El agua fluye por todos los rincones de Orense. No solo por estar bañada por el caudaloso río Miño sino además por el clima lluvioso que caracteriza a la región. De hecho, el termalismo se ha convertido hoy día en un reclamo para el turismo, especialmente en invierno cuando uno puede zambullirse en las piscinas naturales de agua caliente al aire libre mientras la temperatura ambiente es fría, rodeados además de naturaleza.
La fuente más popular es la Burga de Abaixo, emplazada en el lugar popularmente conocido como O Fervedoiro, el hervidero, debido a que el agua brota a borbotones. Enfrente está la Terma de As Burgas, una piscina de 200 m2 de agua termal a 37 grados que permite contemplar el casco histórico de la ciudad a la vez que uno se baña. Saliendo de la ciudad y siguiendo el curso del Miño por una agradable zona peatonal se enlaza con un recorrido de tres kilómetros rodeado de vegetación que une cuatro estaciones termales. Este paseo se puede recorrer fácilmente a pie, en bicicleta o incluso en el tren das termas, que sale desde la plaza mayor y llega hasta las Termas de Outariz.
La primera parada es la estación de A Chavasqueira, con varias piscinas de agua mineromedicinal a más de 40 grados de uso público. Al lado está el complejo privado de Termas da Chavasqueira, que incluye restaurante y spa, y un poco más adelante nos encontramos con la fuente de O Tinteiro, con aguas a 43 grados con excelentes propiedades para la dermis. En la otra orilla del río, en el denominado paseo de las Ninfas, está la fuente de Reza, con idénticas características curativas.
El recorrido termal finaliza en Outariz, la zona de aguas más extensa, con varias piscinas semejantes a las de A Chavasqueira, con agua que mana a unos 61 grados, indicadas para enfermedades reumáticas y artríticas. Allí también está la de Burgas de Canedo. Son gratuitas y cuentan con un bar, aseos y vestuarios para la comodidad del público. Al lado está la Estación Termal de Outariz, una instalación de pago, de inspiración japonesa, con piscinas interiores y exteriores, tratamientos de belleza y demás servicios de relajación. El recorrido finaliza con una pasarela peatonal en Outariz por encima del Miño desde donde se observan los diferentes puentes sobre el Miño, cinco en total. Desde uno de origen romano, y remodelado en la Edad Media, (el puente viejo) hasta el puente del Milenio, una construcción vanguardista y de última generación.
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