“Si tu valor te rehúye, supera tu valor”, exclama Cheryl Strayed en un momento cumbre del largometraje. El gran lema para este drama de aventuras. La fuerza con la que empieza la película, del director de Dallas Buyers Club (2013), Jean-Marc Vallée, es desgarradora y sin aliento. Y todo esto se sigue padeciendo a lo largo de los restantes 115 minutos de duración, gracias a la magnífica interpretación de la actriz protagonista. Reese Witherspoon, lo defiende cada segundo a capa y espada.
La cinta, titulada Alma Salvaje, (2014) es uno de los mejores trabajos de esta actriz americana en años. Producida por Fox Searchlight Pictures, cuenta una serie de trágicas experiencias personales, que padece la protagonista de esta terrible historia real, Cheryl Strayed. Con el objetivo de borrar de su mente esas malas experiencias, decide cumplir un reto personal: recorrer en solitario, y careciendo de experiencia, más de 1600 kilómetros por el Sendero de las Cimas del Pacífico, que atraviesa el desierto de Mojave, en un intento por encontrarse a sí misma y descubrir, por fin, quién es ella en realidad.
El mismo sentido que tiene la película, lo podemos equiparar a la evolución que ha vivido como actriz Witherspoon. Ha ido de menos a más. Reese ha evolucionado con clase a lo largo de estos últimos años. Ya no encontramos los papeles planos, superficiales y suspendidos constantemente por parte de los críticos cinematográficos de Cruel intentions (1999) o el de Una rubia muy legal en el año 2001. Aquí regresa la Witherspoon más profunda y más realista, que pudimos ya entrever en Agua para elefantes, (2011) junto a Robert Pattinson. Grita desesperadamente, ríe con locura y llora como una niña de cinco años con una gran ternura. Te conquista y, además, resuelve a la perfección su papel de una mujer de infelicidad absoluta.
Por estos méritos Reese Witherspoon ha consegudio lo que muchos ya no creían: volver a ser reconocida como una gran actriz. Y los hechos de los últimos meses, lo demuestran. Fue nominada en los Premios Británicos BAFTA y en los del Sindicato de Actores, (SAG). Fue distinguida también en los ya pasados, Globos de Oro, con una nominación en la categoria de Mejor Actriz de Drama. Y, por si esto fuera poco, ya se encuentra como una de las nominadas y favoritas para uno de los premios más importantes de Hollywood: la estatuilla a Mejor Actriz Protagonista en la próxima gala de los Oscar que se celebrará el próximo 22 de Febrero.
Gran mérito por parte de la chica de ojos soñadores de Luisiana, hay que admitirlo. Pero cuidado, porque también hay que reconocer que la actuación de Reese Witherspoon no es la única excelencia del filme, ya que posee otros aspectos que también lo engrandecen. La espléndida adaptación del guión de Nick Hornby, basado en la autobiografía de la mujer que padeció los hechos, Cheryl Strayed, refuerza aún más el argumento.
Acusa cierta falta de ritmo en los planos que se compensa con un hecho favorable en el guión: a cada paso que da el personaje en su recorrido, una palabra o expresión queda clavada en el corazón del espectador. La fotografía es otro elemento a destacar. Por parte de Yves Bélanger, nos ayuda a adentrarnos en la trama con las instantáneas de los espectaculares paisajes que se recorren en cada secuencia. Se muestra una imagen fascinante y peligrosa de la vía de más de cuatro mil kilómetros que surca la costa oeste de Estados Unidos, desde la frontera mexicana, hasta la canadiense. Y, por último, la banda sonora no se queda corta tampoco. Además de la música descriptiva del tratamiento de los paisajes, como el sonido ambiente en varios momentos del canto de los pájaros, existe una banda sonora que sumerge al espectador en el Estados Unidos más salvaje, en la América profunda.
No es ninguna sorpresa en absoluto. La adaptación cinematográfica de Alma Salvaje se apoya en una historia efectiva y cruel. Pero, a pesar de los poderosos elementos de las experiencias verdaderas en la vida de Cheryl Strayed, el propio montaje, ya salva de por sí al proyecto. Se sobresale del buen camino a causa de un exagerado sentimentalismo en bastantes primeros planos. Pero, como pocas veces sucede, es perfectamente aceptado por el espectador y te deja con un buen sabor de boca al levantarte de la butaca de la sala del cine una vez la pantalla se funde en negro.
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