ADELE, 21

Adele es una jovencísima cantante inglesa a la que nadie hizo demasiado caso cuando, hace aproximadamente tres años, publicó su primer álbum. ¿El motivo? Que otra artista, también inglesa y con un estilo musical similar, Duffy, había captado en aquel momento toda la atención del público y de la crítica gracias a su debut Rockferry y, sobretodo, a su hit ‘Mercy’. Ahora ha pasado todo lo contrario. Mientras que el segundo disco de la galesa ha pasado completamente desapercibido, el nuevo trabajo de Adele está arrasando en las listas de venta de todo el mundo.

No es algo extraño, porque 21 es un disco realmente bueno. Su éxito, por lo tanto, está más que justificado, y más teniendo en cuenta que el álbum ha sido presentado por el enorme primer single ‘Rolling in the deep’, quizás el temazo que le faltaba al segundo disco de Duffy, y no quiero ponerme más pesado con esta comparación que, por otra parte, es inevitable.

21 es un disco conceptual sobre el desamor centrado en la última relación de pareja de Adele que, por supuesto, acabó fatal, y en el que predominan las baladas. Es en la primera mitad del álbum donde encontramos los mejores temas, como ‘Rumour has it’, donde están muy presentes los ecos de Amy Winehouse; ‘Turning tables’; ‘Don’t you remember’; o ‘Set fire to the rain’, que constituyen los momentos más emocionantes y emotivos del cd. En la recta final, tanta aglomeración de canciones tristes termina por saturar. Además, baladas como ‘One and only’ o ‘Lovesong’ no tienen, ni de lejos, la carga emocional de los temas que acabo de citar. Por suerte, con la canción que cierra el disco, ‘Someone like you’, que además será el segundo single del mismo, el nivel vuelve a subir, dejándonos con ganas de más.

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