El ciclo de conciertos que programó la Azotea Low Club, que comenzó el 29 de septiembre con la actuación de Niños Mutantes, finalizó el 28 de octubre con un acústico de la gaditana.
Lo que pareciera iba a ser un jueves cualquiera, finalmente se convirtió en una noche mágica. De ello se encargó la cantautora Carmen Boza. La artista gaditana comenzó en el año 2009 subiendo sus propias composiciones y covers a la plataforma de YouTube hasta que, gracias a un crowfunding y a sus miles de seguidores, pudo grabar su primer EP llamado La mansión de los espejos. Años después publicó su segundo álbum, La caja negra, que rápidamente se posicionó como número 2 de ventas en España. Poco a poco, forjando un estilo único y jugando con ritmos y acordes imposibles, la cantante ha conseguido crecer hasta agotar entradas en grandes salas de la escena nacional. Ahora vuelve a Madrid, a la Azotea Low Club, esta vez sola y en acústico, para hacernos un recorrido por todo su trabajo.
A su hora vimos aparecer a Carmen Boza por un lateral, con una copa de vino en una mano y su guitarra en la otra subió al escenario y se acomodó frente a su público. Con un tono algo cómico anunció que iba a ser “una noche triste”. Pero nada de eso sorprendió a sus fans. Quien ha escuchado a Boza sabe que, en muchas ocasiones, sus letras y ritmos te conducen hasta un estado de Pena. Y exactamente esa fue la primera canción que sonó en la Azotea Low Club.
Con este tema, que ya ha cantado en ocasiones en directo, pero que todavía no está publicado oficialmente en ninguna plataforma, arrancó la noche. A partir de ese momento se vivió un sube y baja de emociones. Volvimos al salón de su casa, y recordamos los primeros videos que ella misma grabó y editó para YouTube. Ahora, con un estilo más maduro interpretó canciones como Culpa y castigo o La mansión de los espejos.
En el ecuador de la velada, Boza arrancó su propio Mantra, una canción que escribió para alejarse de los malos fantasmas que la atormentan. “Para meditar se necesita un mantra que vale 600€, pero yo os regalo el mío”, bromeó la artista. Y como un porrazo en el pecho llegó Gran Hermano. Justo en ese momento, Carmen aprovechó para recomendar una novela: 1984 de George Orwell. Confesó que es un libro que le ha ayudado mucho a comprender el mundo actual. No hay duda de ello, puesto que su Caja Negra está llena de referencias. Un disco que cruza varios horizontes, con guitarras y un groove que recuerda a cantantes como John Mayer, hasta unas letras que podrían haber sido escritas por el mismísimo Bauman. De fugacidad, de amor líquido o de un ego que nos atormenta a la sociedad. De todo eso habla en su último disco, y todo ello lo pudimos escuchar desde lo más alto de Gran vía.
La noche avanzaba y ya no importaba estar en una de las terrazas emblemáticas de Gran Vía. A nadie se le ocurría apartar la vista hacia los espectaculares edificios que rodeaban el lugar. Toda la atención la acaparó la cantante. Con los primeros acordes de Un golpe de suerte, el público quedó paralizado. ¿Quién no ha intentado hacerse la dura después de una ruptura? La letra de esta canción desgarra los sentidos, te mete de lleno en una relación –incluso ficticia–, algo que quizá ni siquiera hayas vivido, pero te transporta hacia el dolor que se siente después de haber querido demasiado a alguien.
El ritmo del concierto comenzó a acelerarse, pero Boza anunció que se iba acercando el final, a lo que el público no pudo contener un sentido “¡no…!”. “No voy a hacer el paripé de irme y luego volver” dijo la gaditana mientras se reía. A pesar de ser una persona arraigada a la melancolía, sabe disfrutar de los pequeños grandes momentos, y ese concierto fue uno de ellos. Como cualquier artista, agradeció la asistencia a su público, pero además confesó haber disfrutado mucho, algo que, por naturaleza, no siempre consigue.
Tras cantar Octubre, la que iba a ser la última canción de la noche, no pudo resistirse a los coros del público que pedían una última. Así, sin demasiado esfuerzo se animó y volvimos, por un momento, hasta 2012 con Delirios y éxtasis. De repente el frío que se sentía en la azotea se olvidó por completo durante 4 minutos. Con una letra sexy y algo provocativa animó de nuevo a todos los presentes. No dejó nada a la imaginación y lo que pensamos que íbamos a presenciar esa noche se cumplió y quedó aprobado con muy buena nota.
Ahora sí, la cantautora volvió a coger su copa de vino y se despidió, no sin antes recordar que volverán muy pronto a verse por la gran ciudad.