TESTIGOS DEL OLVIDO

En pleno corazón de la ciudad, a pocos metros de la mítica Cibeles y de la fastuosa Asamblea de Madrid, los viandantes caminan deprisa ataviados con gruesos abrigos y largas bufandas que los resguardan del frío de la capital. En la esquina de la calle Barquillo el puesto de castañas perfuma con ese olor a otoño la prominente fachada del Instituto Cervantes. Y dentro de este edificio, entre paredes negras, se cuentan historias de realidades muy diferentes a la que se vive al otro lado de sus ilustres portones. Se trata de la exposición Testigos del olvido.

Declaraciones como la de una refugiada de Birmania que ha vendido a su hijo de dos años con la esperanza de que pudieran alimentarlo, o la del único superviviente de una familia de Zimbabue devastada por el sida nos hacen sentir muy pequeños dentro de la inmensidad de la sala. A nuestro alrededor vemos retratos de miseria y crisis pero entre ellos siempre se cuela la sonrisa de un niño; un niño al que le falta o un zapato, o una camiseta limpia o un brazo, pero que lo compensa con un brillo de esperanza en la mirada, que orgullosa se desvía hacia los libros de escuela tan odiados por otros jóvenes.

Pero seguimos caminando por la amplia galería de techos altos. Infierno en tierra de dioses es el título de uno de los ocho reportajes, realizados por célebres escritores y periodistas, que acompañan a las fotografías de esta muestra. En él se nos habla de la India, esa tierra mágica de leyendas que tantas veces hemos encontrado capturada en folletos de viajes con el Taj Majal de fondo. Pero aquí no se pretende vender un billete de avión o una visita guiada; en todo caso lo que se intenta es vender consciencia de una situación de penurias, violencia, detenciones y familias desgarradas por el horror.

Y a este reclamo se unen el resto de las imágenes de esta exposición que, reforzadas por proyecciones y textos, exhiben relatos que logran estremecer, conmover y hacer reflexionar. Relatos que para muchos suponen sólo cotidianeidad, y que a nosotros nos quedan tan lejos que apenas podemos darles crédito. Relatos de realidades que se nos han presentado descontextualizadas dentro del frenético ritmo de un telediario insensibilizándonos por tanto ante ellas. Relatos cuya crudeza apenas se nos ha esbozado a través de alguna que otra novela testimonial que leemos absortos en el metro de camino al trabajo o a la universidad.

Deja una respuesta

Your email address will not be published.