LOS CLÁSICOS, PECADORES

portada de los clásicos también pecan

Puede que pensemos que la vida de los compositores de música clásica fue muy seria y formal. Pero nada más lejos de la realidad; eran genios, pero también humanos y como cualquier mortal tuvieron sus grandezas y sus miserias. Para descubrir cómo fue en realidad la vida de estos grandes compositores ha de leer Los clásicos también pecan. La vida íntima de los grandes músicos (Plaza & Janés), escrito por el periodista y divulgador musical Fernando Argenta. Con un lenguaje coloquial Argenta repasa la vida de genios que muchas veces cometieron “pecadillos” hasta ahora ocultos.

El hijo del gran director de orquesta Ataulfo Argenta siempre ha sido un amante de la música y ha dedicado gran parte de su vida a su divulgación; como demuestran los treinta y dos años que pasó dirigiendo el programa de Clásicos Populares en Radio Nacional y los nueve durante los que dirigió y presentó en TVE el programa El Conciertazo. En este libro, Fernando Argenta ha dado a conocer, de manera amena y desenfadada, la faceta más desconocida de los genios de la música.

Como Argenta afirma, “muchas veces se conoce mejor a las personas por sus defectos que por sus virtudes, y se puede profundizar más en su pensamiento y en su alma a través de ellos”. Y a eso ayuda este libro, a bajar del pedestal a los grandes genios de la música como Vivaldi, Mozart o Beethoven.

Vivaldi y las mujeres

A Vivaldi, conocido como Il Prete Rosso (el cura pelirrojo) ser sacerdote no le impedía frecuentar la compañía de mujeres, pues impartió clases de música en un hospicio para niñas y convivía con dos mujeres. Durante catorces años Vivaldi viajó y vivió con las hermanas Giró, Paolina y Annina. De hecho, las malas lenguas le relacionaron con esta última, cantante de todas sus óperas, y parece que su relación era vox populi en Venecia.

Bach, encarcelado

El compositor alemán fue un incomprendido en su época y nunca gozó del prestigio y popularidad de sus conciudadanos. Tenía un carácter fuerte y orgulloso que le causó varios problemas, ya que cuando se cansaba y no aguantaba más un trabajo se largaba sin ninguna contemplación. Por ese  motivo visitó la cárcel durante un mes al marcharse sin avisar al duque de Weimar. A pesar de su fuerte temperamento, disfrutó de dos matrimonios felices, razón por la cual se declaró “incapaz de componer canciones de amor tristes y melancólicas”.

Haydn y la “bestia infernalis

El padre de la sinfonía era un hombre bonachón al que su buen carácter le valió el sobrenombre de “Papá Haydn”. Una muestra de su carácter es que, a diferencia de la mayoría de los músicos de su tiempo, Haydn sí reconoció el genio de Mozart y llegó a trabar una buena amistad con él. Feo y de tez oscura, (por lo que era llamado “nigeriano”), dio clases de música a dos hermanas: una de ellas guapa y la otra fea. Acabó casándose con la fea que no era nada cariñosa y a la que llamaba “bestia infernalis”. Haydn se desquitó manteniendo varias aventuras a lo largo de su vida.

Mozart y el humor infantil

Mozart, el genio salzburgués que desde niño asombró al mundo con sus composiciones, tenía un carácter infantil y bromista que ha quedado reflejado en las cartas que escribía. Era costumbre de Mozart enviar en sus cartas besos a sus familiares; en una de ellas envió “doce mil trescientos cuarenta y cinco billones, seiscientos setenta y ocho mil novecientos ochenta y siete millones, seiscientos cincuenta y cuatro mil trescientos veintiún besos”. También disfrutaba escribiendo las palabras al revés, con el humor escatológico y con las mujeres, fue un mujeriego empedernido.

Beethoven, el genio excéntrico

El autor de la Novena Sinfonía era un hombre con mucho genio, en todos los sentidos. Aunque podía ser amable y divertido, su carácter se fue agriando con la edad. Tenía repentinos accesos de cólera, descuidaba su aspecto, era muy dado al insulto, despreciaba a los aristócratas y sólo en el campo se sentía feliz. Su poco afecto a la raza humana le hizo decir: “Nadie puede amar en el campo como yo. Prefiero un árbol a un hombre”.

Su fuerte temperamento, y el ser un poco antisocial, le hizo cambiar de domicilio ¡80 veces! en cuarenta años que vivió en Viena; con igual frecuencia cambiaba de servicio. En la ciudad imperial comenzaron a circular maliciosos chismes sobre tanto cambio de residencia, motivados por sus desavenencias con los vecinos.

Wagner y su afición por las féminas ajenas

El compositor alemán fue un hombre muy polémico ya en su época. Sus ideas racistas le llevaron a escribir el ensayo antisemita El judaísmo en la música. Y su afición por las mujeres, especialmente las de otros, le llevó a liarse con la del director Hans von Bulow, Cossima Liszt (hija del también músico Franz Liszt), con la que tuvo tres hijos antes de casarse.

Participó en revueltas antimonárquicas pero eso no le impidió mantener una especial relación con el rey Luis II de Baviera, homosexual, que escandalizó a la sociedad de la época y por la que se vio obligado a huir. No es que ocurriese nada entre los dos, sino que Wagner se aprovechó de la adoración que el rey bávaro le tenía para que le pagase todos sus caprichos.

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