MECANO SIGLO XXI

Portada del discoPuse la sombra de color azul eléctrico sobre mis ojos y la barra de labios roja sobre mis labios. Me cardé bien el pelo y me esmeré con el secador para que mi flequillo mantuviese intacta la forma cilíndrica del rulo rosa más gordo que encontré, después de horas y horas bailando bajo esas dos grandes bolas de luces de colores, bajo las que cada fin de semana retuerzo mi cuerpo hasta la extenuación. Acto seguido abrí mi armario y mis ojos buscaron ansiosos esa fulgurante camisa de lentejuelas plateadas y hombreras enormes, que combinaba tan bien con mi falda de tubo negra y mis medias de rejilla.Ya estaba lista, ya iba a la moda. Ya estaba preparada para colarme en esa alocada fiesta y beber cerveza sin parar; beber cerveza y dar placenteramente una calada tras otra a mi cigarrillo. Pero.., ahora no puedo levantarme. ¡Estoy fatal! No he pegado ojo en toda la noche bebiendo, fumando, riendo… No puedo hacer nada. ¡Me duele todo! Las piernas, los brazos, los ojos… Estoy perdida. No sé qué hacer y me pongo a hablar con la pared… Pero, ¡acabo de tener una idea mejor! Me voy a la bañera, le pongo sal y hago unos largos…, ¡el mar es lo mejor!

 

 

¡Oh! ¿Qué ha pasado? El agua estaba demasiado caliente y me he despertado. Con un auricular aún en mi oído y el walkman bajo la almohada, me acabo de despertar de ese profundo sueño en el que las letras entonadas por Ana Torroja me habían sumergido y que, haciéndome creer la protagonista de las mismas, me habían transportado a esos idílicos años, tan añorados por la memoria colectiva de nuestro país, en los que Nacho Cano, José María Cano y Ana Torroja, tres jóvenes procedentes del madrileño barrio de los Nuevos Ministerios, comenzaron a probar suerte en el mundo de la música: los años 80. Los años de La Movida. Esos en los que, tras el letargo cultural de una larga dictadura, la juventud española se lanzó a la calle abanderando el despertar de la música y de la cultura en nuestro país.

Todo parecía posible entonces. No había peros, no había trabas. Y tampoco parecía haberlos en las canciones de Mecano, que no hablaban sino de noches de bullicio y cabezas a punto de reventar; de paraísos idílicos y de amores; de amores correspondidos y no correspondidos, de amores entre hombres y de amores entre mujeres…; pero sí parecía haberlos para sus autores, que nada fácil lo tuvieron, pues su música fue colándose como la sal en el paladar colectivo, pero no fue sino a base de trabajo y esfuerzo como lograron sobrevivir al recelo con el que eran mirados por críticos y compañeros de profesión. Por compañeros de profesión y especialistas que, poco a poco, no tendrían más que que ir cediendo ante la claridad y frescura de la voz de Ana, el arrojo y desparpajo de Nacho y la talentosa discreción de José María. Ante la calidad y sorpresa, en definitiva, de cada uno de sus trabajos: Mecano, Dónde está el País de las Hadas, Ya viene el sol, Entre el cielo y el suelo…: Todos marcan la evolución del grupo; todos reflejan la competencia creada entre Nacho y José María por ver quién componía la mejor canción; y todos, fueran de uno o de otro, hablaran de una cosa o de otra.., están en el origen de Mecano siglo XXI, su último álbum; un recopilatorio de dos CD y dos DVD lanzado el pasado año, que incluye remezclas de ‘Un año más’ y ‘La fuerza del destino’ y un tema inédito: ‘Mari Luz’, grabado en el año 2005 ante una supuesta reunión del grupo que nunca tendría lugar.

A todos ellos debe Mecano la cosecha de numerosos éxitos desde 1981, aquel año que los viera actuar por primera vez. Pero a todos ellos Mecano debe algo mucho más importante: el reconocimiento de su grupo como “Estandarte del Pop español de los años 80”. ¿Será Mecano siglo XXI una muestra más de la obstinación de sus miembros en no terminar de desaparecer nunca? No sabemos por cuánto tiempo, pero probablemente sí sea capaz de lograr que, durante unos años más, nuestra mente no se desprenda de esos temas, tan ligados a la recámara musical de nuestro país, cuya dulzura melódica tan cerca y tan lejos nos hacen viajar a la vez.

Aún me corre un escalofrío por el cuerpo cuando veo las manos de Nacho Cano correr por el teclado, mientras los zumbidos de su leonina melena, filtro de la luz azul de los focos, se mueven al son de la batería y el movimiento del cuerpo de Ana Torroja entonando la notas de ‘Aire’.

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