/

Svetlana Alexiévich, lección de humanidad

SV
Svetlana Alexiévich, Premio Nobel de Literatura (fuente)

No todos los días se tiene la oportunidad de conocer en persona a un Premio Nobel, así que acudimos, el pasado 17 de mayo, al encuentro que organizaba la Fundación Telefónica con la bielorrusa Svetlana Alexiévich, la primera periodista en ganar este galardón, en su programa Hay vida en martes. Tampoco se lo quisieron perder rostros conocidos como la exministra de Cultura Ángeles González-Sinde, el escritor Lorenzo Silva o el cómico y presentador de televisión Joaquín Reyes.

La periodista de Noticias Cuatro Marta Fernández fue la encargada de conversar con la Premio Nobel de Literatura sobre su vida y sus experiencias, mientras que el ilustrador Enrique Flores volcaba en sus dibujos distintos retazos de la conversación.

Las obras de Alexiévich, a pesar de estar escritas muchas de ellas hace más de veinte años, empezaron a traducirse a otros idiomas y a llegar a España el año pasado tras recibir el reconocimiento de la Academia Sueca. Así que, aunque con un poco de retraso, pudieron hablar sobre los testimonios de las personas que vierte en libros como Voces de Chernóbil, La guerra no tiene rostro de mujer o Los muchachos de zinc (todos ellos de la editorial Debate).

Durante el transcurso de la charla quedó patente que para la periodista son muy importantes las personas, pues “se ha pasado décadas entrando en el cofre interior de la gente”, tal y como afirmó la presentadora. La bielorrusa explicó que durante la escritura de Voces de Chernóbil se encontró con gente que se negaba a hablar para evitar revivir lo ocurrido, pero había otras que, sin embargo, estaban encantadas de poder hablar con alguien. “Nosotros somos los testigos, pero vamos a desaparecer”, le decían a Svetlana Alexiévich, por lo que su trabajo ha sido el de “recoger estos testimonios para que no se entierren con ellos y desaparezcan”, como dijo Marta Fernández.

presentación
Marta Fernández y Svetlana Alexiévich durante el encuentro (fuente)

La Premio Nobel indicó que se acercaba a esas personas “queriendo saber la verdad sobre la guerra” porque, a pesar de tener libros en su casa sobre el tema, para ella “la calle era más fuerte que los libros” y le sorprendió que cuando hablaba con los testigos sobre la guerra lo hacían en términos de “asesinato, no como proeza de los hombres”.

También le dio tiempo a repasar la historia de Rusia, a criticar a Putin y el capitalismo, pero incidió varias veces en que “el odio, la venganza… no puede salvarnos. Solo el amor puede hacerlo”. Remarcó, también, que no puede asegurar “que el amor triunfe siempre, pero hay que intentar que la vela de la humanidad (que tenemos dentro cada uno de nosotros) siga encendida”. Se considera pacifista y piensa que “lo que hay que matar son las malas ideas, no a las personas. Con ellas hay que conversar”.

Igualmente, subrayó que espera que el Premio Nobel que ha recibido revitalice “el interés de los medios por el relato humano, de la gente común, y por el periodismo narrativo”.

Quizá, lo que más llama la atención sobre ella es su humildad y que, pese a todos los desastres que ha visto y todos los testimonios sobre el horror que ha escuchado, casi siempre tiene una sonrisa en su cara. Ella afirma que “la ternura de las mujeres” es lo que le ayuda a tratar con el mal, pues “en sus relatos siempre hay compasión por la vida de los hombres”.

Aunque ha recibido muchos premios a lo largo de su carrera (el Premio Ryszard-Kapuściński, el Premio Herder, el Premio del Círculo de Críticos Nacional del Libro y el Premio de la Paz del Comercio Librero Alemán), asegura que no quiere presentarse “como una súper mujer” y en su lugar prefiere pensar que “tan solo son cosas de esta profesión”.

Tras desvelar que tiene dos libros más en camino –uno sobre el amor y otro sobre la vejez-, el encuentro terminó con la lectura del último párrafo de La guerra no tiene rostro de mujer:

«No es necesario que escribas sobre nosotras… Un recuerdo es más valioso… Hemos estado hablando contigo. Hemos llorado. Tú, cuando te despidas, mira atrás, date la vuelta para vernos a nosotras y a nuestras casas. No mires una vez como si fueras una extraña, hazlo dos veces. Como hacen los nuestros. No hace falta nada más. Gírate para mirarnos…»

En el vídeo de abajo se puede ver el encuentro completo con Svetlana Alexiévich.

[vsw id=»qIokj8-ItPo» source=»youtube» width=»650″ height=»344″ autoplay=»no»]

Alicia Serrano Leiva

Aprendí cuando era niña a hacer hechizos de magia junto a Harry Potter, me enamoré en mi adolescencia de Edward Cullen- un vampiro que brilla- y compaginé sacarme la carrera de Periodismo con salir viva de Los Juegos del Hambre.

Ahora vierto en mi blog la obsesión por los libros juveniles que, como Augustus Waters a Hazel Grace, me han dado una eternidad en estos días contados.

Deja una respuesta

Your email address will not be published.