¿El cómic es morirse de frío?

La teoría del arte versus la señora Goldgruber

Existe un viejo chiste que, tras preguntarse qué es el arte, responde: Helarte es morirte de frío”. Es un chiste malísimo. Y el cómic, ¿qué es? ¿Es arte? Partiendo de lo anterior, hay viñetistas a los que les cuesta bastante pagarse la calefacción, así que por esa regla de tres, sí, el cómic es definitivamente arte, arte del bueno. Entonces hay que virar el rumbo de la pregunta. ¿Merece el cómic la categoría de arte? ¿O eso sería una putada? En La teoría del arte versus la señora Goldgruber (Sins Entido, 2012), el austríaco Nicolas Mahler lo deja muy claro: para el cómic, el arte suele ser más bien eso, una putada.

 

Pese a su grandilocuente título, el álbum es una divertida reflexión sobre lo que significa dibujar viñetas en la racional Centroeuropa, especialmente a la hora de hacer la declaración de la renta. Allí los artistas aplican un tipo impositivo del 10 %, en vez del 20 % habitual. La señora Goldgruber está basada en un personaje real; la funcionaria de Hacienda a la que le tocó discernir si Mahler, aquel individuo larguirucho cargado de dibujitos, merecía dicho beneficio fiscal. Y finalmente decidió que sí, después de que el dibujante se encargara de aclararle que con lo que hacía no se ganaba dinero. La funcionaria comprendió entonces que aquello tenía que ser arte.

Goldgruber

Además de anécdotas como esta, en La teoría del arte versus la señora Goldgruber Mahler enuncia un sólido discurso sobre lo que sucede con el cómic cuando se trata de encerrarlo en un museo. Los cómics, defiende, pertenecen a las librerías y no a las paredes de ninguna sala de exposiciones. La esencia de las historias gráficas -publicarse y lograr la máxima difusión- se opone a la búsqueda por parte del arte de originales valiosos, continúa. Cuanto más se acerca el cómic al arte, más se aleja de su condición de medio narrativo y, por tanto, más aburrido es, plantea Mahler, quien además se queja de que los museos solo se interesen por las viñetas como “accesorios kitsch”.

Las exposiciones de cómics “son tediosas”. Y los dibujantes de cómic que pintan en lienzo, “lamentables”, denuncia este Mahler que se crece y se parodia desde sus propios viñetas: “los buenos cómics -como cualquier libro- pertenecen a las librerías y no a los museos”. 

Goldgruber

Irónicamente, la web oficial del dibujante se llama «Mahler Museum«.

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