La quinta temporada de la serie ha concluido dejando en el aire un sinfín de interrogantes y con un futuro incierto para sus protagonistas. Homeland ha puesto fin con A False Glimmer, a una temporada totalmente alejada de la historia original, y que ha supuesto la reivindicación de una serie a la que le ha costado recuperarse de su desastrosa tercera temporada. Hackers y la amenaza del terrorismo yihadista en Europa han sido los ejes centrales de esta temporada, en la que por desgracia, la realidad ha superado a la ficción en algunos momentos. La psicosis y la Europa bajo amenaza que se intuían en los primeros capítulos, ocupan ahora los medios de comunicación.
AVISO: SPOILERS
Después del trepidante e intenso capítulo anterior, la trama parecía conducirnos a cincuenta minutos plagados de acción, pero nada más lejos de la realidad. En el primer cuarto de hora de A False Glimmer, Carrie (Claire Danes) vuelve a evitar un ataque terrorista, en este caso la propagación de gas sarín en el metro de Berlín gracias a su intuición y al sacrificio de Qasim, convertido en el mártir de la temporada.
Esta resolución da paso al cierre de algunas tramas y a algunos de los mejores momentos de la temporada. Uno de ellos el interrogatorio a Ivan Krupin (Mark Ivanir) por parte de Saul (Mandy Patinkin), que ve como una vez más su vida personal le ciega a la hora de desempeñar su trabajo y acaba con el ego por los suelos. Destacable es el trabajo en esta escena de Mark Ivanir y Mandy Patinkin respectivamente.
Pero sin duda el personaje revelación de la temporada ha sido el de Allison. Su doble juego de espías y su capacidad de manipulación han sido uno de los puntos fuertes de la temporada gracias a la fantástica interpretación de Miranda Otto. A pesar de esto, en algunos momentos sus tramas parecían previsibles, como es el caso de su desenlace en este capítulo. A pesar de que el espionaje ruso pretendió ayudarla y protegerla, la huida de Allison terminó con ella muerta en el maletero de un coche, después de la orden de Saul de asesinarla.
La parte central del episodio, como no podía ser de otra forma, es la montaña rusa emocional de Carrie Mathison, con Claire Danes brillante una vez más en su personaje. El futuro es incierto para ella después de recibir dos propuestas muy distintas. Una por parte de Saul, para volver a la CIA, que rechaza tajantemente, y otra por parte de Otto Düring (Sebastian Koch) que constituye posiblemente el momento más surrealista del episodio. El millonario alemán insiste a Carrie en que está buscando una “compañera” sentimentalmente hablando, y le pide que lo considere, dejando a los espectadores boquiabiertos, y no para bien.
La trama de Peter Quinn (Rupert Friend) constituye el grueso emocional del episodio. Los médicos informan a Carrie de que sufre daños cerebrales irreversibles, y ella, como su beneficiaria, recibe una carta de manos de Dar Adal (F. Murray Abraham) que Quinn escribió estando en Siria. El episodio y la temporada terminan con la voz en off de Quinn leyéndola. Lo que podría haber sido un momento cursi, queda en una escena emotiva y fiel al personaje. El propio Quinn admite en sus palabras que siempre había algo que lo empujaba hacia la «oscuridad», por lo que no es de extrañar su final. Un final ambiguo, al más puro estilo Jon Snow, aunque todo parece indicar que su muerte es más que factible. Muchos nos preguntábamos durante esta temporada cuanto más podría aguantar Peter Quinn, y parece que ahora ha llegado el momento, por mucho que duela despedirse del personaje y del estupendo trabajo de Rupert Friend estos años.
En definitiva, pese a que este último capítulo ha sabido a poco, Homeland nos ha ofrecido una sólida temporada, abierta a múltiples posibilidades para el futuro y con más preguntas que respuestas. Toca esperar para conocer que nos presentará Homeland en su sexta temporada.
