Que toda la vida es sueño… ¿o no?

Escena del Ensayo General

Verdad: Que en la primera escena de la obra, Lisipo, el mago lleva un micrófono. Mentira: Que la CNTC se haya sumado a la reciente (pero contraria a toda lógica teatral) costumbre de utilizar amplificadores de sonido. El recurso se usa para un mayor efecto dramático, y tras el monólogo inicial la obra depende de la técnica vocal de sus actores, con (en su mayoría) excelentes resultados.

 

Verdad: Que temas como el honor, la honra, la ofensa o la virtud; nos quedan un tanto alejados. Mentira: Que una obra escrita en el Siglo de Oro no resulte de actualidad en nuestro S.XXI. En la vida todo es verdad y todo mentira habla de la línea entre realidad y ficción, sí; pero también de las dictaduras, de la presunción de inocencia y de las cualidades que ha de tener un buen gobernante. Cada uno  que se aplique el cuento como pueda.

Verdad: Que el teatro clásico nos resulta ahora difícil de comprender. Mentira: Que un buen actor no pueda hacer del verso algo natural. Carmen del Valle, como Cintia, y Ramón Barea, como Focas mantienen conversaciones en el escenario de forma tan contemporánea como las que podrían tener en el café del teatro una vez acabada la función. Se notan las tablas, así como se nota la formación y la técnica de un maravilloso Iñaki Rikarte, como Heraclio, que se come el mundo desde la escena.

Verdad: Que el teatro físico había quedado relegado a circuitos teatrales “alternativos”. Mentira: Que como ya hiciera Gerardo Vera al frente del CDN cuando en 2006 montó Divinas Palabras; una compañía nacional no pueda salir airosa con humanos interpretando a perros, ciervas, o tigres.

Verdad: Que, como decía una señora entre el público, “si en esa época tuvieran pruebas de adn, se hubiera resuelto ya la trama”. Mentira: Que eso fuese de algún modo una mejora de las cosas.

En esta vida todo es verdad y es mentira se representa en el teatro Pavón de Madrid hasta el 18 de Marzo. 

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