Techos apuntalados, ventanas sin cristales, polvo cubriendo todas las superficies. Esto es lo que podemos encontrar en un palacio de la época de Isabel II situado en Sanlúcar de Barrameda, en lo que debería ser un espacio protegido, con cuidadas estancias y quizá visitas guiadas al público interesado en él. Es por esto por lo que se encuentra en la lista roja del patrimonio. Este listado incluye todos aquellos monumentos que estén en riesgo de desaparición, destrucción o alteración esencial de sus valores, tal y como podemos leer en su página web.
Esta recopilación de monumentos que necesitan una restauración corre a cargo de la asociación Hispania Nostra, que a su vez depende de Europa Nostra. En ella podemos encontrar desde capillas románicas hasta casas solariegas abandonadas, pasando por castillos, murallas y, como veremos a continuación, palacios. En esta entrada haremos un repaso por algunos casos de edificios españoles en la lista roja del patrimonio, como el palacio de Orleans-Borbón.
Para qué sirve y qué lugares entran en ella
Lo que busca Hispania Nostra con su lista roja es denunciar el estado de abandono de ciertos monumentos. Para ello, expone en su web detalladamente la historia del lugar, el estado en el que se encuentra, el grado de protección legal y los motivos por los que se ha incluido en la lista. Todo ello acompañado de una nutrida galería de imágenes que señalan detalladamente todos los desperfectos a los que se ve sometido el monumento en cuestión. Además, se llevan a cabo iniciativas como campañas de micromecenazgo con las que recaudar fondos para arreglar los bienes culturales en riesgo.
Por otro lado, la web de la lista roja del patrimonio ofrece la posibilidad de solicitar la entrada de ciertos lugares. De este modo, los usuarios pueden incluir algún lugar que crean que merece conservación, ya sea natural o creado por el hombre. En cuanto revisen la candidatura, si es aprobada, pasará a formar parte de la lista y, por tanto, se visibilizará su estado actual y se tratará de subsanar. En la web, de hecho, podemos ver también qué lugares se han recuperado y, por tanto, han salido de la lista. Algunos ejemplos son la Villa Romana de Paterna, en Valencia o el Palacete de la Calle Villanueva, en Madrid.
Muchos de los monumentos que podemos encontrar en la lista roja del patrimonio pueden, en un primer momento, no llamar nuestra atención. Los edificios abandonados forman parte del paisaje español, y estamos acostumbrados a verlos, por ejemplo, cuando viajamos en coche por la Península. Los miramos, quizá con curiosidad, durante un momento. Llaman brevemente nuestra atención, pero seguramente ni siquiera nos paremos a pensar que esos edificios deberían estar preservados y protegidos.
No obstante, hay otros casos en los que la ruina y el abandono nos parece más evidente y también más indignante. Este es el caso del palacio Borbón-Orleans de Sanlúcar de Barrameda puesto que, mientras una de sus alas se encuentra abierta al público, la otra se cae a pedazos.
Un capricho neumudéjar en vías de extinción
Este palacio entró en el mes de agosto de este mismo año en la lista roja del patrimonio. Sin embargo, como esta medida no surtió ningún efecto, esta semana ha pasado a incluirse en la lista de los 12 ejemplos más significativos de arquitectura amenazada del continente. Según se describe en su ficha de la lista roja del patrimonio, una de las alas del edificio se encuentra en estado de abandono completo. La última vez que se reformó fue en la década de los 90. No obstante, en esa época dicha parte del edificio llevaba ya casi cincuenta años en estado de abandono, desde los años 50. Pero, ¿qué tiene de especial este palacio? ¿Qué aporta a nuestro patrimonio?
Repasemos brevemente su historia y características para averiguarlo.
El palacio de Borbón-Orleans se construyó por mandato de Antonio de Orleans, duque de Montpensier e hijo del último rey de Francia y por Luisa Fernanda de Borbón, hermana de Isabel II. Este palacio era único ya en el momento de su edificación, pues se trata del primer edificio Neomudéjar de España, y contaba con salas tan exóticas como la biblioteca egipcia, una de las estancias que hoy se encuentra en estado de abandono.
Este palacio era la residencia de veraneo de los infantes. Normalmente vivían en Sevilla, lejos de la corte madrileña puesto que a Isabel II no le agradaba su cuñado. Este emplazamiento también convierte el palacio en un lugar especial, puesto que la mayoría de palacios relacionados con la monarquía se encuentran cerca de la capital.
Desde entonces, y hasta 1955, el palacio estará habitado por los descendientes del matrimonio Orleans-Borbón. Su último habitante será Alfonso de Orleans-Borbón. Debido a discrepancias con Francisco Franco, abandonará el palacio para retirarse a una finca más apartada de su propiedad. Durante los años 70, el palacio se vendió hasta en dos ocasiones, pero el ala que se encuentra en estado de abandono actualmente no llegó a utilizarse. Finalmente el ayuntamiento de Sanlúcar de Barrameda, su dueño actual, lo compra en 1979. En teoría, esta adquisición responde al hecho de preservar el edificio, aunque ya hemos podido comprobar que esa no es la suerte que ha corrido.
Algunos de los males que sufre este edificio son pájaros que se cuelan en el interior perjudicando los artesonados del techo o desprendimientos de la fachada del ala abandonada. También techos que se han venido abajo, paredes que necesitan ser apuntaladas y antiguos jardines que ahora crecen de forma salvaje.
Otros tesoros olvidados
Aunque el caso del palacio sanluqueño haya sido noticia por haberse colado entre la lista de los 12 edificios que mejor ejemplifican el abandono del patrimonio europeo, no es ni con mucho el único caso indignante que existe en nuestro país. Además de el palacio de Orleans-Borbón, encontramos otros edificios españoles en la lista roja del patrimonio que se encuentran gravemente amenazados.
Otro caso típico sería el del Palacio episcopal de Calatayud, provincia de Zaragoza. Este emplazamiento neoclásico, que fue Museo de Arte Sacro pero que hoy en día permanece cerrado, ha sufrido tanto como el palacio de Orleans-Borbón. Tal y como nos describe su ficha de la lista roja del patrimonio, un lateral del palacio se derrumbó ya hace años, mientras que su patio es hoy un aparcamiento. Además, como en tantos otros edificios abandonados, los pájaros pueden penetrar en su interior a través de ventanas rotas y causar estragos.
Otro ejemplo paradigmático de patrimonio abandonado a su suerte es el de la Sala Montano, situada en Madrid. Se trata de una sala de conciertos del siglo XIX, en la que debutaron artistas como el tenor Francisco Granados. Lo más destacable de la sala son unos frescos que se están perdiendo debido a la humedad que trae consigo el abandono.
La compra-venta de esta sala lleva décadas siendo investigada por la Fiscalía, desde que en 2001 la comprara Afal Futuro. Esta asociación sin ánimo de lucro ayuda a personas con Alzheimer y otras enfermedades mentales. Presuntamente, la entidad se habría aprovechado presuntamente de la anterior dueña de la sala, María Jesús Moreno. Esta paciente sufría demencia y Síndrome de Diógenes. Para obtener este inmueble se cree que falsificaron su testamento, según informa El País en un artículo que data de junio de 2014. Y, mientras se decide a quién pertenece esta joya del siglo XIX, los frescos se van perdiendo poco a poco, tal y como nos describe su entrada en la lista roja del patrimonio.
En definitiva, existe a nuestro alrededor una gran cantidad de patrimonio en grave peligro de desaparecer y que permanece desconocido para el público general. No obstante, tal y como hemos visto con la situación del palacio de Orleans-Borbón, hay doce monumentos cuyo riesgo es mayor. Entre ellos encontramos otro edificio español, la Sinagoga de Híjar, en Teruel, y también otros emplazamientos. Dos ejemplos serían los baños de Neptuno en Baile Herculane (Rumanía) o el pueblo de Doel (Bélgica).