ATRAPADOS POR LA RATONERA

Cartel La Ratonera

Lleva sobre los escenarios británicos desde 1952 y ostenta el record de ser la función teatral con mayor número de representaciones ininterrumpidas. Ahora, La Ratonera (The Mousetrap), de Agatha Christie, está acabando su segunda temporada en el Teatro Reina de Victoria de Madrid y continúa llenando las salas como el primer día.

Lo ratifico desde mi butaca 29, justo detrás de una columna, en la última fila. Compré la entrada por Atrápalo, y este fue mi castigo por querer ahorrarme cinco euros. Despierto piedad a todo aquél que pasa por mi lado y ve mi cara prácticamente adherida al marmolejo. La familia de al lado, a modo de consuelo, me ofrece un chicle de menta. Lo rechazo. “En horas de servicio no, gracias.” Me dispongo a averiguar qué hace que una obra de misterio se perpetúe 58 años en cartelera y necesito concentración.Agatha Christie

 Para su ochenta aniversario, a la Reina Mary de Reino Unido, admiradora de la novela policíaca inglesa, se le antojó una obra de su homóloga del Crimen. Sin hacer esperar a Su Majestad, Christie escribió rápidamente una pieza radiofónica de treinta minutos: Tres ratones ciegos (Three Blind Mice), que años más tarde Peter Saunders llevaría al Ambassadors Theatre de Londres con el título de La Ratonera (The Mousetrap). La corona británica cogió cariño a esta composición teatral, y, en 2002, la nieta de Mary, Elizabeth II, celebró su medio siglo de reinado asistiendo a la misma representación, que por aquél entonces cumplía también cincuenta años. Cualquiera se atreve a retirar de las tablas algo que la realeza tiene en tan alta estima…

 Algo que alaba un rey no puede, por definición, ser cosa mala. Todas las cabezas que tengo ante mí deben haber venido a comprobarlo. A eso o a impedirme discernir si la actriz que actúa hoy es Flavia Scarpa o la protagonista de Sin tetas no hay paraíso. Cabezas blancas y argentadas se intercalan con otras productoras aún de melanina. “Son ya tres generaciones que han podido ver esta representación –cuenta el responsable del Teatro Reina Victoria, el señor Corominas –. Muchas veces vienen padres con sus hijos, abuelos con sus nietos… La gente vuelve y repite una y otra vez.” Es el caso de Doña Arancha, una cabeza blanca que viene al Reina Victoria acompañada de tres cabezas más, blancas también. “Es la segunda vez que veo La Ratonera, pero… ¡no me acuerdo de quién es el asesino!”, se sonroja la anciana. Según Corominas, que de tanto en tanto sale a escuchar las conversaciones de corrillo de las medias partes, esto es algo habitual: “La obra está tan bien hecha que la gente no se acuerda del final. Por eso hay tanta repetición de público.”

 Me pregunto si de aquí a mañana habré olvidado yo también cuál de los ocho huéspedes atrapados en la mansión Monkswell es el asesino. En cualquier caso, siempre podré recordarlo volviendo a verla representada sobre algún escenario. Siempre, claro, que al heredero de la Corona británica le continúe entusiasmando tanto la obra como a su tatarabuela.

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