A punto estuvo Miguel Bosé hace cuatro años de saturar las radiofórmulas españolas y, como consecuencia, de acabar con la paciencia de sus oyentes. Los explotados duetos que conformaban su Papito sonaron ya en su día como éxitos de los dieciocho discos de estudio que ha lanzado a lo largo de los más de treinta años que lleva dando voz a una parte importante de la historia musical de nuestro país. Porque con el recopilatorio, repetía números uno y muchos seguidores no lograron mantener a salvo su incondicionalidad por el cantante.
Aun así, Bosé es toda una institución artística a la que poco o nada le queda por demostrar y con Cardio, su
último trabajo, vuelve a ser el protagonista de doce nuevas canciones que suenan al pop de un Bosé más maduro que el que entonaba aquél ‘Amante bandido’ pero que ha perdido por el camino mucha de la fuerza de los temas que le hicieron de oro. No deja, eso sí, las letras romanticonas de las baladas, como las que dan forma a ‘Por ti’ o ‘Dame argumentos’. Tampoco abandona los temas sociales. En este caso, se pone de lado del pacifismo con ‘Júrame‘, que cantó por primera vez en el concierto cubano ‘Paz sin fronteras’. ¿Lo más original? El surrealismo de las frases a medias y sin sentido de ‘A mí me da igual‘, para la que se inspiró en la incorrección semántica de un ucraniano que forma parte de su equipo. ¿Lo mejor? Su single: ‘Estuve a punto de‘, pegadizo y bailable, seguramente lo que más trascienda de este álbum pese a que por encima destaque Cardio, el corazón en griego que da nombre a un disco que consigue innovar con sonidos eléctricos, temas originales y hasta acordes de un renovado estilo Bollywood en el tema once. Más de un Bosé que al borde estuvo de sufrir las consecuencias de la sobreexposición pero que ha sabido reconducir, como tantas veces, su peculiar forma de cantar y entender las canciones.
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