Copenhague: Dos ruedas y mucho ‘hygge’

Canal de Nyhavn de noche, Copenhague

Si fuese posible medir el estilo de vida de una ciudad con las métricas de un reloj deportivo, Copenhague lo haría por pedaleos realizados en un día. Se estima que un ciudadano recorre al menos 2km diarios sobre dos ruedas. Las pocas horas de sol y una pesada humedad empapan la isla de Selandia en la transición entre invierno y primavera, pero no impiden tomar la bicicleta y recorrer la ciudad en carriles que acogen hasta tres ciclistas a la vez, mientras pasean a sus hijos en la canastilla, se dirigen al trabajo o vuelven de fiesta. La misma escena en un solo canal. El código de vestimenta queda a discreción del usuario.

Enfrentada con el estrecho de Øresund, Copenhague se posiciona como la ciudad más poblada de Dinamarca, y su capital desde inicios del siglo XII. Al llegar al multicultural Nørrebro, uno de los diez distritos oficiales de la metrópoli, las llaves del Airbnb no esperan bajo un felpudo, sino atadas a una bicicleta. El único candado que volví a ver fue el de mi maleta.

Vesterbrø: De barrio obrero a alternativo

Dicen que cuando una mujer se convierte en madre, lleva el corazón fuera del cuerpo. En el distrito de Vesterbrø, un grupo de mamás habla animadamente en el interior de un café mientras sus pequeños ‘corazones’ daneses les esperan en la intemperie en sus respectivos carritos. Levantar la mirada de vez en cuando hacia la ventana es una acción socialmente aceptada para interrumpir momentáneamente la charla. Una postal muy típica en cualquier café de Copenhague.

En el mismo distrito, en la calle Istedgade, hay pequeñas tiendas de cerámica donde el buen gusto y lo simple han salido del mismo horno. Girlie Hurly es una de ellas, muy rosa y pomposa en una urbanización antiguamente considerada obrera, en la que se exponen cuidadas piezas hechas por artesanos nacionales. Un must see y should buy. Bares, cafés, tulipanes y tiendas de vinilos como BEAT y Sort Kaffe & Vynil animan las gélidas aceras de la misma vía en las que cualquier cruce de miradas con algún local se traduce en una sonrisa que produce la sensación de hogar.

Tienda Girlie Hurly Copenhague
‘Girlie Hurly’, tienda con piezas de artesanos daneses. Copenhague, Dinamarca. © Ana Mariela Ferrer

Bañada en almendros en flor, o con una buena cerveza fría en mano, la capital escandinava es destino perfecto en primavera o verano. Con temperaturas frescas que no superan los 22 ºC, se puede pasear por sus calles y bahía sin sentir un calor inclemente, a pesar de su característica humedad. Lo que sí podría sorprender un poco son sus precios. Por ejemplo, un café con leche en una cadena de panaderías como Espresso House o Lagkagehuset podría costar entre 5 y 6 euros, mientras que en un bar en Madrid podrías encontrar la misma taza de café por 2 o 3 euros.

En el centro de la capital, Strøget es la principal arteria que traslada a los turistas desde la plaza Kongens Nytorv hasta Rådhuspladsen, la plaza del Ayuntamiento. La calle es motivo de orgullo nacional por su récord como la peatonal más larga de Europa. Sin embargo, su existencia responde a un experimento iniciado en 1962 que asume la innegable idiosincrasia de la ciudad: funcionalidad, sostenibilidad, buen gusto, libertad y compromiso. Desde entonces la vía convive con grandes marcas como la Royal Copenhague, tienda de porcelana de la cual todo local posee al menos una taza. Por su parte, los transeúntes disfrutan de 1,15km de elaboradas decoraciones en Navidad y ‘conciertos’ callejeros. Aunque siempre se cuela alguna bici en el paseo.

Organizada y con estilo

En el canal de Nyhavn se apiñan las fachadas más emblemáticas y fotografiadas de la ciudad. Coloridas y divertidas, parecieran ser inspiración de la exitosa compañía danesa LEGO®. La trascendencia de esta empresa en el mundo esconde, tras lo que parece ser un juego bien diseñado para infantes, una manera sistematizada, propia del espíritu danés, de organizar la sociedad para un funcionamiento óptimo en el que cada pieza encaja perfectamente con la otra. Al final, play well es la idea que origina el nombre de este juego.

A 20 minutos caminando desde este instagrameable canal, una guardacostas solitaria y muchas veces agredida en señal de protesta reposa en el puerto de Langelinie desde 1913. Mientras contempla y es contemplada por miles de turistas, La sirenita, protagonista del cuento de Christian Hans Andersen, levantó pasiones en el empresario Carl Jacobsen al ver la pieza de ballet interpretada por Ellen Price y encargó de inmediato dicha escultura.

Desde entonces, es el ícono de la ciudad. Una tragedia convertida en belleza y en algunas facturas para periódicos como Politiken por la publicación de fotografías del ícono sin previa autorización por parte de la familia del escultor. El copyright es un derecho importante en el país, uno que cree en hygge como filosofía de vida para la convivencia exitosa.

Hygge y el valor de la libertad

Tan versátil que puede ser un verbo, sustantivo o adjetivo, el hygge es otra característica irrefutable de Copenhague. Está en una fría Tuborg o Carlsberg entre risas con amigos, en quedarse un rato más en cama los domingos por la mañana o beber un buen vaso de glögg cubierto por una manta en cualquier bar del pintoresco canal de Nyhavn.

Decía la periodista de origen moldavo Sofía Ímber que ‘‘mientras más libre, más orden’’. Del otro lado de la bahía, una base militar convertida en una ‘aldea independiente’ late en el corazón de Copenhague. Christiania es un barrio auto gestionado por los casi 900 vecinos de la ciudad libre desde 1971. No se permiten fotos o correr, pero sí la venta y consumo de marihuana. Se puede pagar con la oficial Corona danesa o con la propia moneda de esta autonomía, el Løg. Desvinculados del Estado, un anuncio hecho de madera te despide del barrio con un You are now entering the EU.

Christiania, comunidad independiente de Copenhague
Salida de Christiania, barrio auto gestionado por sus propios habitantes. © Ana Mariela Ferrer

Esa vida paralela en la que parece moverse la naturaleza invisible de la ciudad, con sus contradicciones y particularidades, prevalece ante todo el sentimiento colectivo de que el bienestar es un compromiso y respeto compartido, y la independencia un derecho inherente y exigible. Copenhague se sostiene por una sociedad basada en la buena voluntad del otro, sin recelos y prejuicios, donde la nacionalidad es solo un gentilicio. Para entender y vivirla a gusto, al desenfadado estilo danés, hay que ponerse en los mismos pedales del otro. Quizás una vez que subas a ellos, no querrás volver a poner los pies en la tierra. Es el encanto que tiene esta isla, o sus bicis.


Frases útiles que puedes necesitar:

  • Hej – Hola
  • Hej hej – Adiós
  • Tak – Gracias
  • Ja – Sí
  • Nej – No
  • Skål – ¡Salud!

Ana Mariela Ferrer Bahri

Periodista. Aficionada a la fotografía y lectura.

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