//

Los Cinco de Central Park

«Cogieron diamantes y los tiraron al barro. Pero aún somos diamantes. Cuando nos recogieron, éramos diamantes. Irrompibles, seguíamos fuertes»

Yusef Salaam, 2019.


El 19 de abril de 1989, Trisha Meili, una inversora bancaria de Wall Street, salió a correr por Central Park, como era habitual. Pero esa noche no fue como las demás. Alrededor de las 21:00, alguien atacó, amordazó, violó y golpeó casi hasta la muerte a la joven de 28 años. Cuando la policía la encontró, aproximadamente cuatro horas más tarde, Meili había perdido el 75% de la sangre de su cuerpo. Además, tenía el cráneo aplastado y el ojo izquierdo hundido, además de daños en la corteza cerebral. El asalto la dejó en coma doce días y, al despertar, aseguró no recordar nada del ataque.

En aquella época, Nueva York era una ciudad en constante alerta: varios grupos de jóvenes solían asustar y robar a los transeúntes. Las autoriodades debían actuar con suma rapidez en cuanto algo así pasaba. Por eso, en los doce días siguientes al ataque a Trisha Meili, la policía de Nueva York inició una caza de brujas que terminaría acusando del crimen a cinco chicos de entre 14 y 16 años, cuatro afroamericanos y un hispano. Antron McCray (15), Yusef Salaam (15), Korey Wise (16), Raymond Santana (14) y Kevin Richardson (14) iban a ser acusados, incialmente, de disturbios y vandalismo, pero Linda Fairstein, jefa de la unidad de delitos sexuales de Manhattan, determinó su implicación en el caso de la joven corredora de Central Park.

Los jóvenes no se conocían entre sí (salvo Salaam y Wise). La policía los interrogó sin la presencia de sus tutores legales o abogados durante horas, hasta que obtuvieron sus confesiones. El ADN hallado en la ropa de la víctima no coincidía con ninguno de los acusados, y ellos alegaron en el juicio que las confesiones se habían conseguido bajo presión policial. A pesar de eso, los cinco fueron sentenciados como culpables y condenados a pasar entre cinco y trece años en prisión.

Este caso, popularmente conocido como el de Los cinco de Central Park, ocupó las portadas de los periódicos estadounidenses hace tres décadas. El pasado mes de mayo, Netflix resucitó la historia de estos jóvenes, ahora adultos, en una miniserie dirigida por Ava DuVerney. Así nos ven cuenta el proceso judicial por el que pasaron los cinco jóvenes.

“La historia de los hombres conocidos como los Cinco de Central Park me ha rondado durante más de dos décadas. Hemos visto a cinco hombres de color inocentes que se han cruzado con la injusticia en cada ocasión –desde unas confesiones forzadas, a una injusta encarcelación, a las llamadas públicas a la ejecución por parte del hombre que se convertiría en presidente de los Estados Unidos” explicó DuVerney cuando se hizo público su cargo en el proyecto.

Donald Trump, que por aquel entonces ya era un acaudalado empresario y contaba con cierta fama en los altos círculos sociales neoyorquinos, llegó a pagar 85.000 dólares en anuncios de los periódicos más importantes del país, con el objetivo de volver a la opinión pública en contra de los jóvenes acusados y pedir la pena de muerte. “Es más que enojo… Es odio, y quiero que la sociedad los odie”.— declaró el actual presidente de Estados Unidos, quien, a día de hoy, ha afirmado en reiteradas ocasiones que no se arrepiente de su implicación y posicionamiento en el caso de “Los cinco de Central Park”.

El proceso legal se dividió en dos juicios públicos: por un lado, el de Antron McCray, Raymond Santana y Yusef Salaam. Por otro, el de Kevin Richardson y Korey Wise. Este último fue juzgado como un adulto al haber cumplido ya los dieciséis años. Aunque ellos se declararon inocentes, los tres primeros fueron condenados por asalto, robos, disturbios y violación a pasar entre cinco y diez años en correccionales; Richardson fue condenado por intento de homicidio, violación, asalto y robo, y su sentencia fue la misma que la de los otros menores. Por último, Wise fue condenado por abuso sexual, agresión y disturbios, y recibió una sentencia de entre 5 y 15 años en una prisión para adultos.

Las declaraciones de la víctima, que testificó en ambos juicios, no ayudaron a determinar una sentencia justa. Meili aseguró no recordar nada desde que salió de su apartamento hasta que despertó en el hospital tras el coma.

Los medios trataron este caso con mucha dureza. Los titulares se llenaron de odio y mensajes racistas, y numerosos personajes públicos se posicionaron en contra de los jóvenes acusados.

Pat Buchanan, ideólogo republicano, declaró en una columna publicada en el Washington Post que “a los enemigos que violan en grupo a las mujeres, los ejércitos los ponen contra una pared y les disparan; o los ahorcan”. Fue precisamente este periódico el que instó a sus lectores a pedir la pena capital para estos adolescentes. “Si los neoyorquinos quieren poder recuperar su ciudad de los asesinos y matones, deben restaurar la capacidad del sistema de justicia criminal para intimidar a los posibles criminales”, declaró. Pero el Post no fue el único diario que se posicionó y alimentó los mensajes de odio.

En un editorial publicado el 26 de abril de 1989, el New York Times comparó a los jóvenes acusados con una manada de lobos, declarando que “una manada de adolescentes emprende ataques por todo Central Park, hostigando y asaltando a varias personas, brutalizando y violando a una joven mujer que corría en un camino solitario, dejándola por muerta en el lodo de abril. Los neoyorquinos respondieron con un enojo unísono: aquellos culpables de esta atrocidad merecen un castigo pronto y severo.”. El editorial concluía planteando preguntas como “¿Son más propensos a la violencia los adolescentes de hoy día que en el pasado por la abundante violencia en la televisión y las películas? ¿Podrían estar fracasando incluso las familias estables a inculcarles valores de compasión?”. Una semana después de concerse los hechos, la mayor parte de la prensa estadounidense ya había declarado culpables a los acusados.

Mientras todo este proceso se desarrollaba, el verdadero autor del crimen, un hispano llamado Matías Reyes, seguía en libertad. Unos días antes de atacar a Trisha Meili había asaltado a otra mujer, también en Central Park. En esta ocasión, la víctima sí que recordaba al atacante, y señaló que tenía una cicatriz en el mentón. Pero la policía, ocupada en inculpar a los cinco jóvenes, no siguieron la pista de este otro presunto autor. Incluso durante el proceso y tras el arresto de los presuntos culpables, Reyes agredió a cinco mujeres más, asesinando a una de ellas, que estaba embarazada y ya era madre de tres hijos.

En 2002, y tras haber conocido en prisión a Korey Wise, Reyes se confesó autor del caso de Trisha Meili, coincidiendo su ADN con el obtenido en la escena del crimen. La confesíon del verdadero culpable supuso la puesta en libertad de Wise, el único que todavía seguía en prisión, y comenzó un proceso legal por parte de los cinco acusados contra el estado de Nueva York.

Finalmente, en 2014, Antron McCray, Yusef Salaam, Korey Wise, Raymond Santana y Kevin Richardson recibieron una indemnización de 41 millones de dólares, así como la exoneración.

Deja una respuesta

Your email address will not be published.