“La lengua es el primer arma que se esgrima en un conflicto”. Louise, una experta en lingüística -interpretada por Amy Adams– será la encargada de comprobar las intenciones de una visita extraterrestre. Con Arrival (La Llegada), basada en un relato corto de Ted Chiang, Denis Villeneuve se estrena en el género de ciencia ficción. Un reto que ha superado con notoriedad y que podremos ver en cines a partir del 18 de noviembre.
A medida que el espectador aguarda el primer contacto con los extraterrestres, se pregunta si un malentendido cultural desencadenará una masacre entre la multitud congregada, rememorando Mars Attacks (1996), o si la escuadra de naves comenzará una invasión sin retorno, evocando el pánico que desató Byron Haskin en La Guerra de los mundos (1953). No obstante, la escasez de ‘acción hollywoodiana’ en el filme es notablemente socorrida por su estructura narrativa, además de su potencia audiovisual. Los desplazamientos temporales -marca implícita en las cintas del director- logran hacer de una historia sencilla, una obra de impacto sin sorpresas gratuitas. Villeneuve demuestra la prevalencia del ‘cómo’ frente al ‘qué’.
“El caos es un orden por descifrar”. Enemy (2013), de Villeneuve
Si Ridley Scott conseguía ovillarnos en nuestras butacas, Villeneuve nos mantiene con el rostro por delante, tratando de descifrar los detalles de cada secuencia. Arrival nos invita a reflexionar en torno a la hipótesis de Sapir-Whorf, la cual establece que nuestra concepción del mundo está condicionada por nuestra lengua materna. El filme podría ser un pequeño aperitivo previo a Blade Runner 2049, al que Scott renunció dirigir en 2014 y dejó en manos del cineasta canadiense.
El director hace uso de algunos lugares comunes -el campamento militar o los noticiarios alertando de la aparición de las naves- propios del género, pero pronto la cinta adquiere alma propia. De hecho, durante la película, puede intuirse el reparo al incluir en el guion una palabra tan manida como ‘extraterrestres’. Con Arrival, podemos apreciar la predilección de Villeneuve por las personalidades solitarias -visibles en Enemy o Prisioneros, ambas estrenadas en 2013-, así como su maestría para exponer los rincones de pesadumbre del ser humano y ahondar en su psique. El director se adentra en el género de ficción sin desligarse de su esencia dramática, reafirmada por la música compuesta por Max Richster, que asume la apertura y cierre del filme.
