Si contiene sangre, sirve

Manipulación televisiva

Un artículo sobre la construcción de la realidad mediática a partir de los informativos televisivos

realidad mediática
Fotograma de Network, 1976

“La sociedad es una colectividad de personas satisfechas de sí mismas y, en particular, de sus gustos y preferencias”

            -La rebelión de las masas

Sostiene Jack Gould que la televisión tiene algo absolutamente tranquilizador; lo peor está siempre por venir. En 1976, Sidney Lumet dirige Network, una crónica trágica y realista sobre el mundo de la televisión, en la que un presentador de informativos es despedido por sus bajos índices de audiencia y anuncia su suicidio en directo para conseguir el triunfo mediático. La historia se inspiró en un caso real; el de la periodista estadounidense Christine Chubbuck que, el 15 de julio de 1974, se reventó la cara disparándose en la cabeza con un revólver. Estaba en antena.

Chubbuck, que padecía depresión con fuertes problemas laborales y personales, había sido relegada de su sección de reportajes en los informativos de la cadena WXLT, Sarasota, Florida. En su lugar, le ofrecieron presentar un programa matinal de actualidad local.

Tres semanas antes del suceso, convenció al director para hacer un programa centrado en el suicidio. Para ello, visitó el departamento local del sheriff, entrevistándole sobre distintos métodos. Este le dijo que un revólver del 38 sobre la parte trasera de la cabeza, no en la sien, era infalible.

La mañana del 15 de julio anunció que leería los titulares en directo. Aquello sorprendió al equipo del programa; solían grabarse, pero le dejaron hacer. Entonces, al avanzar la noticia sobre un tiroteo en un restaurante local agregó:

—Siguiendo con la política del canal cuarenta de ofrecer sin tapujos imágenes sangrientas, a continuación van a presenciar un intento de suicidio.

Sacó el revolver de debajo de la mesa. Lo puso detrás de su oreja derecha. Apretó el gatillo. Su cabeza cayó sobre el escritorio. El realizador fundió a negro.

Los teléfonos se bloquearon en la comisaría. Unos llamaban para denunciar la muerte, otros para preguntar si el tiro fue real. Se dispararon las audiencias, claro.

Hoy, al teclear su nombre en Google la búsqueda se autocompleta con la palabra vídeo, a pesar de que el original -hubo posteriores recreaciones en el mundo del cine- no se ha divulgado nunca, debido a la intervención legal de la familia contra la cadena al producirse el suceso.

Echando un vistazo a los índices de audiencia actuales, estos son más altos, ergo producen más dinero, cuanto más trágico sea el contenido televisado. Basta revisar los sucesos más recientes y el tiempo y horario que se les ha concedido en antena. La mayoría son emitidos en prime time. Así, este fenómeno pervierte el valor periodístico de los informativos. La información adquiere una mayor relevancia en cuanto al valor económico que pueda suscitar frente al interés real de la noticia.

 Veamos un ejemplo reciente:

En enero, Julen, un niño de dos años cayó al interior de un pozo en una finca de Toatalán, Málaga. El rescate duró trece días. Si uno se mete en Google Analytics y rastrea cuáles fueron las palabras más buscadas en esa fecha el resultado es claro:  niño pozo. Hacía apenas un mes que se habían producido elecciones en Andalucía, sin embargo, el foco central de todos los informativos se estableció en torno a la recuperación del cuerpo del menor.

¿Es un hecho noticiable? Sí ¿Se le debe conceder un seguimiento exhaustivo, en prime time, desentrañando todo el proceso de la investigación? No, sin embargo, se hizo. Descubriéndose, así, como una muestra de mala praxis periodística.

Este es un caso especialmente curioso ya que, tras el mediático caso del asesinato de las niñas de Alcàsser, para elaborar un periodismo de calidad en lo que refiere a este tipo de informaciones, en España se endureció la legislación audiovisual y se desarrollaron unos códigos deontológicos más fuertes. Se prohíbe que se vulnere la intimidad de los menores y se rechaza la difusión de imágenes de carácter escabroso. Sin embargo, esta medida no ha frenado al sensacionalismo televisivo, sino que éste se ha reinventado mediante la infantilización de los relatos noticiosos. El exhibicionismo sentimental, disfrazado de conceptos como solidaridad, esperanza y positividad, retiene a las audiencias.

Como recogió a posteriori un informe del Consejo Audiovisual de Andalucía, apenas se difundieron imágenes del menor, estando correctamente pixeladas las que sí fueron mostradas. Sin embargo, bastó con construir un relato con los retazos de su corta vida para construir el relato; un triciclo solitario como alegoría de la tragedia. Música o primeros planos de la boca del pozo para potenciar la angustia colectiva.

“Julen es el hijo de todos” / “en las cafeterías de toda España sobran las conversaciones si hay un televisor encendido porque todo el mundo se pone en la piel de esos padres”. Así se refuerza el relato. Así crea la imagen que desean transmitir, utilizando únicamente el lenguaje.

Esta estrategia, paradójicamente, cogió fuerza al pasar de los días. Era un agujero muy pequeño, los profesionales que trabajaban en la excavación debían vestir trajes especiales y seguir unos procedimientos muy concretos para aguantar la tarea física, arriesgando, de todas formas, su vida. Al tercer día ya se evidenciaba que lo que se iba a recoger era un cadáver.

Sin embargo, y paradójicamente, los mensajes solidarios, de apoyo, optimistas, sazonados con religiosidad, proliferaron con mayor fuerza desde las grandes pantallas. “La esperanza es lo último que se pierde” y no es lo mismo, en lo que a audiencia se refiere, rescatar a un superviviente que a un cadáver. Y esto ¿qué provocó?: buena parte de personas entrevistadas, ya fueran cercanas al lugar de los hechos o se encontrasen en cualquier otro punto de la geografía española, estaban seguras de que Julen saldría con vida del pozo. Lo que nos lleva a concluir -con esta pequeña muestra, extrapolable a cualquier otro tipo de relato- que el telespectador no es consciente de que, en las imágenes del televisor, se le propone, además, una visión del mundo y una interpretación de la realidad.

«La prensa es increíblemente exitosa diciendo a sus lectores qué pensar»

            -Bernard Cohen

La Televisión como una analogía moderna del mito platónico de la caverna

 negocio por encima de todo
Robert Duvall y Faye Dunaway en Network, 1976

Para concluir la reflexión, quisiéramos dar unas pequeñas pinceladas en cuanto a cómo los media, y en especial la televisión, se han convertido en un símbolo moderno del archiconocido mito de Platón.

Comencemos por unas definiciones según la RAE:

Verdad:

 1.f. Conformidad de las cosas con el concepto que de ellas forma la mente / 2.f. Conformidad de lo que se dice con lo que se siente o piensa.

Mentira:

 1.f. Expresión o manifestación contraria a lo que se sabe, se piensa o se siente / 2.f. Cosa que no es verdad.

Ahora, vayamos al mito de la caverna. Un grupo de hombres se encuentra en el fondo de una cueva, sus pies y manos están sujetos mediante grilletes y sólo pueden ver, y percibir, el interior de su antro. Llevan ahí desde la infancia. No conocen otro mundo posible.

Tras ellos, se abre una gruta hacia el exterior y, en lo alto, arde un fuego que ilumina sus espaldas. Afuera hay un camino que transitan, de cuando en cuando, todo tipo de bestias y viandantes, llevando objetos de toda clase. A ellos tan sólo les llega el reflejo de sus sombras. Entre los caminantes, algunos se detienen a conversar, otros pasan sin mediar palabra.

Si conversaran entre ellos, ¿no acordarían en dar a las sombras los nombres de las mimas cosas? Y, si en el fondo de su calabozo, hubiera un eco que repitiese las palabras de los otros hombres, ¿no acordarían, de nuevo, que las voces pertenecen a las sombras? No creerían que pudiera existir otra realidad más allá de las sombras. Al fin y al cabo, según la teoría del punto de vista, lo que estarían viendo sería real. Estarían viviendo un sueño cuyas imágenes, lógicas y bien montadas, les impedirían vislumbrar su desarrollo y contradicciones. Un mundo en el que poder desplazarse en el espacio y el tiempo. Esto podría definirse, según términos actuales, como el mundo de la Posverdad. Aceptamos la realidad del mundo tal y como nos la presentan.

“Atibórralos de datos no combustibles, lánzales encima tantos ‘hechos’ que se sientan abrumados, pero totalmente al día en cuanto a información. Entonces, tendrán la sensación de que piensan, tendrán la impresión de que se mueven sin moverse. Y serán felices, porque los hechos de esta naturaleza no cambian. No les des ninguna materia delicada como Filosofía o Sociología para que empiecen a atar cabos.”

            -Ray Bradbury, Fahrenheit 451

manipulación mediática
Robert Duvall, Network, 1976

En el mundo actual poseemos mucha información, y la manera de controlarla -controlarnos- es mediante la implantación de una idea, o de su propia ausencia. El mito de la caverna explica la posibilidad de entender los dos mundos; el mundo sensible, que aprendemos con la experiencia, y el inteligible, que aprehendemos mediante la razón. Entonces, ¿cómo relacionamos esta alegoría con el mundo del Mass Media?, especialmente en lo tocante a la televisión.

Muy sencillo, es una suerte de parodia entre las relaciones del espectador y los “dueños” de las cosas: el tiempo y el poder. Los propagadores de la realidad y las verdades inmutables, los programadores de la violencia y lo cutre, como en el mito, tienen los medios y los media para mantener el mundo como una gran caverna en la que se erige su inmensa pantalla de sombras.

«El televisor es el Evangelio, puede ser la fortuna o la ruina de Papas y Primeros Ministros. Tiene el mas imponente y maldito poder que existe en nuestro desorientado mundo»

            -Network, 1976

Pero ¿Es acaso perjudicial per se la televisión? ¿No se trata, sin embargo, de una herramienta útil cuya bondad o maldad deriva del uso que se haga de ella? ¿Se puede hacer buen periodismo con dicha herramienta?

Por supuesto que se puede, mas siempre será minoritario. El mundo es un negocio. Lo ha sido desde que el hombre salió arrastrándose del barro.

Clara Nuño

Periodista de provincias emigrada a la capital. Graduada por la universidad de Valladolid, aboga por la divulgación y el periodismo pausado. Actualmente colabora con la revista cultural ‘Poscultura’ y garabatea prosas poéticas en su Instagram (@claranunog). La escritura como forma de estar en el mundo.

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