CUENTOS CHINOS QUE CAEN DEL CIELO

Roberto de Cesare (Ricardo Darín) es un hombre huraño y cascarrabias que vive en Buenos Aires. Siempre apaga la luz y se va a dormir a las 23.00h, ni un minuto antes, ni un minuto después. Es ferretero y siempre cuenta los tornillos que le llegan en las cajas de 350, porque las máquinas boludas a veces dan tornillos de más, a veces dan tornillos de menos (a él siempre le toca lo segundo). Roberto desayuna café con un trozo de pan al que siempre le quita la miga. El pan se lo come sin nada, salvo cuando está de celebración, en estas ocasiones unta dulce de leche. Roberto de Cesare rastrea miles de periódicos en busca de noticias increíbles, que recrea a su gusto y recorta y pega en un álbum. Jun es el protagonista de una de esas noticias, pero Roberto todavía no lo sabe.

Un cuento chino es la historia de Roberto, un porteño marcado por un duro revés que detuvo su vida hace más de dos décadas y desde entonces vive solitario, atrincherado en su mundo. Hasta que un día, un extraño evento del destino logra despertarlo y traerlo de regreso. Un cuento chino cuenta la historia de un argentino y un chino, cada unos en sus antípodas, unidos por una vaca que cae del cielo. La incomunicación entre uno que sólo habla mandarín y otro que habla castellano, pero le apetece poco conversar, da píe a situaciones dramáticas que se vuelven cómicas y nos enseñan la historia de gentes comunes viviendo situaciones completamente inusuales.

Ricardo Darín (El hijo de la novia, El secreto de sus ojos) no falla y su talento tampoco. Solamente su presencia justificaría ir al cine y gastarte el dinero de la entrada sabiendo de antemano que éste estará bien invertido. El argentino sabe convertir en simpático un hombre al que resultaría fácil odiar y consigue que acabemos riéndonos de los dramas que rodean su vida. Huang Sheng Huang es Jun, un chino abandonado que sólo habla chino y a quien el personaje de Darín recoge porque no le queda más remedio, ya que es uno de esos gruñones con buen corazón y piensa que el consulado o la embajada acabarán por hacerse cargo del chino… mañana.

Un cuento chino es un relato costumbrista y circular que no deja cabos sueltos y que recuerda a Amelie en su fotografía. Un guión cuidado y bien elaborado atrapa al espectador desde el primer fotograma y despierta risas y ternura a partes iguales. Pero, sobre todo con un Darín que lo clava, sin desmerecer nunca al elenco que le acompaña, encabezado por Huang y la tierna Muriel Santa Ana (Negro Buenos Aires), que interpreta a una mujer profundamente enamorada del porteño.

La película de Sebastian Borensztein nos enseña que lo impensable se puede hacer realidad y así, una vaca que vuela sobre el cielo de Pekín puede darle un giro de 180º a la vida pelotuda de algún ciudadano argentino.

93 minutos geniales que se extienden algo más porque Un cuento chino tiene secuencia de regalo durante los créditos.

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