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Los tacones de Madrid

Antonio Arenas Tablao VIlla Rosa

Cae la tarde en la capital. Sobre las tablas, los movimientos y el taconeo de una bailaora nacida en Japón, las manos australianas que dan vida a una guitarra y la voz de un cantaor jerezano conversan a través del lenguaje que nos ha regalado el arte flamenco.

La bailaora cierra su llamada, a lo que el cantaor responde con una letra que previene la falsilla del guitarrista. El público, tan heterogéneo como el elenco, disfruta a escasos metros. Tras ellos, varios compañeros y compañeras de profesión, naturales de Elche, Burgos o Argentina, presencian el espectáculo de sus “colegas”. La escena, hasta hace unos meses, se repetía en los muchos e ilustres tablaos flamencos repartidos por Madrid. En una ciudad que presume de acoger a todo el mundo, este arte no podía permitirse ser la excepción.

El carácter multicultural de la capital y su constante renovación la han convertido en un referente de los tablaos flamencos a nivel mundial, desmontando el tópico de que el buen flamenco sólo tiene cabida en Andalucía. En esta línea se manifiesta Lucía de Miguel, bailaora con más de quince años de experiencia sobre los escenarios de los locales flamencos más emblemáticos de la cuidad, como el extinto Casa Patas, Las Carboneras, El Corral de la Morería o Villa Rosa. “El mestizaje y el cruce de culturas han favorecido el perfeccionamiento del arte flamenco, su baile, su cante… El flamenco siempre ha sido un arte muy purista y muy carca, los más conservadores han sido una enfermedad. Afortunadamente, en Madrid, todo es diferente, lo que ha generado una evolución que ha perfeccionado la técnica y la calidad del espectáculo”.

La bailaora Lucía de Miguel
Lucía de Miguel

Estrechamente ligados a la farándula, durante muchos años era impensable que cualquier estrella de Hollywood o artista internacional que se dejase caer por España no fuera visto en un tablao flamenco. Toreros, futbolistas y celebridades varias del panorama nacional también formaban parte del decorado. Historia viva de la ciudad que, pese a su tenaz índole cambiante, ha sabido mantener su esencia.

“Los tablaos son un templo, una escuela, un centro de formación”

Estos lugares no constituyen únicamente un motivo de espectáculo. Son, a la vez, grandes centros de aprendizaje para los artistas que participan en ellos. Para Lucía, “los tablaos son un templo, una escuela, un centro de formación. Madrid es una ciudad para formarse, para trabajar, para encontrarse y compartir, un punto de encuentro absoluto”. En esta idea coincide Rebeca García, directora de marketing del Tablao Flamenco Villa Rosa, quien sostiene que “los tablaos son verdaderas universidades del flamenco, templos de exploración tanto para los artistas como para el público”.

Fachada del tablao flamenco Villa Rosa
Tablao Flamenco Villa Rosa

Estos espacios, donde la improvisación forma parte indispensable del espectáculo, permiten a los artistas que pasan por ellos adquirir conocimiento y experiencia al pie del cañón, fuera de las escuelas o academias. En referencia a estas escuelas, cabe destacar que Madrid también cuenta con alguna de las más prestigiosas a nivel internacional, como la Escuela Amor de Dios, situada en el Mercado de Antón Martín y cuna de grandes artistas. Pasear por sus alrededores al final del día, cuando la calle se ha desprendido de su gentío y su bullicio, resulta “una auténtica maravilla que no pude resistirme a grabar. El silencio, interrumpido solamente por el sonido de los zapateaos, crea un ambiente mágico”. Son palabras del sevillano Jonathan González, co-director del documental  Flamencas. Mujeres, Fuerza y Duende.

Ya no vamos en burro, vamos en metro”

Con los años, estos espectáculos que en un principio no estaban bien vistos pasaron a relacionarse con el elitismo, para posteriormente adquirir un carácter exclusivo que pervive en los tiempos más contemporáneos. Los tablaos dejaron de ser un lumpen para convertirse en uno de los principales referentes del turismo español. El flamenco en Madrid ha sabido adaptarse a estos cambios. “Ya no vamos en burro, vamos en metro, aunque en muchas letras se continúe hablando de un hombre que va en burro” afirma la bailaora. “En estos tiempos, una bailaora puede llegar al tablao en moto de alquiler cuando antes su marido la acompañaba hasta la puerta. El arte evoluciona, la evolución conlleva crecimiento y progreso. La evolución enriquece. Afortunadamente, se ha roto con esa sensación de que, si evoluciona, el flamenco se corrompe”, dice Lucía. Pero este desarrollo no lleva implícito una pérdida en su esencia o en sus raíces. El flamenco, en comparación con otras artes, tiene una historia reciente que ha favorecido su transmisión. Para la bailaora “el flamenco es un bebé. La tradición flamenca es una maravilla. Su transmisión oral es un milagro de la naturaleza que se ha dado a lo largo de ciento cincuenta años”.

El principal acierto de la capital con respecto al arte flamenco reside precisamente en que, a diferencia de otras zonas como Andalucía, existe una mayor tolerancia con respecto a lo nuevo e innovador. “El flamenco no es golf, es un arte para compartirlo”, remata la artista onubense.

Una experiencia real sin trampa ni cartón

Uno de los mayores atractivos de los tablaos flamencos se encuentra en la posibilidad que éstos ofrecen al público, ver un espectáculo real a un metro de distancia, cargado de improvisaciones, donde no existe lugar para la farsa. En Madrid, durante muchos años, se han hecho las cosas muy bien, mérito tanto de artistas como de empresarios, para lograr una práctica de calidad.

Actuación en el Tablao Flamenco El Corral de la Morería
El Corral de la Morería

Muchos tablaos también decidieron proporcionar, además, una espléndida oferta gastronómica, reconocida en algunos casos con Estrellas Michelín, como El Corral de la Morería, para ofrecer una experiencia inolvidable. Como consecuencia de ello, los precios se encarecieron, algo que dotó a los tablaos del carácter exclusivo que los envuelve. La segmentación de su público, generada en gran parte por el nivel adquisitivo del ciudadano medio en nuestro país, para el que muchas veces estos precios resultan prohibitivos, ha ahondado en el cliché que sitúa los tablaos como algo para señoritos y guiris.

El mejor momento artístico de los tablaos llegó tras la crisis económica

Hasta hace un par de décadas, los grandes artistas tenían más trabajo en las compañías y en los teatros, por lo que los tablaos quedaban relegados a artistas de menor calidad. Con el crack financiero que azotó el país allá por 2008, la situación cambió. “Con la crisis económica se redujo el trabajo en general y el de los artistas flamencos en particular, por lo que muchos artistas de primer nivel se refugiaron en los tablaos. Gracias a este cambio, desde hace más o menos una década, es posible ver a Premios Nacionales trabajando en los tablaos”, afirma Lucía.

Para Rebeca García “los últimos cinco años han sido el mejor momento de los tablaos en nuestra ciudad”. Ambas coinciden también en esta aseveración, a lo que Lucía añade que “nunca antes el flamenco había gozado de tanta salud mental. Se hizo posible disfrutar de una cantera de artistas jóvenes que no se ve desde hace veinte años”.

Sin embargo, desgraciadamente para el sector, la pandemia que ha devastado el planeta ha terminado con esta época prodigiosa.

El futuro de los tablaos, en riesgo

Indudablemente, el sector de los tablaos flamencos se ha visto tremendamente afectado por la crisis generada por el Covid-19, hasta el punto de ver su futuro pendiente de un hilo.

Jonatan Miró sobre el tablao Villa Rosa
Jonatan Miró, Director Artístico en el tablao Villa Rosa. Foto: Alberto Romo

Para Rebeca, directora de marketing de Villa Rosa, “la situación es muy complicada y el Gobierno hace poco por ayudarnos, ofreciéndonos caramelos envenenados. Con la reducción de público se nos hace imposible hacer frente al alquiler del local, a la seguridad social y al caché de los artistas… Si aún nos permitieran una prórroga en el pago de los impuestos… pero ni eso».  Para Villa Rosa, que hasta antes de su cierre contaba con diecinueve trabajadores fijos más los artistas, que rondaban los quince profesionales, cuadrar las cuentas con un aforo reducido al cincuenta por ciento resulta imposible. “Por muchos títulos que nos den, y aunque nos declaren como bien de interés general, sin público y sin ayudas resulta imposible salir adelante».

Con respecto a esta situación, Lucía apunta que “es necesaria una reinvención, una reeducación. Restablecer unas condiciones laborales que no sabemos si son sostenibles con una menor afluencia de público”. Todo esto, sumado a la pérdida de poderío de los empresarios, presenta un complejo horizonte de futuro. La mina de oro que llegó a ser el flamenco ha cambiado.

La bailaora Lucía de Miguel sobre el escenario
Lucía de Miguel Foto: Alberto Romo

Para reivindicar su situación, tanto la Asociación Nacional de Tablaos Flamencos de España (ANTFES) como la Asociación de Tablaos Flamencos de Madrid están tratando de llevar a cabo diversos proyectos que les otorguen visibilidad. “Tenemos prevista una concentración en defensa del sector frente al Ministerio de Cultura, acompañada de una performance y la lectura de un manifiesto reivindicativo”, sostiene Rebeca. “A partir de noviembre, se nos ha concedido la participación en actos puntuales. Se realizará uno general para que posteriormente cada tablao pueda realizar un espectáculo en diferentes salas culturales repartidas por la ciudad, aunque lo que nosotros queremos es realizarlas en nuestros propios tablaos”, apostilla la directora de marketing de Villa Rosa. “Sin una apuesta por la cultura por parte de nuestro país, con unos impuestos elevadísimos en ella  y una afición segmentada, que cuenta con un veinte por ciento de afluencia nacional y un ochenta por ciento de visitas extranjeras, en un momento donde el turismo ha desaparecido, la situación es muy complicada”.

Sin esperanzas de reapertura hasta finales de 2021, desde Villa Rosa exploran nuevas formas para mantener a flote el negocio, como la grabación de los espectáculos para su posterior venta.

En esta misma línea se mueven algunos programas de televisión que, de la mano de artistas musicales del panorama actual, buscan dar visibilidad a los tablaos a través de nuevas iniciativas. El espacio de TVE, Banana Split, ha realizado una grabación para su programa junto a Fuel Fandango en el Corral de la Morería. Su intención con ello es “dar la importancia que merece a un sector tan relevante como es el de los tablaos flamencos en Madrid. Es inadmisible que caigan en el olvido”, manifiesta Diego Manso, miembro del equipo del programa.

Fuel Fandango en El Corral de la Morería. Banana Split, TVE

Sólo el tiempo dilucidará el futuro de los tablaos en la capital, pero para que un final feliz sea posible, es necesaria la implicación y la complicidad del Gobierno. Un espectáculo considerado bien de interés general, con una historia tan rica a sus espaldas, merece un trato y un cuidado proporcional a su magnificencia. El flamenco nunca morirá. Pero si mueren los tablaos, quedará herido de gravedad.

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