Aquí soñamos todos

Portada de Tras el ensayo

Tras el ensayo (Efter repetitionen, 1984) es un telefilme dirigido por el cineasta, guionista y dramaturgo sueco Ingmar Bergman. En éste, Henrik Vogler, director de la obra de Strindberg El sueño, se convierte, tras abrir los ojos después de un breve descanso en el mismo escenario donde representará la obra, en un funambulista que hace equilibrios entre lo real y lo soñado en sus conversaciones con la joven Rakel Egerman, protagonista de la representación, y su madre, Anna, con la que trabajó anteriormente. A la vez que el fino epitelio que recubre el sueño del director de escena se rasga y abre sus ojos, se abre también el telón de su propio drama escénico, una representación onírica donde los mundos posibles se homogeneizan y donde es imposible distinguir entre sueño y realidad, entre lo sentido y lo fingido, lo ocurrido y lo recordado.

 Bergman, eterno director de escena, homenajea en esta obra al teatro y a los que lo llevan a cabo, y desliza en ella guiños a los grandes renovadores del género: de Strindberg, autor de la obra que los protagonistas pretenden llevar a cabo, se sirve para ofrecernos el doble juego de sueño/realidad; de Pirandello coge prestada la esencia de su metateatro, de Ibsen las alusiones a Hedda Gabbler

Henrik Vogler, protagonista de Tras el ensayoMientras que otros dramas teatrales adaptados al cine han pretendido mimetizar la estética visual  del teatro (personajes alejados del público, iluminación marcadamente dramática, exageración de los rasgos de los protagonistas a través del maquillaje, sobreactuación…) Bergman se sirve de todo lo contrario en esta pieza que, a pesar de ser concebida como un telefilme, posee una belleza seductora en su tremenda sencillez, que roza la austeridad. Así, en un entorno estático como lo es la superficie del escenario de un teatro, y con un atrezzo más que reducido, la responsabilidad de atrapar al espectador recae por completo sobre los intimistas diálogos de los protagonistas y, sobre todo, en la interpretación de los tres actores que los encarnan, Erland Josephson (Henrik), Ingrid Thulin (Rakel) y Lena Olin (Anna), cuyo trabajo resulta abrumador: el rostro severo de Josephson, la profunda mirada de Thulin o la cínica sonrisa de Lena son ingredientes suficientes para llenar la pantalla por sí mismas a lo largo de todo el hipnótico metraje del filme. Al servicio de la sensación de ensoñamiento que envuelve la obra se encuentran su pausado ritmo, su quietud y estaticidad, que arrullan al espectador al ritmo de los seductores diálogos y el monólogo interior del protagonista, que refuerza una vez más la sensación de que lo que acontece ha de estar siendo fantaseado por él mismo en su duermevela.

Escena de Tras el ensayoA pesar de que toda la acción se desarrolla sobre el escenario de un teatro, cuando ésta termina no cae el telón, ni se oyen aplausos. El único entrechocar que se produce es inaudible y se desarrolla en paralelo a los títulos de crédito: es el de los párpados del espectador que, como si acabase de despertar de un sueño, no sabe exactamente cuánto tiempo ha permanecido, embelesado, con la mirada fija en la pantalla.

Deja una respuesta

Your email address will not be published.