El pasado 1 de mayo, 35.000 almas estuvieron listas para entregarlo todo, vivir el presente y liberar su energía. Se reunieron en el Recinto Ferial de Torrejón de Ardoz para celebrar elrow Town Festival, uno de los eventos nómadas con la producción más grande de Madrid.
Con un cartel de más de 70 artistas, 8 escenarios y más de 12 horas ininterrumpidas, la música electrónica fue el motor principal de esta cuarta edición, una exhortación al descontrol. Entre los artistas más destacados de esta edición se encontraban Andrés Campo, Cloonee, Indira Paganotto, Novah, Paco Osuna o Paul Kalkbrenner.
“Este año quisimos elevar la experiencia a otro nivel, y el nuevo recinto nos permitió hacerlo realidad. Más espacio, más naturaleza y más creatividad para seguir sorprendiendo al público como solo elrow sabe hacerlo. Además, estamos muy contentos de haber logrado un sold out, lo que confirma la fidelidad y entusiasmo de todos los roweros”, declaran Juan y Cruz Arnau, cofundadores del festival. “Recibimos a miles de personas llegadas de más de 50 países, con un 70% de público nacional y un 30% procedente de Madrid”, dicen en el comunicado de prensa oficial.
La organización, siempre fiel a sus principios, tiene un objetivo claro: divertir a la gente. Su espectáculo transporta a los asistentes a un mundo paralelo, donde cada persona vive la experiencia de un lugar rebosante de colores que se mimetiza entre los sonidos más hipnóticos. Árboles gigantes con caras psicodélicas, arañas enormes sobre los tejados, seres de más de dos metros de altura… todo en un mismo día y en un solo espacio. Los escenarios principales deslumbraron por su meticuloso diseño y montaje, demostrando la increíble capacidad del festival para trasladar su infraestructura y dar vida a cualquier lugar que ocupen.
¿Qué sería de un festival sin su gente?
Algo que distingue a este festival de otros, además de su impresionante diseño visual y su variado line-up, es sin duda la comunidad de fieles seguidores. Un espacio seguro y libre de prejuicios donde cada persona puede expresarse sin límites: maquillarse a su gusto, elegir los mejores outfits del ropero y ser quien realmente desea ser. En cada rincón es posible encontrar asistentes vestidos de bananas, hadas, seres mitológicos o, simplemente, quienes deambulan sin camiseta, en un espectáculo visual que caracteriza a Elrow Town.
Elrow Town Festival ha impactado de manera sorprendente la escena musical y cultural de Madrid. Más que un evento, es un espacio para liberar la mente, romper la rutina, descubrir nuevos artistas y dejarse sorprender por escenarios vibrantes. Pero, sobre todo, representa el crecimiento de una comunidad en constante transformación.
La dinastía de los Arnau no solo impulsa la música y el espectáculo, sino que promueve la conciencia colectiva, el respeto por cualquier ideología o creencia y la construcción de un entorno más amigable con el medio ambiente.
Según el informe entregado por los organizadores, gracias a su colaboración con Repsol como Partner Energía, el festival ha incorporado el uso de combustible 100% renovable en su operación, un gran avance en su objetivo de transformar su modelo hacia un festival más responsable y respetuoso con el medio ambiente.
Esta iniciativa se enmarca en un plan más amplio de transformación sostenible, que incluye desde la gestión de residuos hasta el diseño de infraestructuras más eficientes.
Una experiencia surrealista
Escenarios como Horroween ofrecieron un cóctel perfecto para los cinco sentidos: un espacio donde las llamas del infierno y la imponente figura del mismísimo demonio formaban parte del mobiliario. En este entorno, las vibraciones más oscuras y penetrantes dieron lugar a actuaciones de artistas de talla mundial como Novah y Funk Tribu.
Al otro lado del recinto, el Hallucinarium aguardaba a los más osados. Un lugar surrealista donde cabezas egipcias gigantes, una vaca voladora y demonios flotando sobre las multitudes creaban una atmósfera única. Con juegos de luces, humo multicolor, cañones de confeti y serpentinas caleidoscópicas, los asistentes pudieron transmutar energías negativas al vibrato del mejor techno. DJs como Paul Kalkbrenner e Ilario Alicante encabezaron el cartel de este escenario, ofreciendo un espectáculo inolvidable.
Los otros seis escenarios, aunque más pequeños, estuvieron llenos de color y vibras electrizantes, asegurando que los 80.000 m² del recinto no se quedaran sin música ni por un segundo. Desde el luminoso Bowsque Encantado, habitado por insectos gigantes y flores con miradas penetrantes, hasta la fiesta andaluza de Rowcio, cada espacio invitó a dejar volar la imaginación.
Pero la música no fue el único motor del festival. Actividades interactivas y cooperativas ayudaron a integrar a desconocidos. Entre saltarines, cuerdas de tira y afloja, lecturas de tarot e incluso matrimonios sellados al estilo de la antigua Grecia, el evento ofreció una celebración única e inmersiva. Sin duda, una experiencia que vale la pena vivir más de una vez.
