Goya por la patilla

Francisco de Goya
Francisco de Goya

La Calcografía Nacional alberga 228 grabados del pintor español

En un espacio de la Real Academia de Bellas Artes de la Calle Alcalá, aguardan, casi escondidas, cuatro series de láminas de cobre grabadas al aguafuerte por Francisco de Goya. Obras cumbres de la historia universal del grabado, equiparables a las de Durero o Rembrandt, accesibles para cualquiera capaz de superar la prueba del termómetro en el recibidor.

En el interior de la Calcografía Nacional el alboroto se transforma en sosiego. El gentío de la calle se reduce a unos pocos visitantes dispuestos a contemplar el mayor fondo de matrices y estampas del arte gráfico español.

La muestra está organizada en torno a tres temas fundamentales en la obra del pintor: la mujer, la guerra y el rostro. Estos temas aparecen de forma recurrente en las cuatro series de estampas y matrices: Caprichos, Desastres de la Guerra, Tauromaquia y Disparates.

La obra de Goya como grabador debería bastar para ser considerado un referente del arte, al margen de las pinturas que lo encumbraron. La cantidad de estampas repartidas por las paredes y la ausencia de color resultan abrumadores, generando un caos similar al reflejado en muchas de ellas.

A través de los grabados, el pintor es capaz de reflejar las realidades más bellas o viles de la condición humana bajo una mirada singular, la de la defensa de la libertad de creación, escapando de las reglas establecidas y huyendo de los convencionalismos técnicos y temáticos.

Grabados de Goya expuestos en la Calcografía Nacional

Los temas se mezclan entre sí, se alimentan unos de otros, crean vínculos y establecen relaciones de causalidad y casualidad. La guerra origina rostros desencajados, miradas inundadas por el miedo y el horror, impensables en otra situación; es causa y consecuencia de caprichos, disparates y desastres por doquier; la mujer la libra y sufre; la tauromaquia la representa con el toro como parte de sus contendientes.

Los peculiares títulos son tan reveladores como las propias obras a las que acompañan. Descriptivos, sin sobrecargas, ayudan a entender las imágenes representadas. Estas leyendas, con tintes costumbristas y toques de humor, facilitan la comprensión de la realidad de la época a través de sus oficios y tradiciones.

La crítica incisiva a una sociedad cambiante es el argumento principal de la primera serie, Caprichos. El sueño de la razón produce monstruos, uno de los grabados de esta colección, utiliza la metáfora para reflejar el pensamiento de Goya ante una sociedad que abandonaba el Antiguo Régimen para abordar el liberalismo burgués. A través de esta colección el pintor somete a juicio a todos los sectores sociales.

Los Desastres de la Guerra son, para el pintor, culpa de ambos bandos. Con un claro discurso anti belicista, los grabados son un reflejo de las atrocidades e injusticias surgidas de los conflictos armados. Goya, testigo de la Guerra de la Independencia Española, actúa como cronista imparcial para mostrar sus crudas realidades. El pintor centra su mirada en el frente, retratando su caos; reflexiona sobre el hambre y el carácter solidario de quienes comparten lo poco que tienen; pone el foco sobre las ejecuciones, condenando la pena de muerte; no pasa por alto los saqueos, el éxodo, las víctimas o las penurias de la posguerra, consecuencias irremediables de la contienda.

Los Disparates, antes conocidos como Proverbios, destacan por su carácter inconcluso y la ausencia de las anteriormente comentadas leyendas descriptivas. La serie más enigmática y misteriosa de las cuatro se aproxima al arte moderno y podría haber sido compuesta perfectamente en pleno siglo XX.

Biblioteca del profesor Don Enrique Lafuente Ferrari

Para encontrar los grabados centrados en la Tauromaquia es necesario acceder a la Biblioteca del profesor Don Enrique Lafuente Ferrari. En este lugar, de aspecto más noble y elegante adquirido por la madera y los tonos oscuros, podemos encontrar planchas divididas en tres partes, centradas en la historia de la tauromaquia en nuestro país, las dos escuelas principales del toreo en el siglo XVIII y algunos lances de lidia con finales trágicos.

Un paseo a través de la historia del blanco y negro. Una experiencia constructiva a coste cero. Solo un necio —o un privilegiado— pretende llenar su estómago en un restaurante con Estrella Michelín por la patilla. Solo alguien capaz de despertar el afecto de Florentino puede ir de gorra al palco del Bernabéu a disfrutar de un clásico. Sin embargo, solo es necesario interés, aunque los bolsillos estén vacíos, para navegar por la obra de Goya. 

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