa.

C.J.: Recientemente ha visto la luz su primer álbum, Lo de dentro, un trabajo bastante personal. ¿Qué canción le resultó más difícil componer?

I.M.: Más difícil sentimentalmente yo creo que Jaque Mate. Fue muy dura porque es una canción de despecho absoluto. Y también Hueso y carne, que fue la última canción que compuse del disco.

C.J.: El 2021 le ha traído muchas cosas buenas, y no solo el nuevo álbum, también fue telonero de Taburete en el Alcazaba Festival de Badajoz. ¿Cómo surge eso?

I.M.: Cuando empecé a darle más importancia a la música, Antón Carreño me escribió por Instagram y me dijo: “oye tío, he escuchado algunas canciones tuyas que tienes subidas a Instagram y me han gustado mucho”. Me dijo de quedar para conocernos en persona. Quedé con él y desde el primer día hubo una conexión tremenda, entonces nos hicimos muy amigos. Él me propuso grabar el disco que, al final, lo han producido él y Daniel Guadaño, que es el bajista de Taburete. Entonces, de ser amigos y de que su discográfica, Voltereta, me fichara, surgen los teloneos. Y la verdad es que estoy superagradecido. Que de pronto te den la oportunidad de tocar delante de 4.000 personas es muy vasto.

C.J.: ¿Qué espera de este nuevo proyecto en el que está a punto de embarcar?

I.M.: Que no pare. Que es una cosa preciosa poder vivir de la música. Me han dado una oportunidad tremenda y me lo voy a currar al máximo para que no pare.

Raquel Pablo Alcalá

Graduada en Periodismo por la Universidad de Sevilla. Siempre entre páginas y acordes, y sin perder el sur como norte.

1 Comment

Deja una respuesta

Your email address will not be published.