El primer garrapatero

Miguel Benítez
Mural del artista Miguel Benítez
Miguel Benítez
Mural del artista Miguel Benítez

No tuve la oportunidad de conocerte, pero me tomo la confianza de tutearte. Sé que así te sentirías mucho más cómodo. ‘Er Migue’ no era alguien a quien tratar de usted, “no te juntabas con los malos, los que manejan ni los guapeaos”.

El primer garrapatero, y aunque detrás de ti han venido otros tantos, ninguno lo será de espíritu tan auténtico. Jamás un ácaro había gozado de tanta suerte. Nunca antes un parásito se topó con alguien capaz de apreciarlo, de mirarlo como a un igual y dotarlo de una humanidad simpáticamente canalla. Las garrapatas no imaginaron, ni en sus mejores sueños, que un jerezano, de una barriada a caballo entre San José Obrero y Guadalcín, las elevaría a símbolos en una época, a tus ojos, iconoclasta.

Un flamenco muy punky

Miguel Ángel Benítez Gómez, para todos eres ‘Er Migue’, el hijo de agricultor que desde una cochinera se erigió en precursor del flamenco punk y se despidió antes de tiempo, con tan solo 21 años, de la vida mundana a la que cantaba. Una marcha prematura causa del exceso en el coqueteo con las drogas. Un coqueteo que derivó en nocivo romance y que, como la mayoría de estos, no acabó de forma amistosa. Como canta Tomasito, otro garrapatero pura sangre, todos emprendemos nuestro Camino del hoyo, pero tú lo iniciaste demasiado pronto.

“Cualquiera que le echara el brazo por encima se lo llevaba a su terreno. No pensaba mal de nadie”, cuenta tu hermano Manu a La voz del Sur. No siempre ese brazo fue amigo, no siempre ese terreno fue verde. El duende garrapata, con el paso de los años, se tornó en un Podenco gripao´.

¡Qué bien invertiste los jurdeles que llegaron por tu primera comunión! Es normal, para un chaval de diez años, comprarse un monopatín y dos pares de Reeboks. No lo es tanto una guitarra. Pero tú constantemente huiste del hábito y te hiciste con “la venena”. Puede que la aporrearas durante unos pocos días para luego dejarla desatendida en algún recoveco de la casa, comportamiento propio de un chaval revoltoso de mutantes inclinaciones. Lo importante es que la rescataste durante la adolescencia para dar vida a Fumata del ladrillo o El aire de la calle antes de cumplir los dieciséis. 

Como jerezano que se precie, el flamenco y la rumba impregnaban tu esencia. Sin embargo, las soleás y bulerías, las palmas y el cante se mezclaban, en la caja de tu mollera, con riffs y solos de guitarras eléctricas propias del rock. Led Zepelin y Triana convivían con Camarón o Kiko Veneno. Los Enemigos casaban con Pata Negra y, igual que a ellos, “todo lo que te gustaba es ilegal, es inmoral o engorda” . El Torta, El Capullo o La Paquera eran compatibles con AC/DC. De esta fusión nació tu flamenco punk, porque tú eras un punky. A tu estilo, a tu manera, sin leyes ni fronteras, pero con la voz rasgada y el alma de un poeta encadenado.

El aire, el sol, las nubes, las flores o los bichos actuaban como musas en tus canciones y poemas, recogidos de forma caótica en cuadernos, casettes y carpetas. El reflejo de tu día a día y el amor por lo que te rodeaba forjaron en ti una mirada distinta a las demás. Esa manera de percibir el mundo, dando valor a lo cotidiano, a lo que pasa desapercibido tras ser fagocitado por la costumbre, hicieron de ti y de tus compadres El Canijo y El Ratón unos exitosos delinqüentes. A día de hoy, ambos continúan recordándote y rindiéndote homenaje año tras año. También lo han hecho otros muchos, dando muestra de tu alargada sombra. Hace años, un rato antes de uno de sus conciertos ya en solitario, en Salamanca, tuve la oportunidad de entrevistar al Canijo. Debes saber que con tu ausencia, Los Delinqüentes nunca volvieron a mostrar la frescura que desprendíais en vuestros primeros años, y ahora buscan fortuna cada uno por su lado. Pues bien, en aquella charla, El Canijo me hizo saber que no hay mañana, canción o disco que no tenga un poco de ti: “Él vivirá en las canciones, vivirá en la música, en las estrellas y en mi corazón”.

Los Delinqüentes, con Miguel Benítez en el centro
Los Delinqüentes, con Miguel Benítez en el centro

Tú, creador de innumerables letras y poemas, también fundaste una filosofía, cargada de autenticidad y gamberrismo, sin mirar por encima del hombro a nadie y dando valor a la vida callejera y a la amistad que de ella surge. Una amistad de la que dudaste cuando te inundaron los malos pensamientos. Los estupefacientes, que deforman la percepción de la realidad, fueron un gran aliado a la hora de componer tus letrillas, pero también te separaron de los tuyos.

Centro de rehabilitación

En 2003, en plena gira junto a tus “compares”, te viste obligado a cambiar los escenarios, donde tan a gusto te desenvolvías, por un centro de desintoxicación. Nadie pensaba que en menos de un año tu espíritu garrapatero descansaría para siempre en el Cementerio Nuestra Señora de la Merced de tu sentida Jerez a causa de un paro cardíaco. Es innegable el arraigo que sentías por tu ciudad. Lanzado, atrevido y provocador, cantaste al “orgullo xerecista” en la Sala Central Lechera en pleno Cádiz, y saliste indemne.

Durante esos meses de reclusión nació Matajare, fruto de tus hechuras de inquieto creador y del desencanto en el apego. Eras un majareta con las sílabas cambiadas, un gamberro, un bala, un ‘perro que no obedece’. Que la banda continuara el camino sin ti te dolió como una traición. Del tormento y el encierro, pero también del amor, vieron la luz temas como Sigo a la luna, Chinchetas en el aire o Yo soy como el sol. En otra de ellas, Rosa de mi pañuelo, le cantabas a tu Rosa: “No sé dónde estás/ no sé dónde estás/ yo quiero que me abraces/ tengo ganas de llorar/ metido en ese centro/ ya no aguantaba más”.

Tu hermano, Manu, recopiló todas esas canciones y sacó tu disco póstumo Cómo apretar los dientes de Miguel Benítez y los Matajare. También se celebra cada año, en tu casa, un festival para recordarte, el ‘Vente pa´ Jerez’. Ahí se juntan un montón de tus “compares” para montar un buen sarao. Además, tienes un graffiti en tu San José Obrero, donde muchos te rinden homenaje.

Desde donde quiera que estés, cobijado en «tu casa de cartón», los garrapateros del mundo te saludan.

Miguel Ángel Benítez Gómez (1983-2004)

Poeta Garrapatero, Miguel Benítez

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