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‘The Batman’, la deconstrucción del héroe torturado

Robert Pattinson en la piel del nuevo Batman

Matt Reeves se estrena en el universo DC Comics sembrando un camino de terror entre las sombras de Gotham

Un nuevo Batman ha nacido. O, al menos, eso ha intentado hacer ver Matt Reeves en la última entrega del héroe gothamita que poco —o nada— tiene de súper, donde el redimido exvampiro Robert Pattinson se enfunda en la particular y uraña versión de un inexperto caballero oscuro con aires de Kurt Cobain, en quien se inspiró para crear el personaje. Con The Batman se abre la veda en el universo DC Comics para atravesar con goce las sombras y tinieblas que llevan al espectador, durante casi tres horas de película, al inicio de todo.

Trailer oficial de ‘The Batman’.

Gotham siempre ha sido el epicentro de toda corrupción y podredumbre social de ese otro universo al que llamamos ficción —a veces demasiado familiar—, y el Hombre Murciélago —ahora mucho más hombre que murciélago— su eterno ángel justiciero. O no. Ya que, en esta ocasión, Reeves traza en la piel de Pattinson un personaje que coquetea con las fronteras entre justiciero y matón de barrio, situado en los márgenes de todo y desvinculado casi totalmente de su alter ego, Bruce Wayne. En The Batman, y por mucho que le pese, el joven y multimillonario huérfano se ha convertido en alguien al que toda la ciudad idolatra. Sin embargo, él reniega de todo lujo y opulencia y lo comprobamos en su traje barato, en su mediocre faceta de motero y en su hogar, que tiene más de cueva que de mansión.

Aquí, Wayne todavía trata de superar la latente muerte de sus padres, y lo hace refugiado en una personalidad aún más introvertida y perturbada si cabe. En la cinta —y gracias a Dios— se prescinde de lo evidente: del asesinato del matrimonio Wayne, una tragedia tan manida que ya casi había degenerado en un chiste. Por primera vez, nos olvidamos de los ya distorsionados Thomas y Martha, aunque en un primer momento los identificamos involuntariamente con esas figuras del alcalde con su esposa e hijo: escena en la que un inocente juego de espadas se puede llegar a convertir en un leve guiño a su muerte para el fan más acérrimo.

Robert Pattinson como Bruce Wayne
Robert Pattinson encarnando a Bruce Wayne.

La nueva entrega de Matt Reeves trae consigo, y de la mano de un brillante elenco, el orígen de los villanos más icónicos como El Pingüino, encarnado por un inexistente Collin Pharrell doblado con voz de pirata; y el adiós de algunos que no lo son tanto, como Carmine Falcone, interpretado por un John Turturro que eleva el papel de jefe mafioso. No obstante, hay un malo malísimo, no tan culpable como el resto, que nos hace replantearnos los motivos reales de esa ola de crímenes que asedian la ciudad: Enigma, que no es otro que Paul Dano, tan poco explotado y sin salir del papel de rarito marginado (Pequeña Miss Sunshine, 2006; Pozos de ambición, 2007; Prisioneros, 2013) pero que lo hace, sin embargo, mejor que nadie, con esa terrorífica y diminuta sonrisa de voz desquiciante.

Al reparto se une, como no podía ser de otro modo, la figura de una renovada y reivindicativa Catwoman de andar por casa a la que da vida Zoë Kravitz, con kilos y kilos de personalidad, realismo y hechura de heroína, pero con el sinsabor generado por la falta de desarrollo y profundidad del personaje. Algo con lo que sí cuenta, de sobra, el que fuera un ídolo de masas en sus épocas crepusculares: Robert Pattinson. Una pareja que se complementa a lo largo de la cinta a destiempo y marcando, además, las mejores escenas en clave de Nirvana, con su oportuno —aunque peque de tópico— Something in the Way.

Batman y Catwoman en la nueva de Matt Reeves
Zoë Kravizt y Robert Pattinson como Catwoman y Batman.

Un arranque de saga que cuenta con el lado más gótico y oscuro en su estética e imagen, con un diseño y uso de cámara fuera de lo normal, y un atrevido deseo por parte del director de El amanecer del planeta de los simios de fundir la trama con la noche más cerrada, dotando al —eso sí— desmedido metraje de una lobreguez más propia de la última temporada de Juego de Tronos que de cualquier creación de la industria DC. Aun así, alimenta la tensión y la sensación de thriller, que se cuela a base de acertijos facilones en los callejones —y cafeterías— de Gotham con claros tintes de otras producciones en la línea de Zodiac, Seven o, incluso, Saw.

Y es que, en este largometraje hemos podido conocer a un Batman más humano y auténtico, más cercano a la actualidad, un héroe que llama a las puertas, algo que es de agradecer después del bombardeo de los trillados héroes «pijameros». Aunque, del mismo modo, ignorado e incapaz de ganarse el respeto del que sí disfruta el ermitaño y disfuncional Bruce Wayne. Un deleite visual para los eternos buscadores del cine de terror y neo-noir, aunque no demasiado para los fanáticos del señor de la noche y que ha logorado, en parte, desligarse de la sombra del torturado personaje del tándem Bale-Nolan, no tanto en fondo como en forma. Y, pese a que a este detective en prácticas aún le queda un largo camino, se podría decir que nuestro Batman tal y como lo conocíamos ya reposa junto al Joker de Heath Ledger.

Raquel Pablo Alcalá

Graduada en Periodismo por la Universidad de Sevilla. Siempre entre páginas y acordes, y sin perder el sur como norte.

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