EL MARINO QUE PERDIÓ LA GRACIA DEL MAR, DE YUKIO MISHIMA

Portada del libro

Dentro de la obra de Yukio Mishima destaca su estilo en los relatos cortos, donde consigue introducir al lector en la sociedad japonesa con historias pasionales, explotando los sentimientos y metiendo al público en un submundo del alma humano, donde la complejidad de las relaciones entre los personajes son el principal atractivo. El problema es cuando alguien se enfrenta a alguna de sus novelas, donde la mayor extensión puede hacer que resulte muy difícil florecer esos sentimientos que en este caso lleva a cruzar dos historias sin convencer el punto de unión.

El marino que perdió la gracia del mar es una novela corta de Yukio Mishima pero que encierra varias historias trágicas: por un lado está la historia del romance entre Fusako y Ryuji, que hace que ella vuelva a abrirse y entregarse al amor tras años de viudez y soledad; por otro lado la historia del marinero, Ryuji, un hombre solitario y algo arisco, cuya vida en el mar le ha hecho acostumbrarse al silencio. La historia entre ellos no tendría mayor relevancia que otra de amor si no fuese por la existencia del hijo de Fusako. Noboru es un adolescente que vive el romance de su madre con mucho interés hacia el marinero y sus historias de navegación, que más tarde se verá decepcionado por la aceptación del marinero de la cotidianidad. Mishima retoma, como en varias de sus novelas, la figura del niño-adolescente que se encuentra en un tortuoso cruce de caminos con ideas bastante atroces sobre la vida y los adultos. La muerte ronda siempre a dichos personajes como una fatalidad a la que se puede recurrir como una alternativa honrosa. En esta ocasión estos pensamientos de Noboru se ven excesivamente violentados por las descripciones de las actividades y pensamientos que tiene él con sus amigos, hechos contados con una excesiva frialdad por parte del autor y descripción de tanto detalle, como la conspiración de los niños, junto con ciertas pruebas atroces para demostrar su «hombría», que son descritas sin sentimentalismos, proporcionando al lector cierto revuelo de demasiada angustia. Este grupo de niños, al que pertenece Noboru y donde hay un jefe al mando, miran hacia los adultos como algo despreciable y decadente. Para ellos, convertirse en esa clase de adulto es una afrenta impensable y sin sentido, un destino que quieren evitar a toda costa como el propio Jefe dice: “Si no actuamos ahora ya nunca seremos capaces de robar, de matar o de hacer cualquiera de las cosas que testimonian la libertad del hombre y, terminaremos en las adulaciones vomitivas y los cotilleos; temblaremos día tras día, agobiados por la sumisión, el compromiso y el miedo; nos preocuparemos por lo que digan los vecinos; viviremos como ratones estridentes. Y algún día nos casaremos, y tendremos hijos, y al fin llegaremos a ser padres: lo más vil en este mundo.”

Los adultos de esta novela también aparecen como si estuvieran en momentos definitivos de sus vidas, cuando asumen que los grandes sueños que han tenido durante años van desapareciendo y aceptando que no se realizaran. En ese punto de sus vidas se presenta una solución, que aunque ni cercana a la soñada, promete algo de estabilidad y seguridad, siendo esta la opción por la que se deciden Ryuji y Fusako, sin sospechar que esa misma decisión les acarreará un final inesperado.

Lo que podría haber sido un brillante modo de dar el giro a una clásica historia de amor hace que la relación entre el marinero y Fusako sea la que puede interesar a un tipo de público, y a otro la historia de Noboru y sus compañeros. Lo complejo aparece a la hora de cruzar las dos y unir a ambos públicos, lo que el autor no consigue del modo esperado por parte de los lectores.

Título: El marino que perdió la gracia del mar
Autor: Yukio Mishima
Editorial: Alianza
Páginas: 176
Año edición: 2003

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