Naturaleza, construcción, ritmo, color y movimiento. Sobre estos cinco temas Paul Klee (1879-1940) desplegó su creación artística y las enseñanzas que durante una década impartió en la Bauhaus. Se puede ver en la Fundación Juan March de Madrid hasta el próximo 30 de junio.
Considerado un artista mágico, un maestro al que le importaba mostrar más el proceso que el resultado, su legado pedagógico ha dejado una gran huella para los teóricos del arte. Así lo demuestra la exposición Paul Klee: Maestro de la Bauhaus a cargo del comisario Manuel Fontán.
Hablar de la Bauhaus es hablar del mejor diseño, arquitectura y arte del siglo XX. Esta escuela se fundó en 1919 en la ciudad alemana de Weimar y pretendió cambiar la forma de la enseñanza artística como base para la transformación de la sociedad burguesa del momento. Entre su profesorado de lujo destaca Paul Klee, artista que durante los años que pasó en la Bauhaus (1921-1931) desarrolló sus investigaciones teóricas y plásticas en torno a la forma pictórica y sus estructuras.
Bajo el título Paul Klee: Maestro de la Bauhaus, la Fundación Juan March ofrece un recorrido por 137 obras del artista; pinturas, acuarelas y dibujos realizados por Klee durante sus años de docencia en la Bauhaus. La procedencia de los mismos es el Zentrum Paul Klee de Berna, así como de algunos museos y colecciones de Alemania, Francia, Estados Unidos y España. También se expone un centenar de manuscritos que han sido seleccionados entre sus notas de clase como ‘La escuela está viva. Viva la escuela‘, en los que se percibe la capacidad de Klee para reflexionar sobre el universo teórico y práctico del arte. La muestra se complementa con una serie de fotografías, objetos y documentos de la época: desde herbarios de Klee, fuentes documentales de sus escritos, postales o sus cuadernos de dibujos, los cuales ayudan a contextualizar su vida y su trabajo en la escuela alemana.
En definitiva, Paul Klee: Maestro de la Bauhaus es un acercamiento al trabajo del artista durante una época concreta. Nos habla de la geometría, el plano, el volumen, el movimiento, las configuraciones plásticas… poniendo de manifiesto su propia teoría y su práctica artística. A Klee no le interesaba sólo el dibujo, sino que «el propio dibujo tuviese la capacidad de exprimir aquello no visible, lo invisible».
