La acrobacia de Picasso en el Prado

la acrobata de la bola

Un buen plan para un domingo, tengas o no mucho dinero, es acercarte al Paseo del Prado dando un paseo (siempre y cuando el tiempo lo permita, si no también se permite ir en metro), y llegar a las puertas del Museo Nacional del Prado. Traspasar los tornos es adentrarte en un ambiente especial, se respira de otra manera. El Bosco te hace reflexionar sobre lo humano y lo divino con su Jardín de las delicias o con su Mesa de los pecados capitales, siempre enigmáticos y rodeados de leyendas. Fra Angelico conmueve con su candidez y pureza. Velázquez deslumbra en los trazos y en la intensidad. Goya inquieta con el patetismo y la profundidad de sus pinturas negras. Y así un extenso etcétera, entre esculturas, cuadros y frescos románicos. Tiziano, Rubens, Durero

picasso

Pero la última sorpresa viene al encontrarse en la sala 60, ya buscando la salida, un cuadro que no esperas ver colgado en tales paredes, un lienzo de 147 por 95 centímetros, de trazos sueltos, volúmenes marcados y juegos entre movilidad y estatismo en sus motivos, la lúdica ligereza de la acróbata y el peso sensato del atleta. Dentro del programa del Año dual España-Rusia se ha producido un interesante intercambio. La acróbata de la bola del malagueño Pablo Ruíz Picasso, perteneciente a la llamada “etapa rosa” en la que el pintor indagó entre 1904 y 1905, se exhibe como obra invitada, patrocinada por la Fundación Amigos del Museo del Prado y prestada por el Museo Estatal de Bellas Artes Pushkin de Moscú desde el 16 de septiembre.

En 1913 Iván Morózov adquirió el cuadro y tras la Revolución Rusa, la mayor parte de su colección acabó en el museo moscovita. Es la primera vez que esta obra de Picasso sale de Rusia en 40 años.

 La visita al Museo del Prado es algo casi obligatorio para cualquiera que pase por Madrid más de dos días, incluso si se viene por negocios. Un rato hay que sacar para pasear por esas salas, desde cuyas paredes te observan ojos que han visto pasar siglos, gentes, vidas…  La historia. Y hasta el 8 de enero aún más.

 

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