Si hay algo que pudiera destacarse de La chica danesa, más allá de la excelente actuación de sus protagonistas, sería, sin duda, la fotografía. Danny Cohen nos muestra unos paisajes fríos y azules, tremendamente estéticos, de la Dinamarca de los años 20. Calles adoquinadas, árboles pelados al atardecer y primeros planos de gestos y manos que danzan con la música del también soberbio Alexandre Desplat. Pura poesía. Ahora bien, la película, que ha conseguido dividir a la crítica internacional, tiene sus pegas.
La historia, basada en la novela de David Ebershoff (The Danish Girl) gira en torno a la pareja de artistas Einar (Eddie Redmayne) y Gerda Wegener (Alicia Vikander). Un día, al fallar la modelo, la pintora le pide a su marido posar con medias y zapatos de tacón para poder acabar su cuadro, lo que despertará el anhelo escondido de Einar de ser mujer. El artista, que se convertirá en Lili Elbe, sería la primera persona en someterse a una operación de reasignación de género.
Es evidente que el film se mete de lleno en un tema complicado en el que se pueden herir muchas sensibilidades. Sin embargo, Tom Hooper (El discurso del rey) –que nos había impresionado con el rodaje de Los miserables– ha sido bastante correcto y ha arriesgado poco. Un acierto ha sido el desarrollo pausado de la trama, que desde el comienzo nos muestra un Einer cada vez menos convincente en el papel de “hombre”, dando a entender que la aparición de Lili no ha sido algo que ha ocurrido de la noche a la mañana, sino que se trata de una personalidad que ha estado escondiendo durante años. A pesar de que consigue plasmar con gran belleza esa lucha de quien ha nacido en un cuerpo que no reconoce -y no sólo una lucha interna sino también con un mundo que no le comprende– en ocasiones, las escenas llegan a ser anticlimáticas. Una historia así requiere cierta explosión, ciertos momentos apasionantes que en el film resultan algo sobrios. Al menos en el final, que ha sabido a poco.
Redmayne consigue transmitir la evolución de un hombre que, en el fondo, siempre ha sido una mujer, pero aún mejor es la interpretación de Vikander en el papel de Gerda
Por otra parte, es más que notoria la excelente interpretación de Redmayne, que consigue transmitir esa evolución de un hombre que, en el fondo, siempre ha sido una mujer. Las miradas, los gestos, la actitud… Al igual que en La teoría del todo, el oscarizado actor consigue fundirse perfectamente con el personaje y oscilar magistralmente entre el inseguro Einar y la atrevida, pero delicada, Lili.
Sin embargo, lo que es aún mejor es la interpretación realista de Alicia Vikander en el papel de Gerda, la verdadera “chica danesa” a la que se refiere el título. Y es que si hay algo más conmovedor que la lucha del protagonista es el homenaje a su esposa, el mayor apoyo de Lili, en su propia confrontación con un matrimonio roto, un amor que parece edificado en arena y la búsqueda de un lugar propio en una situación cuanto menos que extraña.
Las referencias al contexto sociocultural de la época son escasas, pero suficientes: la confusión de la homosexualidad con el travestismo y la transexualidad, el tratamiento bárbaro de médicos que consideraban estos actos de pervertidos o esquizofrénicos, el desconcierto y la desinformación de pacientes y allegados…
En general, La chica danesa es el retrato del cambio: un cambio en el amor, un cambio en el matrimonio y un cambio en el interior y exterior de quien ha nacido en el cuerpo equivocado. Tom Hooper ha sabido hipnotizarnos con esta magnífica película, que se estrenará en España el 15 de enero. Sólo podemos achacarle el no haber arriesgado un poco más.
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