La compañía Teatro del Noctámbulo presentó este mes de enero en Madrid, en el Teatro Fernando de Rojas, en el Círculo de Bellas Artes, su adaptación de la tragedia griega Edipo Rey, de Sófocles, tras recibir el premio al Mejor Espectáculo de Sala 2015 en la XVIII Feria de Teatro de Castilla y León y su éxito en el Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida en el año 2014.
Edipo, elegido por el pueblo tebano para ser su nuevo rey, se enfrenta a una maldición divina que se cierne sobre la polis griega en forma de peste. Los sacerdotes de Apolo y los ciudadanos piden ayuda al monarca, que envía a su cuñado Creonte para que pida consejo al oráculo del dios Sol.
Las noticias que trae Creonte a la corte para solucionar las horas tan oscuras que vive el pueblo pasan por la resolución del asesinato del rey predecesor. En este momento, la tragedia se cierne sobre la familia real, pues al indagar sobre la identidad del culpable se van cumpliendo las distintas maldiciones que los dioses del Olimpo prepararon para Edipo y su mujer, Yocasta.
Denis Rafter es el encargado de dirigir esta adaptación de Miguel Murillo de la tragedia clásica de Sófocles, respetando y recuperando muchos de los elementos de este teatro, como son el uso de las máscaras para dramatizar la escena y del coro trágico, modernizado pero respetando su esencia o el atrezzo, que aunque de modo minimalista, representa de manera sorprendente las distintas ubicaciones de la obra, como el palacio de Edipo o el templo de Apolo.
José Vicente Moirón interpreta de manera sublime al desdichado Edipo, transmitiendo la pasión y culpabilidad que al personaje consume de forma radiante y portentosa, como si el monarca se apodera de él. El peso de la obra recae sobre su interpretación.
En el papel de Yocasta vemos a Memé Tabares, la cual, a pesar de tener un personaje que aparece pocas veces en escena, consigue que el público crea realmente en la preocupación de la esposa de Edipo. Al igual que el cuñado de este, Creonte, interpretado por Gabriel Moreno.
Mención aparte merecen los actores que, de manera versátil, interpretan los distintos papeles de la ciudadanía tebana o de los sacerdotes de Apolo. Esta, y no otra, es la esencia de la tragedia griega, un juego de máscaras y corales por los cuales la trama de la obra viaja de principio a fin.
Bravo, bravo por recuperar una obra cumbre del teatro griego, bravo por respetarla, adaptándola a nuestros tiempos pero siendo fieles a la esencia de la misma y bravo, por una interpretación que hace de esta pieza una obra digna de disfrutar, pues, ‘’para quien tiene miedo, todo son ruidos’’.
