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Por qué debes visitar Luarca al menos una vez en tu vida

Luarca ( Fuente: surcando.com)
Luarca ( Fuente: surcando.com)
Luarca ( Fuente: surcando.com)
Luarca ( Fuente: surcando.com)

Asturias es el verde más puro del norte y el azulón de su bandera y su mar. Las ciudades y los pueblos se unen en sintonía, y el mayor orgullo de sus habitantes es haber nacido en el Reino. En la zona occidental se encuentra el pueblo costero de Luarca, conocido por sus allegados como la Villa Blanca de la Costa Verde, y ostenta el puesto de capital del concejo de Valdés. Su magnetismo viene de su nombre, de su incesante llovizna en forma de orbayu y de las historias y las playas que habitan la villa. Conoce las razones por las que nadie puede resistirse a Luarca.

El lobo del arca. La magia de Luarca empieza con su nombre. Según la leyenda, surgió una mañana del horizonte del mar una gran embarcación de vela que atracó en el puerto. De ella bajó un hombre fuerte y de aspecto poderoso que solicitó hablar con un clérigo. Varios sacerdotes acudieron a dialogar con aquel extraño capitán y, tras una breve charla, desembarcaron un hermoso arcón. Cuando el barco hubo abandonado el pueblo, bajaron lobos de las montañas y se acercaron a aquella arca cuya misión era proteger la villa. El lobo más grande de la manada se detuvo frente a ella y se arrodilló, mostrando adoración. Lo llamaron el llobu del arca (el lobo del arca), que evolucionó a Llobuarca, hasta que la villa fue bautizada como Luarca.

La Playa de Cueva. Un destino que obligado. La Playa de Cueva  presume, con razón, de ser una de las más espléndidas no sólo de Asturias, sino de toda España. El ser humano todavía no ha corrompido la virginidad de esa playa castaña y brava. Aunque se puede acceder directamente en coche, existe la opción de dejarte sorprender por un sendero, pegado al río, que desemboca en la costa.

Las fiestas de San Timoteo. Una semana de celebraciones que, poco a poco, se han ido haciendo más famosas y atrae a visitantes de varios lugares del mundo. El 22 de agosto es el día grande. Cada año se celebra en el Prao de San Timoteo una romería en honor al patrón de las fiestas en la que vecinos e invitados se congregan para comer y beber sidra bien fría. Los asturianos de pro saben escanciarla de las maneras más inverosímiles y siempre están dispuestos a ofrecer un culín con esa gentileza tan cercana que les singulariza. Llega un punto en el que la hierba huele a manzana y el aire a empanada y bollo preñao, un delicioso panecillo relleno de chorizo. Pero no untado, no: realmente henchido de un chorizo entero.

Fiestas de San Timoteo / Fuente: multimedia.lne.es
Fiestas de San Timoteo / Fuente: multimedia.lne.es

Todo el mundo lleva una enorme T colgada al cuello o bordada al chambrón, una  prenda típica en forma de baby a cuadros blancos y azules. Tras una procesión por la villa luarquesa, la celebración culmina por la tarde en el pueblo, donde el deber de los vecinos se fundamenta en tirar agua desde los balcones. A medianoche hay gente salpicándose en el río, los bares están llenos y resuena la orquesta de la Plaza del Ayuntamiento.

La heladería artesanal El asturiano. Ningún bar puede compararse a la heladería artesanal El asturiano, un pequeño local lleno de cremosas delicias a varios grados bajo cero. Los días festivos permanece abierta hasta tarde. Sus especialidades: un auténtico elixir de arroz con leche, con ligero regusto a canela y pedacitos de cereal entre la masa, y el explosivo chocolate negro, de un sabor tan intenso que parece irreal.

El Puente del Beso. Luarca lleva inspirando amor desde sus orígenes. Al borde de un riachuelo que abraza la ciudad se encuentra el Puente del Beso, cuya trágica historia de amor data de la Edad Media. En aquella época, los piratas se habían apoderado de los mares españoles. Carambal era el más famoso de todos ellos: raptaba doncellas y traficaba con ellas, ocupaba cualquier barco que traspasase sus aguas y, tras robar y torturar a sus pasajeros, los asesinaba. Hidalgo, un caballero noble de Luarca, fue por su propia cuenta a capturar a Carambal y, tras una batalla sangrienta, venció.

Puente del Beso / Fuente: sobreleyendas.com
Puente del Beso / Fuente: sobreleyendas.com

El caballero decidió curar al pirata antes de entregarlo a las autoridades y se lo llevó a su hija, Asturiana, para que le atendiera. El pirata y la doncella se enamoraron, aun sabiendo que su historia de amor estaba condenada. Una noche, se citaron en la orilla del mar para fugarse en una nave. Los amantes se besaron nada más encontrarse y, justo en ese instante, fueron sorprendidos por Hidalgo quien, furioso, cortó sus cabezas con su espada. Los cuerpos cayeron al mar, abrazados como estaban, y se convirtieron en leyenda. Para recordarlos, se construyó el Puente del Beso, donde sus almas quedaron unidas por siempre.

Pastelería Cabo Busto. Busto pertenece al concejo de Valdés, no es propiamente Luarca, pero está tan cerca que no visitar esta pastelería, una de las mejores del país según los críticos gastronómicos de Gastroactitud, sería un delito. En un lugar tan tranquilo, resulta sorprendente toparse con una cola de coches deseosos de adentrarse en las delicias de esta pastelería. Pero es comprensible: más que simples dulces, su joven cocinero, Jonathan González, crea efímeras obras de arte de todos los sabores imaginables, desde avellanas con sidra hasta el turrón almendrado de la Gijonesa.

La Ermita de la Virgen Blanca y el cementerio. El empinado camino que conduce a la villa se encuentra con el cementerio. La muerte es lo último que se asocia a ese lugar inusualmente hermoso, que bien podría tratarse de un mirador, situado como está en lo alto de la atalaya. La Ermita de la Virgen Blanca corona lo alto del acantilado.

Villa Argentina / Fuente: villalaargentina.com
Villa Argentina / Fuente: villalaargentina.com

Las casas de indianos. Villar es un barrio de Luarca que alberga algunas de las construcciones más impresionantes de la zona, varias de las villas más importantes que los antiguos indianos (emigrantes a «las indias», a América) edificaron a su vuelta. La Villa Argentina es hoy un hotel, y se suman a ella la Villa Excelsior y Villa Carmen, donde Severo Ochoa disfrutó de sus años de infancia.

Un Museo del Calamar castigado por el temporal. Desgraciadamente, poco queda de él tras uno de los fortísimos temporales del invierno. El ambiente animado del pueblo choca con la tristeza que se respira en este cementerio. La ironía ha llevado al Cantábrico que tanto aman los asturianos a arrasar, a golpe de olas de varios metros, las instalaciones del Museo y, con él, una de las mejores colecciones de calamares gigantes expuestas en el mundo. Entre grafitis se encuentran las ruinas de lo que ha sido uno de los orgullos de los habitantes del concejo de Valdés.

El Faro. Entre varias terrazas pegadas al muelle aparece una especie de gastrobar llamado El Faro, donde las vistas al mar y a parte de la ciudad son privilegiadas. De día, sus comensales se dejan seducir por varios platos y tapas típicas asturianas, mientras de noche el local se transforma en un ambiente chill out perfecto para tomar una copa, si soportas bien el frío.

Amanda Briones

Periodista. Amante del Rey Lagarto, los zapatos de tacón, el chocolate y el helado.

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